Idioma digital
España tiene la oportunidad de erigirse en potencia mundial del teletrabajo
España tiene en sus manos la posibilidad de atraer el teletrabajo europeo con medidas incentivadoras para la nueva clase digital trabajadora. Aunque la Ley Startups es insuficiente, emprendedores, autónomos y nómadas digitales podrían colocarnos a la cabeza de la economía digital al mismo tiempo que repoblamos la España vacía.
El idioma más hablado del futuro será digital. Si esto es así y va a transformarnos como nunca antes una revolución lo había hecho, España tiene una oportunidad de oro. Sin apartarse del todo de la vieja y antigua economía podría apostar decididamente por la Nueva Economía y convertirse en un Hub mundial del teletrabajo.
Imitando al Principado de Andorra, España tiene en sus manos atraer no sólo a youtubers, influencers sino a talento y emprendedores digitales, inversores y hasta el teletrabajo de media Europa. Contamos con el mejor paisaje, clima y gente. Nos faltaría adaptar la fiscalidad para que corra la voz que desde cualquier urbe o núcleo rural español se puede teletrabajar para sus jefes europeos. El objetivo es claro: atraer a la nueva clase digital con residencia permanente en España.
Uno de los primeros que lanzó esta fabulosa idea vino de otro emprendedor exitoso como Martin Varsavski. Amante de España, nacido en Buenos Aires, casado con una alemana y padres de varios hijos trilingües, ha vivido y viajado por todo el mundo. Sin embargo, no duda en trabajar y residir en un país como España con toda su descendencia.
A caballo entre Europa y todo el continente americano, Varsavski fue fundador de varias empresas tecnológicas exitosas, como Ya.com, Jazztel, FON, EINSTEINet, etc.
Con la crisis de la pandemia Varsavski propuso que España hiciera lo posible para que los teletrabajadores de Europa y del resto del mundo, puestos de moda repentinamente, pudieran hacerlo desde España.
Más de un año y medio ha transcurrido, poco hemos avanzado. Salvo que el teletrabajo se impone cada vez más en Norteamérica y Europa. Sin embargo, España sigue anclada en los paradigmas de la vieja economía sin salir de la peor crisis desde el final de la II Guerra Mundial: con el ladrillo y el turismo de bajo coste como máximos mandamientos y sin hacer sus deberes el todo en la economía 4.0
Todo ello podríamos conseguirlo aun a costa de retener en parte el modelo productivo actual si se quiere, aunque mejor de forma sostenible, pero nada nos impediría asumir el reto de convertirnos en el centro global del teletrabajo. Y de paso revitalizar la España despoblada que ya equivale a más del 70% del territorio nacional, mientras saturamos las grandes ciudades cada vez más inhóspitas.
Porque cada vez la economía será más verde y digital. No podemos esperar a que otros países se nos adelanten con la idea. Alemania ya trabaja para atraer a unos 300.000 expertos digitales de todo el mundo para cubrir puestos vacantes. El Reino Unido tras el brexit también está en ello. Algunas fuentes de la UE cifran en casi un millón el número de profesionales tecnológicos sin cubrir actualmente. En nuestro caso, a falta de datos fidedignos, presumiblemente nos falten muchos más de los 100.000 que algunas consultoras señalan.
Como decía algún medio, a la industria 4.0 de España le sobran máquinas y nos faltan profesionales cualificados. Pero para facilitar la acogida de talento extranjero, se nos abre la posibilidad de que desde la administración central, autonómica y local hagan los deberes. Lo mismo deberíamos esperar de partidos y sindicatos, que parecen ajenos a la revolución tecnológica y a la inmersión de la economía eco-digital.
LA FISCALIDAD DEBE ACOMPASARSE
Por un lado revisando la fiscalidad. Si en Andorra atrae a youtubers y el tipo marginal máximo está en el 10% y el mínimo en el 5% para ingresos menores de 24.000 euros anuales, por qué España no podría idear algo parecido para la nueva economía y las actividades digitales. Además, si ya existe la visa oro para atraer a nuevos ricos (chinos y rusos fundamentalmente) a cambio de comprar una vivienda a partir de 300.000 euros en adelante, también se podría facilitar la residencia a los aspirantes digitales fuera del espacio europeo con alguna alternativa razonable, especialmente en la España vacía que todos deseamos repoblar.
Por otro lado, las autonomías y los ayuntamientos podrían incluso ceder suelo y espacios deshabitados o de escaso rendimiento a este colectivo de la nueva economía global si fuera preciso para ubicar los nuevos centros corporativos. Los operadores de telecomunicaciones han de terminar de cablear el conjunto del territorio con fibra de alta velocidad y a un precio competitivo a escala internacional, a diferencia de las tarifas actuales que son una de las más caras y no siempre cumplen con la velocidad contratada, amén de los cortes e incluso nula conectividad en la España rural.
Importante es también el tema de infraestructuras básicas, como centros de salud, guarderías y escuelas multilingües (telescuelas), donde primen la internacionalización del personal, la multiculturalidad y la flexibilidad de horarios , aunque lo suyo sería dar la mejor cobertura online posible para afianzar la economía digital y primar así la telemedicina.
El analfabetismo lingüístico y en especial el digital al que nos está sometiendo algunos gobiernos secesionistas con su política de inmersión lingüística, por supuesto que no ayuda. Se puede ser global y hablar en casa lo que se quiera. Pero no podemos evitar que el mundo gire por mucho que nos empeñemos en imponer un solo idioma.
El idioma digital, es el idioma del futuro, junto con otras lenguas universales como el inglés, el español o el chino. Algún día dejaremos de ver un sólo idioma y nos acostumbraremos a ver nombres del callejero con códigos QR para los nómadas y turistas digitales que quieran seguir una determinada ruta de interés cultural.
Como tanto expatriado podría crear cierto conflicto a nivel político, ya es hora de introducir el voto digital como un ciudadano más de la calle con derecho a votar en las urnas o incluso a ser candidato por un partido a cualquier tipo de convocatoria electoral y no sólo en las municipales. La UE está tardando en cambiar la carta de derechos y principios digitales y en idear la primera Constitución Digital Europea del mundo que nos ampare de la revolución de los algoritmos, la inteligencia artificial, la robótica, el 5G o el blockchain entre otros, tanto de forma presencial como online.
Desgraciadamente el anteproyecto que ha preparado el actual gobierno en la Moncloa con la denominada popularmente la “Ley Startups” o Ley de Fomento del Ecosistema de las Empresas Emergentes, recogida en la iniciativa Agenda España Digital 2025, es un gran avance pero insuficiente en boca de sus críticos porque muchos de los puntos están condicionados a otros variables dependientes de la UE, como principalmente la concesión de partidas cuantiosas de los fondos europeos para la reconstrucción.
Para otros, lo que necesitamos es mayor seguridad jurídica para todo tipo de empresas (digitales o no), habida cuenta de tanta regulación pero escaso celo y tan lenta justicia. La reducción del impuesto de sociedades en sus 4 primeros años de existencia, son insuficientes en opinión de los críticos, porque normalmente coincide con el despegue del negocio y no siempre arroja beneficios. Tampoco queda claro si podrían acogerse a ese anteproyecto las tecnologías ya operativas en suelo español como parece interpretarse del borrador legislativo. Y tampoco es bien visto en el sector que se eliminen ciertos incentivos cuando un emprendedor decide acometer un nuevo proyecto después de haber fracasado en su primer intento.
Se podría concluir, como en otras de las escasas iniciativas legislativas de este gobierno, haber ideado una nueva ley pero sin suficiente entendimiento y consenso con el sector. Esta en concreto cuenta con escasa ambición política para colocar a España en la cabecera mundial de la economía digital en la era del 4.0.
No se trata de competir en tipos impositivos o salarios más bajos, sino en un conjunto de factores endógenos y exógenos que atraigan al talento, emprendedores y nómadas digitales por muchos años a España y a ser posible con más atractivas condiciones que en sus países de origen.
Tampoco se trata tanto de crear un nuevo Silicon Valley, sino simple y llanamente de que millares de asalariados y emprendedores extranjeros lo sean desde suelo español (consumiendo y pagando impuestos) en el ámbito de un sector emergente como es la nueva economía.
Poner tantas cortapisas administrativas y legislativas a iniciativas digitales que dicen algunos compiten contra otros negocios clásicos de la vieja economía (véase taxis, hoteles, riders, etc) no ayuda a favorecer el cambio. Y lo que es seguro, es que el cambio llegará. De nosotros depende que queramos estar entre los más adelantados.
FINLANDIA, LUXEMBURGO E IRLANDA, LIDERES DEL TELETRABAJO
Por de pronto, el teletrabajo no es exclusividad de las grandes tecnológicas tipo Google, Facebook, Twitter etc, sino también de otros muchos sectores. Según un reciente sondeo de la empresa Pollfish, una holgada mayoría de los norteamericanos son favorables al teletrabajo, incluso aplicándose cierta rebaja salarial. En España si en el año 2019, existían 1,5 millones de empleados teletrabajando en medio de la pandemia, esta cifra se ha disparado a los 3,5 millones, con tendencia creciente (hasta situarse en una tasa del 10%).
Países como Finlandia, Luxemburgo e Irlanda cuentan con una tasa del 22% aproximadamente de media de teletrabajadores. Los sectores más dados al teletrabajo corresponden hoy en día a: IT, educación, audiovisual, inmobiliario, financiero y servicios entre otros. No hay que descartar que cada vez surjan más oportunidades para el teletrabajo en otros ámbitos profesionales.
A favor tenemos, según un reciente estudio de la UE, el dato que España es junto a Estonia el país más avanzado en la digitalización de la administración pública. Para el 2025 nos hemos fijado que el 50% de los servicios públicos estén disponibles en app móviles, según reza el documento de España Digital 2025.
Si esto es así, reunimos las premisas para avanzar en la digitalización de la economía, la economía del dato, en aumentar las competencias digitales de los trabajadores y en mejorar la ciberseguridad, pudiendo igualmente hacer del teletrabajo un nuevo sector innovador para la economía europea desde suelo español. ¿Cuántos no querrían tener enfrente del balcón de su casa un paisaje lejos del gris del cielo, de sus calles y de sus habitantes transitando de casa al trabajo y del trabajo a casa?
La nueva política de Estado del ejecutivo con su agenda España 2025 está condicionada al parecer a nutrirse de unos 140.000 millones de euros de los fondos europeos de reconstrucción. Sin embargo, sentar las bases del teletrabajo desde suelo español no requiere tanto desembolso sino medidas creativas tanto en el ámbito fiscal como estructural, que hagan atractiva a la nueva clase digital la residencia (permanente o no) en España.