Síndrome

El misterio del 'síndrome de La Habana' crece: EE UU investiga nuevos casos en Europa

Al menos 4 diplomáticos estadounidenses que trabajan en Ginebra y París han sufrido la misteriosa dolencia neurológica, que ya ha afectado a unos 200 funcionarios en todo el mundo.

Estados Unidos investiga nuevos casos del ‘síndrome de La Habana’ en Europa: al menos otros cuatro diplomáticos estadounidenses han sufrido recientemente la misteriosa dolencia neurológica, que se registró por primera vez en Cuba en 2016 y que ya ha afectado a unos 200 funcionarios en todo el mundo.

De acuerdo con The Wall Street Journal, los presuntos ataques contra los funcionarios norteamericanos tuvieron lugar en Ginebra y París: tres diplomáticos resultaron afectados mientras prestaban su servicio el pasado verano en la ciudad suiza y uno en la capital francesa. La publicación detalla que una de estas personas fue evacuada de Suiza a EE UU para recibir tratamiento y que en Francia las autoridades de la embajada informaron, poco después, sobre otro caso sospechoso.

La situación, que un principio fue manejada de manera interna en cada país, ya ha sido comunicada al Departamento de Estado en Washington. Según el secretario de Estado, Antony Blinken, el gobierno estadounidense está trabajando “para llegar al fondo del misterio”. "Hasta la fecha, no sabemos exactamente qué sucedió y no sabemos exactamente quién es el responsable", ha insistido en una entrevista con el canal de televisión MSNBC. “Estamos trabajando horas extras en todo el gobierno para llegar al fondo de lo que pasó, quién es el responsable”.

200 CASOS DEL SÍNDROME DE LA HABANA

Los últimos episodios en Europa han hecho saltar las alertas por el número de casos confirmados del síndrome de La Habana. The New York Times reveló en mayo del año pasado que la administración de Joe Biden investigaría el misterio de las lesiones cerebrales que, hasta entonces, habían afectado a unos 130 espías, diplomáticos, soldados y otro personal estadounidense en países como Cuba, China, Siria, Tayikistán, Austria e incluso en ciudades como Washington y Miami, en los últimos cinco años.

Sin embargo, el caso más sonado a nivel mundial fue el que le dio nombre al síndrome: el escándalo de los ataques sónicos a diplomáticos en la embajada de EE UU en La Habana. El enigma de los “ataques acústicos” al personal estadounidense asentado en la capital cubana encendió las alertas internacionales a finales de 2016, cuando una “agresión sónica” sacudió la sede de la misión diplomática permanente de EE UU en la isla, provocando repercusiones significativas como mareos, confusión mental, sordera y lagunas de vocabulario básico en los afectados (entre ellos, además, trabajadores de la sede de Canadá en Cuba).

LAS TEORÍAS DEL CASO

Las teorías en torno al extraño caso apuntaban entonces hacia disidentes del aparato de inteligencia cubano, que habían “ejecutado los ataques sónicos para boicotear el deshielo entre Washington y La Habana; e incluso hacia un tercero como responsable: Rusia, Irán o Corea del Norte.

Una investigación independiente resolvió en 2019 que los ataques, en realidad, eran causados por grillos, pero el registro de incidentes en otros países ha vuelto a disparar las alarmas. Un año después, un informe publicado por la Academia Nacional de Ciencias sugería que los ataques podrían ser provocados por un arma de microondas o un dispositivo de energía dirigida. El Consejo de Seguridad Nacional explicó que todos los episodios que involucran al personal norteamericano en el extranjero incluyen "fenómenos sensoriales", como sonido, presión o calor, junto con o seguidos de síntomas físicos, como vértigo repentino, náuseas y dolor de cabeza o cuello. La mirada se fijó entonces sobre Moscú, que no tardó en tildar las acusaciones en su contra de "hipótesis fantasiosas".

Por su parte, las agencias de seguridad del Gobierno estadounidense han subrayado que ahora mismo están trabajando "activamente" para identificar la causa de estos incidentes "y si pueden ser atribuidos a agentes extranjeros". Mientras tanto, el misterio del síndrome de La Habana crece.