París
Francia: reprimen una protesta contra la reforma jubilatoria
En una nueva jornada de manifestaciones en las calles de París y otras ciudades de Francia, las autoridades ordenaron reprimirlas y se generaron disturbios.
La policía reprimió este martes a los grupos de manifestantes en París y otras ciudades de Francia durante otro día de protestas y paros contra la reforma jubilatoria impuesta por decreto por el presidente Emmanuel Macron.
Tras el rechazo del Gobierno francés al pedido de una "mediación" para buscar una salida al conflicto social, miles de personas salieron a las calles en la décima jornada de huelga general y movilización contra la reforma desde el 19 de enero.
En ese contexto se registraron incidentes entre manifestantes y fuerzas de seguridad en ciudades como Lille (norte de Francia) a Toulouse (sur), pasando por Rennes (oeste) o Lyon (este), pero de menor intensidad.
"Un total de 740.000 personas se reunieron en Francia, incluidas 93.000 en París", informó la cadena de televisión BFMTV, que citó al Ministerio del Interior francés.
En tanto, la Confederación General del Trabajo (CGT) de Francia estimó en más de dos millones los participantes en las huelgas en todo el territorio del país y juntos a otros sindicatos prevén organizar las próximas protestas el 6 de abril.
El vocero gubernamental, Olivier Véran, rechazó este martes la última propuesta de Laurent Berger, líder del principal sindicato, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CDFT), de buscar una "mediación" para hallar una vía de salida, y afirmó que pueden "hablarse directamente".
Las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos contra cientos de personas en París, donde manifestantes vestidos de negro y con la cara cubierta saquearon un comercio y prendieron fuego a basura, informó la agencia de noticias AFP.
Aunque las manifestaciones fueron mayormente pacíficas en un principio se volvieron violentas luego de que Emmanuel Macron aprobara la reforma jubilatoria por decreto para evitar una votación del proyecto en el Parlamento, que se prefiguraba complicada.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, dijo que jóvenes radicalizados planeaban "destruir, herir y matar" y que, por lo tanto, ordenó un despliegue "inédito" de 13.000 policías.
Darmanin también alertó de la presencia en París de "más de 10.000 radicales, algunos llegados desde el extranjero", en momentos en que el Gobierno intenta criminalizar las protestas, que siguen contando con un gran apoyo popular.
Por su parte el líder de la CGT, Philippe Martinez, dijo que "la movilización sigue siendo igual de importante" con "muchos jóvenes" en las marchas contra la suba de la edad jubilatoria de 62 a 64 años.
Esto es "la prueba de que el movimiento no se agota", agregó ante periodistas en la ciudad central de Clermont-Ferrand.
En este contexto de creciente tensión, el Gobierno y los sindicatos buscan cómo calmar los ánimos, pero firmes en sus posiciones: las organizaciones sindicales quieren la retirada o la suspensión de la reforma, algo que Macron rechaza.
Pese a la negativa del vocero gubernamental de buscar una "mediación", y en un gesto poco habitual durante esta crisis, los diputados centristas de MoDem, miembro de la alianza oficialista de Macron, apoyaron la propuesta de Berger para "tratar de encontrar el diálogo" con cierta perspectiva.