La silenciosa discusión interna de los clubes de la que nadie quiere hablar

Con los estadios cerrados, las instituciones debe convivir con las presiones delos barras que estaban inmersos en un sistema perverso e ilegal y se habían acostumbrado a recibir dinero para mantener buena conducta en los estadios y dentro de las sedes No fue casualidad que tanto  Boca como  River hayan dado el puntapié inicial durante […]

Con los estadios cerrados, las instituciones debe convivir con las presiones delos barras que estaban inmersos en un sistema perverso e ilegal y se habían acostumbrado a recibir dinero para mantener buena conducta en los estadios y dentro de las sedes

No fue casualidad que tanto  Boca como  River hayan dado el puntapié inicial durante la semana pasada en la AFA, reclamando que prefieren que se demore el regreso de fútbol, con la condición de que cuando vuelva, sea con hinchas en los estadios.

De acuerdo a una investigación realizada por el diario Hoy, fuentes consultadas de diferentes clubes reconocieron que mantener la paz social” dentro de los estadios, sin que se registren episodios de violencia tiene un costo.

Por un lado está el denominado “cotillón”, que contempla donaciones implícitas y preestablecida de los dirigentes y algunos jugadores con los denominados barras y que consiste la entrega de camisetas oficiales para subastar en cenas que son presentadas como “benéficas”. Y también en la entrega y cesión de entradas. Esto último dejó de usarse en Argentina, pero sigue vigente cuando un equipo de nuestro país tiene que viajar al exterior a jugar partidos en la Copa Llibertadores o Sudamericana en Latinoamérica.

En ese contexto los barras suelen acercarse a los hoteles en donde están los jugadores y reciben una serie de entradas numeradas para poder entrar y alentar al club de sus amores y de esa forma terminar amortizando el gaso que significa viajar al exterior para llevar la bandera a otro país.

Pero también existen los acuerdos tácitos entre clubes y barras, que directamente contempla un pago de dinero acordado para mantener “el orden” en las tribunas, la paz interna dentro de las sedes y los predios de entrenamientos, y hasta cierto distanciamiento físico (ni se acercan a molestar) a cambio de una suma acordada de forma irregular.


Referentes de la barra de Gimnasia jugando un partido de fútbol en el estadio. Ante el Juzgado de Garantías 6 de La Plata reconocieron relaciones directas con importantes dirigentes del club

Según pudo saber este medio, el piso mínimo de este tipo de colaboraciones (o mantenimiento implícito de la barra que no están registrado en los asientos contables de los clubes) asciende a los 200 mil pesos por mes. Pero en algunos casos, en instituciones como Boca y River, serían millones de pesos por mes para contener a La 12 o a Los Borrachos del Tablón.

En el año 2012, la Justicia Platense citó a declarar a dirigentes de Estudiantes por una investigación que había iniciado el fiscal Fernando Cartasegna por el reparto de entradas en el Estadio Unido.

También en su momento el fiscal Marcelo Romero había promulgado una investigación en Gimnasia, en tiempos de la presidencia de Muñoz, por un apriete de parte de La 22 a los jugadores, que años después fue reconocido públicamente por Santiago Silva y otros futbolistas.

En marzo de este año, incluso, integrantes de la segunda línea de la hinchada de Gimnasia quedaron involucrados en una causa por robo y lesiones, y al momento de prestar declaración ante la fiscal Ana Medina reconocieron cobrar 35 mil pesos por mes para desempeñar tareas de guardaespaldas de dirigentes y protagonistas del club.

La causa se elevará  a juicio a partir de la intervención del juzgado de garantías número 6 de La Plata cago de Agustín Crispo.

Ahora, ante la posibilidad de abrir los estadios, el coronavirus terminó, sin pensarlo, le dio la excusa perfecta a los clubes para terminar con el negocio de las barras. ¿Pero será tan fácl sacarse a estas personas de encima?

Esta situación, puertas hacia adentro, despierta mucha preocupación en los clubes, ya que se supone que no todo será color de rosa y que los denominados dueños de la tribuna no se quedarán con los brazos cruzados.