ESTADOS UNIDOS
La Casa Blanca nominará por primera vez a una mujer afrodescendiente para la Corte Suprema
La candidata será designada para reemplazar al juez progresista Stephen Breyer, de 83 años, quien a fines de enero anunció su jubilación para mediados de este año.
La Casa Blanca inició esta semana los preparativos para nominar a una mujer negra a la Corte Suprema de Estados Unidos, una decisión histórica prometida por el presidente Joe Biden durante la campaña electoral que, sin embargo, podría tambalearse en el Senado ante la fragilidad de la mayoría demócrata.
La candidata será designada para reemplazar al juez progresista Stephen Breyer, de 83 años, quien a fines de enero anunció su jubilación para mediados de este año.
El magistrado, nombrado en 1994, dio el paso tras meses de una intensa campaña que exigía su renuncia antes de los comicios legislativos de noviembre, cuando el oficialismo podría perder el control de la Cámara alta -encargada de validar los nombramientos- y, en consecuencia, la oportunidad de nombrar otro juez progresista.
"La persona que nombraré tendrá cualificaciones, una personalidad, una experiencia y una integridad extraordinarias. Y será la primera mujer negra designada para la Corte Suprema", dijo Biden en una rueda de prensa, tras conocer la partida de Breyer.
"Era más que hora", sentenció el gobernante, quien precisó que la elección se hará pública "a finales de febrero".
Sin tiempo que perder, Biden se reunió el pasado martes con el presidente del Comité Judicial del Senado, Dick Durbin, y su principal legislador republicano, Chuck Grassley, para discutir sobre la asignación de la vacante, que podría ser la única otorgada por el mandatario demócrata.
La relevancia de este nombramiento vitalicio es clave para que el oficialismo pueda garantizar un cierto equilibrio de poder en la Corte Suprema, que se vio alterado en la presidencia del republicano Donald Trump (2016-2020) cuando pasó a tener una mayoría conservadora de seis de los nueves jueces que la integran.
El máximo tribunal ejerce de árbitro en muchos debates sociales importantes en el país y este año deberá definir si mantiene el derecho al aborto, si extiende el derecho a portar armas o si desmantela ciertas regulaciones ambientales.
Sin embargo, el proceso se anuncia complejo para el inquilino de la Casa Blanca.
En un Senado compuesto por 50 demócratas y 50 republicanos, la vicepresidenta Kamala Harris daría el voto diferencial que permitiría validar el nombramiento, pero para ello el oficialismo debe votar en bloque y sin ausencias.
De ahí el interés de Biden de nombrar una candidata que pueda generar consenso entre los opositores moderados.
También el calendario juega en su contra dado que la Cámara alta suele tardar al menos dos o tres meses en confirmar a los nominados, algo que podría favorecer a la oposición, que espera recuperar el Senado en las elecciones de noviembre y bloquear así el nombramiento.
En los últimos días, varios republicanos criticaron la decisión de Biden de elegir a una mujer negra para ocupar el cargo.
"Envía un mal mensaje a otras personas que no pueden competir por una nominación, como un asiático o alguien de otra raza, y también denigra al eventual nominado porque la gente siempre sospechará que no la obtuvo por méritos", dijo el senador de Texas John Cornyn, miembro del Comité Judicial.
En tanto, su correligionario Ted Cruz, calificó a esta decisión de "ofensiva", mientras que el senador de Mississippi Roger Wicker consideró que la candidata será "beneficiaria" de lo que llamó "discriminación racial afirmativa".
Unas declaraciones que para la doctora en Historia y especialista en Estados Unidos, Valeria Carbone, revelan el "sexismo" y "racismo" de estas premisas.
En diálogo con Télam, Carbone explicó que 108 de los 115 jueces de la Corte Suprema estadounidense fueron hombres blancos: "Si estamos hablando de la posibilidad de que se nomina a la primera mujer afrodescendiente es porque la raza y el género prevalecieron como factores tanto incluyentes como excluyentes para la nominación de candidatos a cargos públicos, la Corte incluida, independientemente de sus calificaciones".
No obstante, precisó que en este caso parece haber causado más polémica la cuestión racial que la de género, ya que en 2020 cuando Trump nominó a una jueza blanca y conservadora no desató este debate.
Entonces la magistrada reemplazó a otra mujer blanca, algo que muchos vieron como "mantener el equilibrio" pese a que representaban tendencias políticas opuestas, mientras que ahora una mujer negra sustituirá a un hombre blanco y grupos conservadores sienten que la balanza se está inclinando "hacia un lado no deseable", expresó.
Más allá de estos ataques, algunos republicanos señalaron que el proceso no debería ser controvertido porque no altera la actual mayoría conservadora del tribunal e incluso expresaron su apoyo a algunas de las presuntas candidatas.
Si bien la Casa Blanca estaría barajando una docena de nombres, son tres los que más resuenan en los medios: Ketanji Brown Jackson, de 51 años y miembro de la Corte Federal de Apelaciones en Washington; Leondra Kruger, de 45 años y magistrada de la Corte Suprema de California; y Michelle Childs, de 55 años, jueza federal en Carolina del Sur.
Jackson, una graduada de Harvard que trabajó para Breyer y se desempeñó como asistente del defensor público federal, fue nombrada el año pasado a su actual cargo por el proprio Biden, mientras que Kruger trabajó como secretaria de un difunto juez asociado a la Corte Suprema y fue fiscal general adjunta interina en el Gobierno de Barack Obama.
Childs, que se formó en la educación pública, fue nominada en diciembre pasado por el presidente a la Corte Federal de Apelaciones de la capital -aún pendiente de confirmación- y cuenta con el respaldo del congresista demócrata Jim Clyburn, arquitecto de la promesa de Biden de nombrar a la primera mujer negra al máximo tribunal, y del senador republicano Lindsey Graham, quien la tildó de la "mejor persona" para el puesto.
La confirmación de la elegida será decisiva para Biden, quien podría recuperar parte de la popularidad perdida entre su electorado, principalmente el afroestadounidense, cuyo apoyo durante la campaña presidencial y en las urnas fue determinante.
Criticado por haber hecho grandes promesas sobre derechos civiles y violencia policial que no ha logrado concretar, este nombramiento daría al mandatario una victoria clave de cara a los comicios de noviembre.