FÚTBOL

Los futbolistas colombianos llamaron al paro nacional y peligra la Copa América

Los jugadores emitieron una nota oficial en la que instan a su federación a que no se programen los partidos del torneo local mientras perdure el estallido social.

Los futbolistas colombianos emitieron un comunicado oficial a través de ACOLFUTPRO, el gremio que los protege, en el que expresaron su “apoyo total al clamor del pueblo colombiano” y en el que solicitan a la Federación Colombiana de Fútbol y a la Liga que “no se programen los partidos de las competencias en los torneos locales”, situación que tensa al extremo y pone en jaque la realización de la Copa América en ese país, organizador del evento continental junto a la Argentina.

LA NOTA:

Como ciudadanos, antes que futbolistas, queremos manifestar nuestro total apoyo al clamor expresado por el pueblo colombiano en su protesta y nos unimos a esas voces que piden un país más justo, equitativo e inclusivo, en el que se nos garanticen a todos, sin distinción, las condiciones mínimas para vivir con dignidad.
Respaldamos sus peticiones y solicitamos al gobierno nacional que las tramite sin dilación, promoviendo los mecanismos que garanticen un verdadero diálogo social y así se puedan concluir en acuerdos que permitan la construcción de una sociedad donde todos tengamos espacio y mejores oportunidades para progresar y vivir en paz y equidad.
Solicitamos a la FCF, a la Dimayor y a los clubes profesionales, que hasta tanto no se resuelva la actual situación de orden público que afecta a todo el país y pone en riesgo nuestra integridad, no se programen los partidos de las competencias en los torneos locales.

A un mes del comienzo de la Copa América, el 13 de junio en dos canchas de Argentina, la incertidumbre impera en el segundo país organizador, Colombia, en días de zozobra por las violentas protestas que cumplen ya dos semanas, y por el avance del Covid-19, aunque el Gobierno mantiene su palabra con el fútbol.

Según el presidente colombiano, Iván Duque, están garantizadas las condiciones de bioseguridad para que se desarrolle el torneo en un formato de “burbuja”, como sucede con la Liga y las copas Libertadores y Sudamericana.

“Sería ilógico que se pudiera jugar un torneo rentado nacional y la Copa Libertadores de América y no pudieran jugar cinco equipos en un entorno seguro, en una burbuja”, afirmó Duque en una entrevista con la agencia EFE el 19 de abril.

Sin embargo, el contexto cambió y sobre el desarrollo del torneo en Colombia se cierne la amenaza de las protestas, que comenzaron el 28 de abril y han dejado hasta el momento 42 muertos (41 ciudadanos y un policía).

Justamente, las violentas manifestaciones abrieron un debate en el país en el que muchos claman, incluso en las calles, para que Colombia desista de organizar un torneo en medio de una crisis cuyo fin no se percibe cercano.

“Colombia está pasando unos momentos difíciles desde el punto de vista social, pero hoy con el diálogo, con la armonía, estamos haciendo que esta Copa América sea celebrada de la mejor manera”, indicó esta semana el ministro del Deporte, Ernesto Lucena, durante la presentación del himno oficial del torneo que organizará su país con Argentina.

El ministro de Salud y Protección Social, Fernando Ruíz, encendió las alarmas el miércoles al advertir que prácticamente se llegó al límite de la capacidad de atención en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) en Bogotá, una de las cuatro subsedes colombianas del torneo. Las otras son Barranquilla, Cali y Medellín.

“Hay que decirlo con toda su realidad: la situación de contagio de Bogota es crítica: casi 100% de ocupación de UCI y cerca de 500 pacientes por ubicar. Es responsabilidad de todos protegernos. Cada aglomeración crece un riesgo para el cual ya no tenemos capacidad”, escribió Ruiz en su cuenta de Twitter.

En el informe del Ministerio de Salud y Protección Social del 12 de mayo se confirmaron 16.993 nuevos casos en el país, 490 fallecidos más para un total de 79.266. El número de casos activos es de 99.721.

Por el estallido social, los cinco partidos que debían jugar los equipos colombianos en Copa Libertadores y Copa Sudamericana la semana pasada se disputaron en estadios de Asunción, Lima y Guayaquil.

Sin embargo, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) decidió hacer una prueba de fuego esta semana y programó en Pereira el duelo entre Atlético Nacional y Nacional de Montevideo y en Barranquilla los partidos Junior-River Plate y América de Cali-Atlético Mineiro, este último previsto para la noche del 13 de mayo.

Pero la tensión previa a los partidos entre Junior y River Plate, y Atlético Nacional con Nacional ensombreció las horas previas a ambos espectáculos.

Tanto, que el Nacional uruguayo argumentó que no se daban las condiciones para jugar, y el partido en Barranquilla debió ser interrumpido durante unos minutos por el árbitro uruguayo Esteban Ostojich debido al efecto de los gases lacrimógenos lanzados en la calle por las autoridades para dispersar manifestantes que llegaron a sentirse en la cancha.

En Pereira, una multitud se congregó frente al hotel donde estaba hospedado el club uruguayo y al grito de “con luto no se juega”, en referencia a los muertos durante las protestas. Los manifestantes trataron de boicotear el encuentro.

Además, hubo carteles de “No a la Copa América” izados por manifestantes, aficionados del Deportivo Pereira, el equipo de esa ciudad colombiana donde el Atlético Nacional juega mientras hacen reparaciones al Atanasio Girardot de Medellín, de cara al torneo continental de selecciones.

Pese a toda la situación que se vive, el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), Ramón Jesurún, expresó en una entrevista con la emisora Antena 2 que su país está “prácticamente listo” para el torneo y que lo único que falta es “arreglar unos temas de iluminación en unos estadios”.

“La Conmebol nos ha apoyado. Nosotros trabajamos, esto no es fácil. Lo que debe quedar claro es que la Copa América va o va, ya sea en Argentina o en Colombia o donde sea”, dijo.

Y frente a la crisis que vive su país en este momento, el directivo fue tajante: “Uno entiende el problema social, pero el decir anticipadamente no lo hagamos, pues... Si no se hace aquí, igual se hará en otra parte. Son muchas voces que dicen eso y no las entiendo”.