los horrores del cirujano
Le Scouarnec da detalles de su 'modus operandi': "Cuanto más vil era, más placer me producía"
El tono monocorde, casi de letanía, con el que el excirujano Joël Le Scouarnec testificó este martes en el tribunal que le juzga por casi 300 abusos y violaciones, la mayor parte de ellas pederastas, contrastó con la violencia de los hechos que fue reconociendo, un catálogo de horrores que incluyen escatología, exhibicionismo, zoofilia y sadismo.
En pie, con la mirada serena, el médico que ejerció durante más de tres décadas en diferentes clínicas y hospitales del este de Francia fue desenmarañando cómo abusó de centenares de pacientes y la manera en la que iba consignando en sus diarios sus perversiones.
Un catálogo que delitos que, cuando fue descubierto en 2017, abrió la mayor investigación por pederastia de Francia y que constituye la base de la acusación por la que Le Scouarnec, ahora de 74 años, se enfrenta a 20 años de reclusión.
El tribunal se centró en la lectura de algunos de aquellos horrores que el médico fue reconociendo, sin apenas emoción.
Durante el testimonio, el septuagenario también ha dado detalles del momento preciso en el que empezó a interesarse sexualmente por menores. "Desde 1984-1985. Todo comenzó cuando mi sobrina me abrazó. Su tacto me produjo una especie de placer, aunque sé que la palabra quizá sea un poco fuerte. En ese momento empecé a querer meter mi mano en sus bragas... después de eso, incrementé los tocamientos", fue engarzando sus recuerdos en un tono que producía escalofríos por la falta de emción. Lejos de mostrarse afectado, el acusado parecía estar hablando del alza de los valores en la bolsa.
A lo largo de los años, Le Scouarnec fue acumulando víctimas y alimentando sus obsesiones perversas. Poco a poco, en su declaración fue desgranando sus juegos con muñecas que identificaba con niñas, con maniquís a los que hablaba de sexo o con sus mascotas.
Reconoció que empezó a coleccionar fotografías de niños desnudos que encontraba en revistas y a partir de ahí se abrió la caja de Pandora de lo más escabroso. En su computadora encontraron videos de decapitaciones antiguas y actuales y de judíos entrando en cámaras de gas.
En paralelo, fue afinando su método para abusar y violar a sus pacientes, para someterlos a tocamientos que iba escribiendo de forma minuciosa en sus diarios.
Diarios "sin censura"
El excirujano confesó que contaba "sin censura" todo en sus relatos: "No me censuré. A medida que avanzaba, utilizaba palabras cada vez más groseras. Lo escribí todo". En los diarios incluso llegaba a cuantificar sus eyaculaciones diarias. "Todos los años, a principios de año, releía todo el año anterior, con el objetivo de corregir errores ortográficos", explicó y agregó que también los usaba para masturbarse.
La presidenta del Tribunal de lo Criminal de Morbihan, en Vannes, Aude Buresi, le preguntó si reconocía como violación las penetraciones digitales que cometió en decenas niñas, a lo que él respondió afirmativamente, tras reconocer que hasta ahora no fue capaz de asumir esos hechos, porque esa palabra le parece "terrible".
Tampoco negó que puedan existir más víctimas --que ellas mismas ignoran que lo son-- que las que aparecen en el sumario, las 299 que los gendarmes fueron identificando a partir de los relatos de sus diarios en un trabajo que dejó secuelas en los investigadores.
El pasado viernes ya añadió una más, su propia nieta, de la que reconoció, tan solo unos instantes después de la declaración de su hijo, el padre de la pequeña, haber abusado.
Le Scouarnec repasó también la forma en la que evitaba que sus colegas le sorprendieran en sus actos criminales, pese a que en ocasiones levantó sospechas, como cuando en 2004 fue condenado a cuatro meses de cárcel exentos de cumplimiento por tenencia de material pedófilo. A pesar de ello, siguió trabajando en contacto con menores hasta su jubilación, en 2017, poco antes de su detención.
"Mi actividad pedófila no tuvo ninguna incidencia en mi actividad profesional", aseguró el acusado, detenido en una casa insalubre en 2017 y que reconoció que apenas se duchaba.
"Aprovechaba las ocasiones que se me presentaban, cuando me quedaba a solas con los pacientes", confesó el acusado, que reconoció que solo en una ocasión sedó a una de las pacientes para abusar de ella.
Fuera del tribunal, la abogada de una decena de las víctimas criticó la "farsa" de la declaración del acusado, que ha eludido admitir algunos delitos que se le imputan con el argumento de que tiene una "memoria selectiva" para hechos de "la vida cotidiana". "Lo que se nos ofrece desde el estrado es una farsa", ha espetado la abogada Francesca Satta. Satta ha criticado las "contradicciones constantes" del excirujano, del que dijo que está declarando "una cosa y la contraria". Por ello, ha señalado que no puede "dar credibilidad" a sus declaraciones, ya que sigue negando parte de los hechos.