DESDE MARSELLA
Frente a los naufragios en el Mediterráneo, el Papa pidió "hechos y no palabras"
Al homenajear a migrantes muertos en altamar, Francisco reclamó que "no resignarnos a ver seres humanos tratados como mercancía de cambio".
El papa Francisco pidió este viernes que haya "hechos y no palabras" frente a lo que denominó como la "tragedia de los naufragios" en el Mar Mediterráneo, al recordar en Marsella a las personas "que no sobrevivieron" en su búsqueda de llegar a Europa por vía marítima.
Al iniciar una visita de dos días centrada en echar luz sobre la situación migratoria en Europa, el Papa calificó además como un "gesto de odio" que se impida a las ONGs salvar a las personas en altamar, ya que consideró que socorrer a los náufragos es "un deber de civilización".
"Ante nosotros está el mar, fuente de vida, pero este lugar evoca la tragedia de los naufragios, que provocan muerte", planteó el pontífice al homenajear a los migrantes muertos junto a líderes de otras religiones en un monumento emplazado al pie de la Basílica de Marsella.
"Estamos reunidos en memoria de aquellos que no sobrevivieron, que no fueron salvados", desarrolló luego Jorge Bergoglio.
Un símbolo de las personas ahogadas
El memorial desde el que habló Francisco, dedicado a "los héroes y las víctimas del mar", fue construido en 1913 como un recuerdo a los marineros muertos en el Mediterráneo, pero a la luz de la explosión de las olas migratorias fue convertido en un símbolo de las personas ahogadas en los últimos años en búsqueda de llegar a Europa.
"No nos acostumbremos a considerar los naufragios como noticias y a los muertos como cifras; no, son nombres y apellidos, son rostros e historias, son vidas rotas y sueños destrozados", convocó el Papa, en un marco en el que en diversos países europeos han aumentado las tensiones por la acogida de las personas que llegan a los puertos del sur del continente.
En ese marco, el pontífice recordó a "los numerosos hermanos y hermanas ahogados en el miedo, junto con las esperanzas que llevaban en el corazón". "Frente a semejante drama no sirven las palabras, sino los hechos. Pero antes, hace falta humanidad: silencio, llanto, compasión y oración", reclamó Bergoglio, que con 86 años emprende este fin de semana su viaje 44 como Papa fuera de Italia desde su elección en 2013.
"No nos acostumbremos a considerar los naufragios como noticias y a los muertos como cifras; no, son nombres y apellidos, son rostros e historias, son vidas rotas y sueños destrozados"
Papa Francisco
Con un aumento sostenido de las personas llegadas al continente desde el norte de África y Medio Oriente, el tema migratorio se ha convertido en uno de los ejes centrales del pontificado de Francisco, que en 2013 hizo su primer viaje como Papa fuera de Roma a la isla italiana de Lampedusa, convertida ya entonces en un símbolo mundial de las migraciones.
De hecho, en diálogo con los periodistas a bordo del avión papal, entre ellos un enviado de Télam, el Papa planteó que espera que el viaje de este fin de semana tenga el mismo éxito que el de hace una década.
"Así este espléndido mar se ha convertido en un enorme cementerio, donde muchos hermanos y hermanas se ven privados incluso del derecho de tener una sepultura, pero la única a ser sepultada es la dignidad humana", denunció hoy el Papa.
"No podemos resignarnos a ver seres humanos tratados como mercancía de cambio, aprisionados y torturados de manera atroz; no podemos seguir presenciando los dramas de los naufragios, provocados por contrabandos repugnantes y por el fanatismo de la indiferencia", reclamó Francisco, que otras veces ya había denunciado la existencia de "campos de concentración" en algunos países de origen de los migrantes, como Libia.
Para el Papa, en definitiva, "deben ser socorridas las personas que, al ser abandonadas sobre las olas, corren el riesgo de ahogarse".
Esa misión, según sentenció en lo que fue leído como un fuerte apoyo a las ONGs que trabajan en el Mediterráneo, "es un deber de humanidad, es un deber de civilización".
Luego, en un respaldo explícito, agradeció a quienes hacen rescates.
"Veo tantos de ustedes que van al mar a salvar a los migrantes y que a veces les impiden ir. Son gestos de odio contra el hermano, travestidos de equilibro. Gracias por lo que hacen", les dijo a los participantes del homenaje a migrantes.
"Veo tantos de ustedes que van al mar a salvar a los migrantes y que a veces les impiden ir. Son gestos de odio contra el hermano, travestidos de equilibro. Gracias por lo que hacen"
Papa Francisco
A la cabeza de un encuentro interreligioso que sirvió de antesala a la reunión con obispos católicos y jóvenes que tendrá el sábado, el Papa sostuvo: "Nosotros los creyentes, por tanto, debemos ser ejemplares en la acogida recíproca y fraterna".
"A menudo las relaciones entre los grupos religiosos no son fáciles, pues la larva del extremismo y la peste ideológica del fundamentalismo corroen la vida real de las comunidades", analizó en esa dirección.
"Hermanos, hermanas, afrontemos unidos los problemas, no hagamos naufragar la esperanza, ¡formemos juntos un mosaico de paz!", convocó luego el Papa.
Antes del encuentro interreligioso de homenaje a los muertos en el mar, Francisco pidió este viernes a la Iglesia de Marsella que se abra a los migrantes, al dar su primer discurso en la ciudad del sur de Francia.
"Abramos las puertas de las iglesias y las casas parroquiales, pero sobre todo las del corazón, para mostrar el rostro de Nuestro Señor a través de nuestra mansedumbre, amabilidad y hospitalidad", planteó el pontífice al encabezar una oración mariana con el clero diocesano en la Basílica Notre Dame de la Garde.
"Que cualquiera que se les acerque no encuentre distancias y juicios, sino el testimonio de una humilde alegría, más fructífera que cualquier capacidad ostentosa", agregó el pontífice de cara a los sacerdotes locales en una ciudad a la que definió antes de llegar como una "ventana" al Mediterráneo.
El año pasado, el pontífice había reclamado que Europa "no deje solos" a los cuatro países que reciben más personas, Italia, España, Grecia y Chipre y que se cumplan las cuotas de reparto de migrantes.
El pedido de Francisco es compartido especialmente por Italia, que denuncia que países del norte cierran sus fronteras y la obligan a gestionar a todas las personas llegadas por el Mediterráneo, especialmente en el caso de Francia en la zona de Ventimiglia y Austria en la región alpina del Brennero.
El pedido de Francisco es compartido especialmente por Italia, que denuncia que países del norte cierran sus fronteras y la obligan a gestionar a todas las personas llegadas por el Mediterráneo.
En el vuelo hacia Marsella, de hecho, el Papa calificó como "una crueldad, una terrible falta de humanidad" la situación en Lampedusa, donde se han aglomerado miles de migrantes llegados en las últimas semanas que no encuentran sitio en otros países de Europa.
Por la gravedad de la situación, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, visitó la isla la semana pasada y prometió una "respuesta común" del bloque regional, como pide el Gobierno italiano con apoyo del Papa.
Un Papa en Marsella, 500 años después
La visita a Marsella de 27 horas que Francisco inició este viernes es la primera de un pontífice en casi 500 años. La última presencia de un Papa en la ciudad puerto del Mediterráneo fue la de Clemente VII en 1533, años después de que Julio de Médicis llegara a ser elegido Sumo Pontífice.
En el décimo año de su pontificado, cuidando sus relaciones con la monarquía francesa, desembarcó en Marsella por mar para celebrar el matrimonio del futuro rey Enrique II con Catalina de Médicis, su sobrina, y fue el último año en que un Papa estuvo presente en Marsella.
Años antes, la primera visita papal a la ciudad de Marsella se remonta al Beato Urbano V (1310-1370), en una época en que Provenza era independiente pero aún no formaba parte de Francia.
Luego, Gregorio XI, el último Papa francés, permaneció doce días en la ciudad antes de embarcar hacia Roma.
Francisco y su recuerdo de Fernando Botero
Durante el tradicional saludo a los periodistas que lo acompañan en el viaje, el papa Francisco tuvo esta vez un recuerdo especial hacia el artista colombiano Fernando Botero, fallecido la semana pasada a los 91 años.
A través del periodista Néstor Pongutá, el pontífice recibió un caluroso saludo de la familia del escultor y devolvió el gesto con un rezo por la memoria del también pintor y dibujante. "Les doy la bendición y rezo por esas intenciones", saludó a la familia del maestro colombiano en un video que grabó mientras sobrevolaba el cielo italiano hacia Marsella.
El Papa habló al clero local en la Basílica del campanario interminable
La Basílica marsellesa en la que el pontífice se reunió con el clero local, una de las joyas arquitectónicas de la ciudad, tiene como atracción principal un campanario de 41 metros de alto visible desde buena parte de la zona.
Con una construcción iniciada el 11 de septiembre de 1853 y finalizada el 4 de junio de 1864, el acceso a la Basílica, desde donde se puede disfrutar de una magnífica vista de la ciudad y del Mediterráneo, se realiza a través de una escalera de 35 metros de largo que conduce a un puente levadizo.
El complejo, formado por una iglesia de estilo neobizantino en el nivel superior y una austera cripta de estilo románico en el nivel inferior, cuenta con un suntuoso campanario de 41 metros de altura, en lo alto del cual se puede admirar la imponente estatua de la Virgen de 11,20 metros de altura y 9.796 kilogramos de peso, en cobre dorado. La estatua, instalada en 1870, es obra del escultor parisino Eugène-Louis Lequesne.
De hecho, durante su discurso, el Papa hizo mención a "la gran estatua que se alza en su cima, que la representa sosteniendo la bendición del Niño Jesús: aquí, como María, llevamos la bendición y la paz de Jesús a todas partes, a cada familia y a cada corazón. Es la mirada de misericordia".
Oraciones por los migrantes
Además de los pedidos por las personas muertas en el Mediterráneo que caracterizaron el primer día de la visita del papa Francisco a Marsella iniciada este viernes, varias personas que hablaron junto al pontífice en el Monumento a los náufragos dedicaron sus intenciones a quienes se ahogaron en el denominado "Mare Nostrum".
"Hoy miles de personas son arrojadas a las calles y a los mares del mundo por la guerra, la pobreza, la persecución política o religiosa", lamentó por ejemplo el sacerdote Alexis Leproux, miembro de Marseille Espérance:
"Despeja su camino, no te canses de guiarlos para que nadie se pierda, para que encuentren puertas y corazones abiertos para acogerlos, una tierra donde descansar, un futuro para ellos y para sus hijos", agregó luego el abad Jean-Philippe Rigaud, del grupo Stella Maris.
Desde Cáritas, Monseñor Xavier Malle, pidió a Dios que aparte "de ellos la tentación de la violencia y la desesperación", mientras que Anne Giraud, del Servicio Diocesano de Pastoral de los Migrantes, deseó que "todos los que tienen la tarea de acogerlos" puedan tener "un corazón humilde, capaz de escuchar a estos hombres y mujeres exiliados, para aprender a conocerlos y comprenderlos".
Encuentro con Macron
Si bien este fin de semana Francisco no irá a la capital París, el Papa sí se reunirá con el presidente francés Emmanuel Macron en Marsella, con el que tendrá un encuentro privado el sábado, la cuarta reunión bilateral desde la asunción del mandatario en 2017
Bergoglio regresará a Roma el sábado, luego de despedirse de Marsella con una misa en el Velódromo local, en la que se espera también la presencia de Macron, pese a las críticas que recibió el presidente francés de sectores que consideran que su presencia no corresponde con el espíritu laico del país.