Fútbol
Los detalles de la pelea entre Daniel Osvaldo y Guillermo en Boca
Qué sucedió en 2016 entre el delantero y el entrenador en cancha de Nacional de Montevideo, donde hoy el Xeneize se vuelve a presentar por la Copa Libertadores
En el escenario donde Boca abrirá hoy su llave de octavos de final de Libertadores se produjo el quiebre definitivo de la relación entre Daniel Osvaldo y Guillermo Barros Schelotto. Desde la asunción del Mellizo como entrenador, el futbolista devenido en cantante de rock jugó apenas dos partidos y convivió poco más de 60 días en el vestuario con el DT que decidió separarlo del plantel. Hasta ahora se ignoraban algunos detalles de la pelea provocada por un cigarrillo encendido en el Parque Central de Montevideo que desató un incendio en La Boca.
Osvaldo había provocado una revolución tras su llegada. De una magnitud similar a la de Edinson Cavani hoy. El atacante surgido en Huracán venía de jugar en la Juventus e Inter de Milán, más la selección italiana como naturalizado (al igual que Mateo Retegui en la actualidad). Tenía apenas 29 años, su vigencia era absoluta y, su calidad técnica, incuestionable. El único lunar que le encontraban al Loco, como lo llamaban varias personas de su entorno, eran los temas extrafutbolísticos. Sus relaciones amorosas, algunas licencias y excesos, más la atención que le daban los programas de espectáculos.
“Y la ilusión de mi sobrino también se la robaron 5 gordos de traje en un escritorio. Mafiosos! Aguante Boca, caretas!”, fue el mensaje que compartió en sus redes sociales luego de que la Conmebol diera por finalizada la recordada serie superclásica por la Libertadores 2015 por el episodio del gas pimienta en la Bombonera. Al natural, crudo, sin ponerse límites, así era como se desenvolvía Osvaldo en la vida pese a que sabía la repercusión que generaba su figura y cómo masificaba el Mundo Boca cada una de sus acciones.
Ese año ganó dos de los cuatro títulos que obtuvo a lo largo de su carrera: el torneo local y la Copa Argentina (los otros fueron el ascenso con Atalanta y la Serie A con la Juventus). La clave de su éxito dentro de la cancha, más allá de su exposición mediática, fue Rodolfo Arruabarrena, que tuvo la fórmula para contenerlo y saberlo llevar. En una entrevista con Infobae, contó Diego Markic (ayudante de campo del Vasco): “No había que tenerlo cortito. Nosotros hacemos mucho hincapié en la relación con el jugador. A Dani lo tenés que entender. Es un personaje dentro del fútbol. Él en Europa capaz iba a un recital después de perder un partido y, si lo hacés acá, te quieren matar. Lo aconsejás, le decís ‘esto sí, esto no’. Con nosotros jugó con un dedo fracturado cuando estábamos en la cuerda floja. Nos bancó siempre. Con sus excentricidades, es un pibe leal. Fue el mejor profesional que conocí en mi vida. Cada entrenador tiene sus manejos”. Osvaldo cumplió el sueño de festejar goles en La Bombonera el primer semestre de 2015 y pasó al Porto tras la eliminación -en los papeles- del equipo ante River en la Libertadores. A los pocos meses rescindió su contrato en Portugal y, en enero de 2016, regresó a La Ribera.
Su realidad cambió drásticamente cuando Guillermo Barros Schelotto reemplazó a Arruabarrena en el banco xeneize a fines de febrero. Cuando el equipo todavía era dirigido por el Vasco, Dani Stone sufrió la fractura de la falange proximal del dedo pequeño del pie izquierdo en la segunda fecha contra Atlético Tucumán (derrota 1-0 en la Bombonera). Tres días más tarde se infiltró y fue titular en la victoria como visitante de San Martín de San Juan (1-0 con tanto de Carlos Tevez). Tras ese esfuerzo, tuvo que frenar, comenzó la rehabilitación y se perdió los últimos duelos de Arruabarrena al frente del equipo (Newell’s, Deportivo Cali por la Copa y Racing por el torneo, cuando fue despedido).
La directiva boquense se movió rápido y cerró al Mellizo, que debutó con un 0-0 ante la Academia por la segunda fecha de la fase de grupos de la Libertadores y continuó con otro empate sin goles ante River en el Monumental. Pasó otra igualdad ante Bolívar en La Paz y el primer triunfo en la era Barros Schelotto contra Unión de Santa Fe hasta que Daniel Osvaldo fue considerado por primera vez por el nuevo cuerpo técnico. Por la octava jornada del campeonato, el 9 conformó ataque con el uruguayo Nicolás Lodeiro y Carlos Tevez en la visita a Lanús. Disputó los 90 minutos y fue caída 2-0 por los gritos del Laucha Acosta y Pepe Sand.
A la semana, se resintió de la lesión en el pie y quedó excluido de los compromisos ante Atlético Rafaela, Tigre, Aldosivi, el Superclásico contra River (otro 0-0) y Argentinos Juniors por el torneo local, más el resto de la fase de grupos de la Libertadores y la serie de octavos que Boca sorteó ante Cerro Porteño. La idea de los Mellizos fue darle rodaje en el encuentro ante Huracán previo a la ida de cuartos de la Copa frente a Nacional en Montevideo. Como el Xeneize ya no tenía chances de quedar primero en su zona de campeonato (liderada por Lanús, que luego le ganó la final a San Lorenzo), Guillermo guardó titulares y conformó una alineación de suplentes y juveniles ante el Globo para ese 0-0 en la Bombonera.
“¿Para qué quiere que juegue este partido? No voy a jugar para hacerlo famoso a Mancinelli”, le dijo Osvaldo a su círculo íntimo, exponiendo su fastidio con el entrenador con una frase hiriente contra un colega como Federico Mancinelli, defensor quemero. Aún estaba fresco el antecedente del cruce con Leandro Desábato, defensor de Estudiantes de La Plata, al que le mostró pasto en medio de un partido dando a entender que era un burro. “Me contuve de no romperle la pierna”, declaró el Chavo luego de ese match disputado en 2015, mientras que Osvaldo lo acusó de “mala leche” por haber ofendido la integridad de su por entonces pareja Jimena Barón y sacar a relucir otro supuesto agravio de Desábato hacia Diego Buonanotte, ex jugador de River y Quilmes.
Finalmente Guillermo no consideró a Osvaldo para ese partido que terminó 0-0 ante el Huracán comandado por Eduardo Domínguez en el que alineó a Guillermo Sara; Nahuel Molina, Fernando Tobio, Alexis Rolín, Jonathan Silva; Alexis Messidoro, Julián Chicco, Cristian Erbes, Nicolás Colazo; Sebastián Palacios y Nicolás Benegas. Dani Stone se sintió menospreciado por tener que compartir cancha con el “Equipo B” y se preparó directamente para el duelo copero frente a Nacional. Pero en Boca las paredes hablan y al cuerpo técnico le llegó el rumor de que se había “borrado”.
A los cuatro días del empate frente a los de Parque Patricios, Boca saltó al campo de juego del Gran Parque Central con Agustín Orión; Gino Peruzzi, Cata Díaz, Juan Manuel Insaurralde, Frank Fabra; Marcelo Meli, Leonardo Jara, Pablo Pérez; Cristian Pavón, Carlos Tevez y Federico Carrizo. Osvaldo viajó a Uruguay junto al plantel con expectativas de ser titular o al menos sumar 20 o 30 minutos en cancha luego de 53 días de inactividad. En el complemento, la visita rompió el cero gracias a Fabra y el dueño de casa sentenció el 1-1 definitivo por Sebastián Papelito Fernández. Barros Schelotto sustituyó a Pavón por Osvaldo al minuto 85. En el entretiempo había puesto a otro delantero como Andrés Chávez por Pachi Carrizo (luego hizo un tercero, sobre la hora, Rodrigo Bentancur por Meli).
El número 9, que había recibido una lluvia de encendedores y monedas por parte de la parcialidad local durante la entrada en calor, no dio señales de enojo cuando recibió las indicaciones tácticas previas a su ingreso (todavía con un gorro de lana negro puesto para combatir la fría noche montevideana), aunque sabía que disponía de casi nulo tiempo para modificar el score. Apenas un par de contactos con el balón y pivoteos vía aérea parado como centrodelantero sirvieron como contribución para sellar el valioso empate de visitante. Se mostró comprometido, pero se le vino el mundo abajo cuando el árbitro paraguayo Enrique Cáceres pitó el final. Intempestivamente, se dirigió a paso acelerado hacia el vestuario visitante y no esperó a sus compañeros. “Le hizo una seña como que estás loco, no sé a quién”, comentó el Profe Pellegrini, periodista apostado en el campo de juego para la transmisión oficial. “Algo raro pasó con Osvaldo, eh. No se quedó adentro de la cancha”, añadió el relator Mariano Closs.
Daniel Osvaldo contra Nacional en 2016
Lo que no se llegó a mostrar por TV fue que Osvaldo miró con cara de pocos amigos a los integrantes del cuerpo técnico, con un volumen de voz como de quien quiere ser escuchado exclamó al pasar “esto es impresentable”, le preguntó a un auxiliar si había salido sorteado para el control antidoping y, ante la respuesta negativa porque quien debía dejar la muestra de orina era Bentancur, retomó la veloz y furiosa caminata para perderse en el vestidor visitante. Quienes conocieron en profundidad el estadio de Nacional darán cuenta de que desde afuera del diminuto vestuario puede observarse a quienes están dentro por encima de una tapia que delimitaba el ingreso. En soledad y todavía con la ropa de juego puesta, Osvaldo cerró la puerta y encendió un cigarrillo. El humo no se llegó a disipar en los pocos metros cuadrados del sector reservado para Boca y Gustavo Barros Schelotto se percató del vaho. Cuando el ayudante de campo se asomó e intentó entrar al vestuario para constatar lo que presumía, sintió que del otro lado le trabaron el acceso a la fuerza. Testigos que estaban presentes en el forcejeo revelaron que Osvaldo, que pese al parecido entre los hermanos se había percatado de que del otro lado del portón no estaba el DT principal, soltó una frase que fue la gota que rebalsó el vaso: “Cerrá la puerta que vos sos el hermano”.
Los Mellizos debatieron apenas unos segundos qué medidas tomar y, con el aval del preparador físico Jorge Valdecantos, mandaron a sacar a todos los utileros, médicos y auxiliares que pertenecían al contingente de Boca para internarse en el vestuario con el implicado y los otros referentes del plantel: Orión, el Cata Díaz y Tevez. En ese instante tomaron la determinación de separarlo definitivamente del plantel y Dani Stone, con las revoluciones a mil, acató con una actitud desafiante. Es que él también sintió que su ciclo se había cumplido por el nulo feeling que tenía con el cuerpo técnico. Se sorprendió a la salida, cuando Marcelo Benedetto lo interceptó de camino al ómnibus e insistió para entrevistarlo y consultarlo por su regreso a las canchas. En una fracción de segundos, optó por quedarse delante del micrófono y dejó una frase escueta que hizo algo de ruido: “Me sentí bien, no me dolió para nada en los últimos 5 minutos que jugué. ¿Si pasó algo? No, no pasó nada”. En verdad, había pasado todo...
El hoy cantante de la banda de rock Barrio Viejo -que paradójicamente se formó justamente ese mismo año tras su conflictiva salida de Boca- no llegó a ser parte del equipo en la revancha contra Nacional a la semana siguiente y ni siquiera estuvo en consideración en el partido contra Estudiantes en La Plata tres días después. Es más, al día siguiente de la pelea en Montevideo, rescindió su vínculo. Boca superaría la llave contra el Bolso en tanda de penales y luego caería en semifinales de forma sorpresiva frente a Independiente del Valle de Ecuador. Osvaldo pondría puntos suspensivos a su carrera como futbolista con apenas 31 años. Más tarde, en 2020, cosechó algunos partidos más con la camiseta de Banfield antes de su retiro definitivo tras decretarse la pandemia del coronavirus. Solamente los Mellizos saben si ese jueves 12 de mayo de 2016 lo pusieron apenas 5 minutos en cancha como reprimenda por sus actitudes o de verdad comprendieron que la exigencia del partido requería tan poco tiempo de su parte. “De Osvaldo no hablo. Es un tema que no merece ser tratado”, se limitó a decir Guillermo en los escasos contactos que tuvo con la prensa cuando fue cuestionado por el caso.
El ex futbolista aseguró que el entrenador nunca lo quiso en Boca Juniors
Osvaldo, que no tenía pelos en la lengua como jugador y menos desde que colgó los botines, adoptó una postura completamente opuesta y aseguró que Guillermo le hizo “la vida imposible”: “No me quería y en lugar de hablarme como una persona adulta, a los ojos, y decirme, ‘No te quiero, buscate un club’... hay personas que no tienen el valor de mirar a la cara a la otra y me empezó a buscar un poco mi carácter para que yo saltara y me encontró. Me fumé un cigarrillo como fuman un millón de jugadores en el vestuario y como fumé toda mi carrera. De hecho Guillermo Barros Schelotto fumaba cuando era futbolista y fumaba en el vestuario también, pero bueno... se ve que se olvidó”.