100 euros
Cien euros por victoria: el 'enigma' que reta a partidas de ajedrez por las calles de Madrid
Un jugador de identidad oculta pone un tablero en la vía pública para difundir este deporte. Lleva saliendo desde diciembre y todavía sigue invicto.
No fue la serie Gambito de dama ni el consecuente bum del ajedrez lo que llevaron al Rey Enigma a salir con un tablero bajo el brazo. Desde los cinco años, este varón de edad e identidad oculta se mueve por algunos puntos de Madrid retando a cualquier viandante a ganarle en una partida con cronómetro.
El reloj marca tres minutos. El premio, 100 euros. Participar es gratis. Y hasta ahora, nadie ha conseguido vencerle.Esta tarde, por ejemplo, le espera una contrincante de México. Ameyalli Ávila vuela en unos minutos de regreso a su país, pero antes se ha acercado al parque de El Retiro, en Madrid, a echar una partida con Rey Enigma. Viene con "mucha emoción" y con un traje a propósito de la cita: igual que su oponente, el vestido está compuesto por cuadrados blancos y negros, como un tablero. Tiene 23 años.
En 2017 fue campeona femenina a nivel nacional en esta disciplina. En 2019, subcampeona. Desde que vio a Rey Enigma en las redes, donde suma miles de seguidores, ha tenido ganas de sentarse frente a él. Cuando ambos se colocan sobre la tierra, con el estanque y las barcas de este pulmón urbano en el fondo, se hace el silencio. Alrededor ya hay cerca de 20 espectadores, que sacan fotos o aguardan al espectáculo. Se intercalan las pulsaciones al botón que controla el tiempo. Las piezas van amontonándose en un lateral. Es una partida igualada. Pero unos segundos de menos hacen que se termine y Ávila pierda. Hay un coque de puños y algún suspiro. "Si hubiera movido el alfil…", le susurra la mexicana a su acompañante mientras espera al próximo atrevido, que consume su juego entre ataques de peones. Al Rey Enigma aún le sobran 2,37 minutos cuando se pone el punto y final.
"No esperaba nada, pero me apetecía. Estaba claro que era Sansón contra Goliat", comenta el perdedor. Se llama Carlos Conde, tiene 50 años y lo ha visto por casualidad, paseando por este jardín un día de escapada desde Toledo, donde vive. "Me gusta el ajedrez y me apetecía, pero no me imaginaba ganando", insiste. Otras dos personas también han pasado por el mismo trance: inicio, unos pocos movimientos, derrota.
Rey Enigma no habla ni intercambia impresiones. Solo mueve de vez en cuando la cabeza en signo de negación o da por terminada la jugada a través de gestos. Nadie sabe quién es y él solo cuelga fotos o vídeos en sus canales para darse a conocer en esta faceta totalmente desinteresada. Solo suelta algún dato impreciso: tiene entre 35 y 40 años, vive en Madrid, es soltero y no tiene hijos. La motivación, explica distorsionando su tono de voz, es meramente altruista. De difusión de un deporte que le apasiona.
"Había tenido en mente algo parecido desde hace mucho", comenta, "pero fue con la pandemia cuando me lancé: en esta época de problemas, se creó un ambiente mágico". Durante estos meses de encierro y actividades mermadas, Rey Enigma recuperó el sueño de hacer algo que le apeteciese en torno al ajedrez. Vio, además, que tenía empuje. Que había una legión soterrada de aficionados tras las pantallas de un ordenador o tras un tablero y las piezas cogiendo polvo en algún rincón. Y en diciembre decidió sacar su parafernalia y desafiar a cualquier voluntario.La finalidad era divulgar su afición y expandir el amor por el ajedrez. "Ha tenido muy buena acogida. Ni en mis mejores sueños hubiera imaginado esto", confiesa quien cree que la gente ve el deporte como algo complicado y es lo contrario. "Es muy divertido, muy fácil de aprender y de practicar", alega, adjudicándole los valores de "compañerismo", "pensamiento autocrítico" o el de "saber gestionar la frustración". "Dicen que de una derrota se aprende más que de 1.000 victorias, y con el ajedrez ocurre", aclara Rey Enigma, que trabaja en el mundo de la publicidad y el márquetin. "Actualmente, dedico 15 o 16 horas al día a compaginar mi empleo con esto", apunta. Quiere salvaguardar su identidad por una cuestión de misterio y por si le genera inconvenientes en la empresa que le tiene contratado: asegura que sólo saben quién es seis personas de su confianza.Considera que su papel es de publicitar el ajedrez. Nada más. El premio es "un simple aliciente" para que la gente se anime. "En España falta un poco de apoyo", opina Rey Enigma, que pone ejemplos de otros lugares donde se impulsa mucho más esta disciplina y reconoce que con esta iniciativa se ha sorprendido del nivel que hay.
El llamado Rey Enigma juega al ajedrez en el parque de El Retiro de Madrid© Foto : Cortesía de Anthony Coyle"Ya noto algunos que vienen expresamente a jugar, o que me escriben y me dicen que se están preparando para ganarme", afirma quien sigue invicto a pesar de serios aprietos: ha llegado a enfrentarse a María Rodrigo o Sabrina Vega, maestras de este deporte.
Su ajedrez relámpago le mantiene en el primer lugar del podio. "No tengo una táctica concreta, pero en este tipo de juego hay que gestionar muy bien el tiempo y tomar decisiones rápidas", justifica en un receso, donde coge una botella y bebe agua por un hueco en el traje que ha hecho a propósito. "He tenido que adaptarlo al clima", indica. Un chico ya permanece sentado, mirando con profundidad el tablero. Chocan puños y antes de comenzar, le espeta con sorna: "Rey Enigma, no te tengo miedo".
A los pocos minutos se marcha, después de revolverse por evitar un jaque mate. Nadie ha conseguido destronar a este jugador misterioso, que se despide con simpatía muda. Y con los 100 euros que mantiene en el bolsillo, aún en su propiedad.