preparan manifestaciones
Crece el descontento social en Francia de la mano de la reforma jubilatoria de Macron
El proyecto apunta a extender, de aquí a 2030, hasta los 64 años la edad mínima para jubilarse frente a los 62 años de ahora. Lo rechazan la izquierda, la ultraderecha y los sindicatos.
El proyecto de reforma de las jubilaciones que el presidente francés, Emmanuel Macron, presentó en 2019 y retiró en 2020 a raíz de la pandemia volvió este martes 10 de enero a agitar el terreno social francés. No hay sorpresas en el texto que presentó la Primera Ministra Elisabeth Borne ya que esa reforma figuraba entre las propuestas que el jefe del Estado hizo durante la campaña electoral para las elecciones presidenciales que, en mayo de 2022, terminó con su reelección.
La sorpresa está, más bien, en el contenido modificado de la misma y en el hecho de que el Ejecutivo haya osado presentarla en un contexto altamente inflacionario. Pese a ello, la jefe de gobierno detalló una reforma que apunta a extender, de aquí a 2030, hasta los 64 años la edad mínima para jubilarse frente a los 62 años en curso. Desde el próximo mes de septiembre la edad legal aumentará cada tres meses hasta alcanzar los 64 años en 2030, lo que equivale a 43 años de cotizaciones. Estos años cotizados entrarán en vigencia en 2027 y no en 2035 como era hasta ahora. Según justificó Elisabeth Borne, se trata de “una elección política esencial” que apunta a “garantizar el equilibrio del sistema”. Los sindicatos, en un gran e inédito frente común, ya convocaron a una manifestación el próximo 19 de enero. En un comunicado conjunto, las centrales sindicales afirmaron que “nada justifica una reforma tal brutal”.
Esta es la medida más emblemática del segundo mandato de Emmanuel Macron y una en torno a las cuales el mandatario cambió de postura. Pasó del “no se tocará la edad de la jubilación” al doble intento de cambiarle. El presidente ya había incurrido en 2019 en una iniciativa semejante justo después del fin del movimiento de los chalecos amarillos. En ese entonces, a fuerza de manifestaciones y huelgas, la iniciativa presidencial se atoró en todos los sentidos hasta que, ya con la pandemia declarada, Macron la suspendió. A lo largo de 2021 y parte de 2022 no se volvió a hablar del tema y recién reapareció cuando se asomaron las elecciones presidenciales del año pasado. La reforma debió ser presentada en 2022 pero la presidencia y el Ejecutivo ampliaron la fecha para, entre tanto, negociar con los sindicatos, sus propios diputados y trabajar cuerpo a cuerpo a la opinión pública para que aceptara el trago amargo. Los dos principales sindicatos de Francia, CDFT y CGT, se opusieron desde el principio a una reforma cuyos enunciados iniciales eran más ambiciosos por cuanto se contemplaba aumentar hasta los 65 años la edad mínima para jubilarse. ”Del trabajo al cementerio”, comentó al portal Mediapart el Secretario General de la CGT, Philippe Martínez. En cuanto al dirigente de la CFDT, Laurent Berger reiteró que se oponía “a la reforma basada en el cálculo de la edad”.
Luego de la presentación del proyecto de reforma se hace evidente de que el gobierno modeló su primera intención. De 65 años se pasó a 64 y se adoptó el método ascendente cada tres meses. Enfrente no sólo tenía la guerra frontal de los sindicatos y el escaso acuerdo de la opinión pública, sino, sobre todo, la falta de una mayoría en la Asamblea nacional para que la reforme se apruebe sin trabas. El texto divulgado este martes 10 de enero es un compromiso entre varias dificultades. La reforma se aplica así de a poco y no de forma contundente como en otros casos anteriores. El sistema francés de jubilaciones es una montaña muy difícil de desplazar. El ex Primer Ministro Édouard Philippe dijo en un momento “los ingleses tienen a Irlanda, nosotros tenemos la jubilación”.
En el curso del primer mandato de Macron Édouard Philippe fracasó en su intento de instaurar una jubilación por puntos. Emmanuel Macron está convencido de que esta nueva trasformación pasará sin mayores obstáculos y que ello le permitirá recuperar el aura de reformista que se diluyó con los años. En un clima de guerra, inflación y aumento del precio de la electricidad Macron piensa que la opinión pública se resignará y aceptará esta reforma sin huelgas mayores. Sin embargo, los sondeos que tiene enfrente son muy negativos: 79% de los franceses (encuesta IPSOS) se opone a que se modifique la actual edad mínima para la jubilación (62 años). Lo poco que queda de la derecha republicana agrupada en el partido Los Republicanos saludó las medidas presentadas por la primera ministra. En el seno de la izquierda radical de Francia Insumisa (LFI) la posición es otra. El líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon, dijo en Twitter que” la reforma Macron/Borne es un grave retroceso social”. La diputada de LFI Clémentine Autain aseguró que se trata aquí de una “contra reforma tan violenta socialmente como inútil financieramente. Con esta carga el gobierno ataca los derechos de todos. ¡Movilización general para hacerlo retroceder !”. En cuanto a la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen dijo que “los franceses pueden contar con nuestra determinación para bloquear esta reforma injusta”.
Los sindicatos ya tenían pactada una reunión esta noche. Los 8 sindicatos (CFDT, CGT, FO, CFE-CGC, CFTC, Unsa, Solidaires, FSU) se encontraron para decidir cuándo se convocará a una huelga y a una manifestación en signo de protesta. El frente sindical fijó para el próximo 19 de enero la “primera manifestación” de lo que, alegan, será “el punto de partida de una potente movilización sobre la jubilación a través del tiempo”. Faltan varias etapas para la adopción definitiva de lo que los comentaristas llaman “la madre de todas las reformas”. Hay tiempo para medir fuerzas, negociar algunos arreglos y preparar a la opinión pública con vistas a la resignación o la batalla.