2 a 1

Gimnasia le dio vuelta el partido a Central y salió de la zona de descenso

Gimnasia empezó perdiendo aunque jugaba bien. Central era menos y se notó. Al final el lobo se lo ganó con las ganas y lo dio vuelta aunque termino sufriendo. Pero salió del descenso.

El Lobo sabe de batallas. Tuvo cientos. Miles. Por eso es que un partido en desventaja, aun cuando lo que está en juego es la permanencia, no consigue espantarlo. Mucho menos cuando fuera del rectángulo de pasto está su pueblo, ese que se guardó en el bolsillo la bronca por la derrota ante Huracán y volvió a la cancha a puro humo, bengalas y aliento para apoyarlo. Ésta, contra Rosario Central, fue una batalla más y la ganó: con un doblete de Cristian Tarragona, Gimnasia dio vuelta un partido fundamental y salió de la zona de descenso para llegar enchufado al clásico con Estudiantes.

Por fuera de esos tres puntos refrescantes, que en plena lucha por no bajar son casi lo único que importa, hubo un partido. Con cosas por rescatar, por las que seguro que Leonardo Madelón estará contento -fue su tercer partido al mando del barco tripero-, y otras que no deben repetirse: cuando se aprieta con carácter, se generan situaciones, se pifia debajo del arco y no se sufre en defensa, no se le puede ceder un gol al rival en uno de sus primeros acercamientos. Tobías Cervera, definiendo debajo del arco de Durso y marcándole el 11° gol en contra en esta Copa de la Liga, le dejó esa lección.

Pero, de vuelta, hubo muchos aspectos positivos: la insistencia con la que buscó el empate, las formas que no hizo a un lado y el aprendizaje. Los primeros ítems se explican en los gritos de Tarragona, que fue más bien Tarragoza, rompiendo el arco rival con su pierna inhábil luego de una grandísima jugada colectiva y colocándola con suavidad de penal para revertir el marcador; el último, en la forma de defenderlo.

Los defensores de Gimnasia se hablaron, corrigieron y pulieron detalles en pos de no pasarla mal a lo largo del segundo tiempo. Salvo por algún que otro disparo lejano, objetivo cumplido. Ese pequeñito objetivo. El más grande, ya fuera de la zona de descenso -al menos hasta que jueguen sus competidores-, está en progreso. Y ahora, como bien pidieron sus hinchas una vez terminado el partido, “el domingo cueste lo que cueste…”.