Posición Incómoda China

China en la posición más incómoda respecto a la invasión rusa a Ucrania

El país se ha presentado como defensor del derecho a la autodeterminación. Pero su reticencia a denunciar la agresión rusa lo coloca en una posición incómoda

Los chinos ni siquiera lo llaman invasión. Lo describen como “la operación de Rusia”. O la “situación actual”. Y el líder chino, Xi Jinping, dice que su posición respecto a la crisis es perfectamente coherente.

“Los cambios bruscos en las regiones orientales de Ucrania han estado llamando la atención de la comunidad internacional”, dijo Xi a su homólogo ruso, Vladimir Putin, en una llamada el viernes, según un resumen oficial chino.

“La postura fundamental de China ha sido congruente con el respeto a la soberanía y la integridad territorial de todos los países, y respetuosa de la misión y los principios de la Carta de las Naciones Unidas”, dijo Xi.

Sin embargo, fuera de la cámara de eco de los medios de comunicación oficiales chinos, parece haber pocas dudas de que la guerra de Rusia ha puesto a su socio en Pekín en un grave aprieto, también en lo que respecta a su posición sobre los derechos soberanos de los países.

China puede haber jugado un papel el viernes al inducir a Rusia a parecer más adaptable, incluso cuando las fuerzas rusas avanzaban hacia Kiev.

Luego de la llamada telefónica de Putin con Xi, en la que el líder chino pidió que se lleven a cabo conversaciones, el presidente ruso insinuó que estaba abierto a la idea, contradiciendo a una declaración que su propio ministro de Exteriores había emitido apenas unas horas antes. El Kremlin presentó la posición de Putin como una respuesta al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, quien había dicho estar dispuesto a discutir un “estatus neutral” para Ukrania.

Las conversaciones para resolver la crisis, por tardías que sean, beneficiarían claramente a China, al aliviar lo que los críticos perciben como un doble rasero en el asunto de la soberanía.

Por un lado, China lleva mucho tiempo diciendo que Estados Unidos y otras potencias occidentales pisotean sistemáticamente a otros países, de forma más flagrante en los últimos tiempos con la invasión de Irak en 2003. China ha dado el mensaje de ser la verdadera guardiana de la independencia soberana, especialmente de los países más pobres.

Por el otro lado, Putin espera que Xi acepte, o incluso apoye, la invasión. Hasta ahora, el gobierno de Xi le ha seguido el juego, al atribuir la responsabilidad de la peor guerra de Europa en décadas a la arrogancia de Estados Unidos. China también se ha distanciado de la condena a Rusia en las Naciones Unidas.

El “ataque central” de China “contra Estados Unidos como potencia mundial desde que Xi Jinping llegó al poder ha sido acusarlo de violar continuamente los principios de la Carta de la ONU sobre la soberanía nacional”, dijo en una entrevista telefónica Kevin Rudd, ex primer ministro de Australia que fue diplomático en China. “Esto lanza un torpedo a la crujía de ese argumento”.

La creciente relación económica entre China y Rusia también le ha dado a Xi cierta influencia potencial para presionar a Putin para que resuelva con celeridad la crisis de Ucrania. Con las severas sanciones impuestas a Rusia por las potencias occidentales, ahora puede que Putin necesite más que nunca a China como inversionista y comprador de petróleo, trigo y otros productos rusos.

A menos que la crisis se resuelva, China seguirá haciendo contorsiones verbales para tratar de equilibrar su solidaridad con Rusia con su devoción declarada a la santidad del Estado-nación, dijeron expertos y ex diplomáticos.

Si la guerra crece y persiste, los costos para China de los titubeos ante una crisis mortal pueden aumentar.

La postura de Pekín ya ha enfadado a los líderes europeos occidentales y ha empeorado la frustración estadounidense con China. Los países asiáticos y africanos tradicionalmente cercanos a Pekín han condenado las acciones de Rusia. Una de las principales divisas de la diplomacia china —su declarada dedicación a los derechos soberanos de todos los países— podría devaluarse.

“La incoherencia es perjudicial para China a largo plazo”, dijo Adam Ni, un analista que publica China Neican, un boletín sobre la actualidad china.

“Socava los principios de política exterior que China mantiene desde hace tiempo y hace más difícil proyectarse como una gran potencia responsable”, dijo. Ni señaló que dicha incoherencia también “sería percibida por Estados Unidos y los Estados miembros de la Unión Europea como duplicidad y complicidad con la agresión rusa, lo que probablemente tendrá costos para Pekín”.

Los periódicos chinos se han mantenido uniformemente en la posición del gobierno sobre la guerra, al acusar a Estados Unidos de provocar a Rusia al mantener abierta la posibilidad de que Ucrania entre en la OTAN.

“China cree que la causa principal de esta guerra ha sido la incapacidad a largo plazo de Estados Unidos de respetar la seguridad rusa”, dijo Xuewu Gu, director del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Bonn, Alemania. “En ese sentido, China ve esta guerra como una autodefensa de Rusia, por lo que naturalmente no la describiría como una invasión”.

En privado, algunos académicos chinos han compartido sus recelos ante el acogimiento de Xi a Putin. Y en la internet china, algunos usuarios han cuestionado enérgicamente cómo encaja la posición de China respecto a la guerra de Ucrania con su precepto de larga data de que los países deben dirigir sus propios destinos.

“Ucrania es un país soberano e independiente, y si quiere entrar a la OTAN o a la UE, es su libertad y nadie más tiene derecho a intervenir”, decía un comentario el viernes en Weibo, un popular servicio de redes sociales chino.

Más que la mayoría de los países, China ha defendido la idea de que la soberanía nacional está por encima de otras preocupaciones, incluidas las normas sobre derechos humanos. El concepto moderno de soberanía en China —“zhǔquán” en chino— se desarrolló a partir del siglo XIX, cuando las potencias occidentales subyugaron a los gobernantes Qing.

“Hay una gran insistencia en un concepto completo de soberanía, y es típico de los entornos coloniales o semicoloniales del tercer mundo”, dijo Ryan Mitchell, profesor de Derecho de la Universidad China de Hong Kong, sobre cómo evolucionaron estos conceptos en China. “Eso sigue siendo cierto hoy en día”.

La robusta noción de Pekín de la extensión de su soberanía se ha convertido en uno de los principales motores —y puntos conflictivos— de la política china.

Pekín ha mantenido que Taiwán, la isla autogobernada que nunca ha sido regida por el Partido Comunista Chino, debe acabar por unirse a China, incluso si es necesaria la fuerza armada. Pekín ha reclamado ampliamente islas y aguas en el Mar de China Meridional. También se ha enzarzado en enfrentamientos con India por unas tierras fronterizas en disputa.

También en la política interna, el gobierno chino ha hecho de la soberanía un objetivo. Cuando las autoridades juzgan a los disidentes en secreto, rechazan los pedidos de acceso o información alegando “soberanía judicial”. Cuando se critica la censura china en internet, los funcionarios citan el derecho de China a preservar su “cibersoberanía”.