La situación en la Franja
Netanyahu aprovecha la fragilidad del plan de paz de Trump para asegurarse la partición de Gaza
El plan de paz de EEUU para Gaza se estanca por las rupturas israelíes de la tregua, el rechazo de Hamas a desarmarse y el alto riesgo de partición del enclave palestino.
El ejército israelí ocupa el 53% de la Franja de Gaza y no parece que tenga mucha intención de abandonar ese territorio. Alega amenazas contra su seguridad y la existencia de guerrilleros de Hamás también en esa zona prohibida a los gazatíes. Sin embargo, las dificultades para conformar una fuerza internacional de pacificación en Gaza que permita implementar la segunda fase del plan de paz estadounidense y la existencia ya de proyectos para reconstruir solo la zona controlada por Israel apuntan al triunfo de los sectores más extremistas del Gobierno y la sociedad israelíes, favorables al dominio total de la parte de la Franja ocupada por sus tropas.
El cacareado plan de paz del presidente estadounidense, Donald Trump, para Gaza, tras dos años de destrucción y genocidio a manos del ejército israelí orquestados por el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, hace aguas por todas partes. Incluso el logro de la tregua se ve desafiado por los impunes ataques israelíes a la población gazatí y las escaramuzas protagonizadas por unidades de Hamás que no contemplan la entrega de las armas y reclaman un protagonismo político y militar en una Gaza reconstruida que Tel Aviv y Washington nunca les concederán.
No llega la ayuda prometida para la población de Gaza
Tampoco está entrando en Gaza toda la ayuda humanitaria prometida. Israel anunció este miércoles la apertura del paso de Zikim, en el noroeste de Gaza. Este será el tercer cruce fronterizo, junto a los de Kerem Shalom y Kissufim, habilitado para la llegada de ayuda humanitaria a la Franja. Sin embargo, sigue cerrado el de Rafah, que une Gaza con Egipto y es el más importante de todos los cruces. El acuerdo de paz impulsado por Trump incluía la apertura de este paso de Rafah.
A pesar de que ha pasado un mes desde la firma de la tregua, la comida es suministrada a cuentagotas y es insuficiente para alimentar a los más de dos millones de gazatíes. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha denunciado que solo están entrando en Gaza el 41% de los camiones acordados con Israel en el alto el fuego supervisado por EEUU.
La agencia de la ONU para la infancia, UNICEF, denunció este miércoles que las partidas de material médico esencial, como jeringuillas para vacunar a los niños y refrigeradores para conservar las vacunas, están siendo bloqueadas por el ejército israelí, que impide el paso de tecnología médica básica por considerarla susceptible de ser empleada por las milicias de Hamás para acciones bélicas. Las organizaciones de ayuda médica no pueden tampoco acceder a muchas zonas de Gaza también bloqueadas precisamente por la artificial división impuesta por Israel del territorio de la Franja.
La “Línea Amarilla” puede partir en dos Gaza de forma permanente
Mientras los gazatíes luchan por su supervivencia diaria, crece el riesgo de que se convierta en una frontera definitiva la llamada “Línea Amarilla” que parte en dos mitades la Franja, la mayor de ellas controlada y ocupada por el ejército israelí, que sigue a la caza de los guerrilleros de Hamás y la Yihad Islámica que puedan seguir entre las ruinas dejadas por sus bombas. Esta semana, varios medios israelíes, entre ellos el prestigioso diario Al Haaretz, reflejaron la alarma formulada por altos funcionarios europeos a la agencia Reuters sobre el peligro de que la reconstrucción selectiva de la parte de Gaza dominada por Israel pueda llevar a una partición de facto del enclave palestino.
Según publicó The Atlantic, Estados Unidos estudia construir “viviendas temporales” para 25.000 palestinos “seleccionados” que estarían habilitadas en barrios residenciales de la parte de Gaza controlada por Israel. Ese medio estadounidense citó un correo electrónico enviado por el teniente general estadounidense Patrick Frank, quien dirige el Centro de Coordinación Civil-Militar en Kiryat Gat, Israel, en el que se urgía a poner ya en marcha ese plan.
De nuevo el yerno de Trump en la foto
Es decir, los entre 200 y 400 militares, funcionarios y ejecutivos estadounidenses que están funcionando en Kiryat Gat se encuentran en este Centro para aplicar la letra pequeña del acuerdo de paz de Trump, del que los gazatíes, en su inmensa mayoría, no serían los beneficiarios, sino las empresas de EEUU e Israel implicadas en el proyecto. ¿Y quién estaría detrás del impulso de esta operación inmobiliaria? Nada menos que el yerno de Trump, el magnate y bróker Jared Kushner, y el propio vicepresidente estadounidense, JD Vance.
Esos desplazados gazatíes “seleccionados” para habitar la parte de Gaza bajo control de Israel no deberán tener ningún vínculo con Hamás. El permiso para moverse hacia el lado israelí de la línea amarilla deberá ser aprobado por el Shin Bet, el servicio de seguridad interior y contrainteligencia de Israel. Solo los palestinos que han pasado este filtro podrán vivir en las nuevas comunidades contraladas por el ejército judío.
Este proyecto recuerda demasiado a aquella apuesta del propio Trump para convertir Gaza en un complejo turístico internacional en el que trabajaría parte de la población palestina al servicio de los ocupantes israelíes y sus amigos estadounidenses inversores. Este plan de habitabilidad de la mitad de Gaza desgajada por la fuerza de la Franja tiene fuertes detractores en Europa, el mundo árabe y los países musulmanes, dispuestos a la reconstrucción del enclave palestino, pero como una unidad.
Tales informaciones apuntan, pues, a la posibilidad muy alta de que se produzca esa partición de Gaza como dádiva a Netanyahu y sus halcones por su aquiescencia con el plan de paz de Trump. Según los seis funcionarios europeos y un ex alto cargo estadounidense citados por Reuters y Al Haaretz, la división sería entre un territorio controlado por Israel y otro gobernado por Hamás, dado el fracaso de Netanyahu para acabar con los varios miles de milicianos de esa organización. Sí en cambio, tuvieron éxito a la hora de asesinar a cerca ya de 70.000 palestinos, la inmensa mayoría mujeres y niños.
El plan de Trump, estancado
En tales circunstancias parece difícil que salgan adelante las siguientes fases del plan de paz de Netanyahu, que incluyen ese desarme total de Hamás, el despliegue de tropas internacionales en Gaza (se supone que en la zona palestina) y la creación de una Administración compuesta por técnicos palestinos y de otros países musulmanes, pero gestionados y dirigidos por la Casa Blanca, como señalaba el acuerdo.
En el documento firmado por Hamás e Israel hace un mes, la segunda fase del plan de Trump contempla una retirada progresiva del ejército israelí mucho más allá de la Línea Amarilla, apoyada por la fuerza de seguridad multinacional que debería supervisar el proceso de reconstrucción de Gaza, el desarme de Hamás y la creación de ese gobierno o autoridad interina de transición.
Pero esta segunda fase queda en el aire, no solo por los ataques reiterados de Israel donde le place en la Franja, la negativa a desarmarse de Hamás (expuesto a su aniquilación total por el ejército israelí), y la falta de acuerdo sobre la composición del contingente internacional. Lo que falta, sobre todo, es la delimitación de plazos y una estrategia de implementación del plan.
Macron ofrece “gendarmes” franceses para Gaza
El presidente francés, Emmanuel Macron, ofreció este martes que el ejército de su país ayudará a las fuerzas palestinas a obtener el control de Gaza con “más de un centenar de gendarmes” y con la implicación de la Unión Europea en la gestión de los pasos fronterizos con Egipto e Israel.
El problema es que esta promesa se la hizo al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmund Abás, precisamente a la que los israelíes no quieren ver en el proceso de estabilización de Gaza con sus propias fuerzas policiales. Esta presencia de la ANP intentando desarmar a sus rivales de Hamás, que les echaron del poder en Gaza y les redujeron a Cisjordania con apoyo financiero de Israel en 2007, llevaría con pocas dudas a una guerra civil en la Franja.
Las propuestas de Macron, en todo caso, son siempre grandilocuentes y poco efectivas, como cuando ofreció enviar tropas francesas y europeas en general a Ucrania como un contingente de paz a Ucrania para forzar a Moscú a firmar la paz.
La llave del conflicto en EEUU y su eventual aproximación a la ANP
La composición y los plazos para el despliegue de esa fuerza internacional de estabilización para Gaza se están discutiendo en la ONU, pero es EEUU quien, con su poder de veto, puede imponer las pautas que le indique Israel. Al menos, Washington tiene preparada una resolución para el Consejo de Seguridad de la ONU que otorgaría al contingente internacional un mandato de dos años.
Tal y como ha quedado arrasada Gaza, ese periodo de tiempo sería exiguo a todas vistas para monitorizar con éxito las tareas de reconstrucción. Por eso nadie, salvo el entusiasta Macron, está dispuesto a enviar tropas a Gaza, un auténtico suicidio político y posiblemente militar en estos momentos.
En estas condiciones, solo Washington puede presionar adecuadamente a Netanyahu. Este dice que no quiere ocupar Gaza, aunque meses atrás insistía en que el control militar israelí del enclave palestino sería “permanente”. Al tiempo, sus compañeros de Gobierno más radicales ya están haciendo planes para su eventual recolonización.
El tiempo corre en contra y es necesario llenar el vacío de poder que existe en Gaza, sobre todo en la parte de la Franja que ocupan los desplazados palestinos. Hamás podría rehacerse en cuestión de meses y retomar todo el control tras la oportuna eliminación de todas las milicias rivales y los disidentes, como ya ha empezado a hacer para contento de los israelíes
Si en estos momentos, EEUU no apoya a la ANP frente a Hamás y ante el propio Israel a fin de que participe en la estabilización de Gaza con los miles de guardias palestinos que ya han sido entrenados por Egipto y Jordania, el proceso de paz de Trump puede estar condenado al fracaso.
Según Al Haaretz, “la soberanía palestina sobre Gaza es vital, no solo para garantizar la salida de Hamás de ese escenario, sino también porque, en su ausencia, la estabilización se desmoronará rápidamente”. El ejemplo de la conversión de Irak en un estado fallido tras la invasión liderada por EEUU en 2003 apunta a un escenario de permanente insurgencia que nadie querría tener en el Mediterráneo Oriental. Ni siquiera los más brabucones de los extremistas de Netanyahu.