parricidio

La Justicia de EE.UU. le negó la libertad condicional de Erik Menéndez a 36 años del crimen de sus padres

Los hermanos Menéndez fueron condenados a prisión perpetua por el asesinato ocurrido en agosto de 1989.

La Justicia negó la libertad condicional a Erik Menéndez, condenado a prisión perpetua por haber matado a sus padres en 1989 junto con su hermano Lyle. La Junta de revisión de California rechazó la solicitud tras considerar que representa un “riesgo irrazonable de peligro para la sociedad”.

La audiencia virtual se realizó este jueves 21 de agosto, un día después de que se cumplieran 36 años del crimen. Duró unas 10 horas e incluyó declaraciones de la Oficina del Fiscal de Los Ángeles y de muchos testigos del caso.

Desde el Centro Correccional de San Diego, Erik afirmó que “no reincidirá y es responsable de los crímenes”. También aseguró que no representa una amenaza a la seguridad pública, sin embargo, sus promesas no fueron suficientes para las autoridades judiciales que tratan el caso.

Ahora, Erik deberá esperar un mínimo de tres años para programar la próxima audiencia. La única alternativa le queda es el gobernador del Estado: si el mandatario decidiera revocar el fallo, podría otorgarle una salida de la prisión, según informó la agencia EFE.

Qué pasará con Lyle Menéndez

Lyle, también acusado de parricidio, será escuchado este viernes por la Junta de revisión. Si bien su caso será analizado por separado del de Erik, la decisión que tomaron las autoridades sobre su hermano anticipa un pronóstico poco favorable para él.

El parricidio de Beverly Hills

El asesinato de José y Kitty Menéndez ocurrió el 20 de agosto de 1989 en la mansión familiar de Beverly Hills, en California. Los hermanos, entonces de 21 y 18 años, dispararon a sus padres mientras veían televisión, intentando simular un ataque mafioso. Sin embargo, la confesión de Erik a su terapeuta llevó a su arresto.

Durante el juicio, la defensa alegó que los hermanos actuaron tras años de abuso psicológico y sexual por parte de su padre -un influyente ejecutivo discográfico- y una madre negligente.

La Fiscalía, en cambio, los acusó de planear el crimen para obtener una millonaria herencia. Un primer jurado no alcanzó un veredicto, pero el segundo los condenó a cadena perpetua.

Desde que fueron condenados, los hermanos estudiaron, participaron en clases de autoayuda y comenzado varios grupos de apoyo para otros reclusos.