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Rio de Janeiro: la ciudad con miles de votos, armas y evangelistas

Las favelas, las milicias, los cristianos, los evangelistas. Rio es un lugar muy grande donde puede haber un sorpresa para los cansados de la política, del hambre y la mentira

Desde Río de Janeiro parece una ciudad de fiesta y belleza por todos lados. Morros verdes y gigantes que orillan sobre el mar, el Cristo, la playa de Copacabana, las famosas escaleras de Selarón con cerámicos de colores en el barrio de Lapa, las escuelas de samba ya se preparan para los próximos carnavales: tocan, bailan, compiten internamente, invocan a santos de muchos cielos hasta la madrugada.

Al mismo tiempo, la ciudad puede mostrarnos los dos extremos que maneja: bella y violenta por igual. Ahí están, puede verse en la cantidad de personas que sobreviven en las calles; en una geografía llena de favelas; en los kilómetros de villas miserias y paisajes rotos al tomarse un tren hacia el oeste de la ciudad; o por el marcado control territorial de organizaciones armadas, tanto narcos como las llamadas milicias, que, entre tantos crímenes, tienen haber asesinado a la joven feminista negra Marielle Franco en 2018.

“La mayoría de los territorios populares están dominados por milicias, grupos militarizados, las iglesias pentecostales tienen hegemonía, un papel importante de diálogo cotidiano en la vida de las personas, existe un gran vaciamiento de las relaciones sociales procedentes del Estado, consejos populares, instituciones no solo de participación social, sino de agenda social, las personas no tienen lugar de debate público, de encuentro, esos lugares están ocupados en los territorios por las milicias, el narcotráfico o en la iglesia”, explica Tainá de Paula, concejala por el Partido de los Trabajadores (PT).

De Paula en sus propias palabras: “mujer negra de favela, madre de una niña, sobreviviente de las lógicas racistas de Río de Janeiro”.  En este estado, el 53% de la población es negra. Está en una mesa de campaña con banderas, volantes, se fotografía haciendo la L de Lula con la mano con quienes pasan y apoyan al ex presidente. Un dato le preocupa: “hay un mapa muy impactante, comparando el voto de Bolsonaro en Río con el mapa de ocupación de las milicias, es 90% de coincidencia”.

Parapoliciales de Bolsonaro

Jair Bolsonaro ganó en el estado de Río con 51.09% contra 40.68% de Lula da Silva, y su candidato a gobernador, Cláudio Castro, alcanzó 58.67%. La votación en el estado de más de 16 millones de habitantes fue una de las que marcó el mapa del sudeste de Brasil favorable al actual presidente. En el caso de la ciudad Bolsonaro ganó en nueve de las diez zonas controladas por las milicias. “Las milicias surgen originalmente de grupos de exterminio que operaban a partir de policías institucionales, policías y bomberos que se organizaban después del trabajo, muchos con la perspectiva de complementar la renta y una perspectiva de llevar una falsa idea de seguridad para los territorios sin cobertura de la policía institucional”, explica De Paula. Las milicias crecieron y mutaron desde los 70 hasta ahora: antes eran la seguridad, ahora están en frente: “ocuparon todo el territorio, casi una sustitución de lo que debería ser el Estado”.

“Más recientemente hubo una relación más estrecha entre las milicias y el narcotráfico, empezaron a juntarse y a crear lo que se llama narco-milicia, donde existe un acuerdo sellado entre la distribución de la droga, la protección de los traficantes y el control territorial, es una junción que en mi opinión y la de varios estudiosos está fuera de control, porque no se sabe dónde empieza una facción y dónde termina otra”, dice De Paula, y opina, según ella, que el 60% de la ciudad es controlada por milicias.

“Los cuadros políticos que hacen campaña para Bolsonaro son figuras ligadas a estos grupos, trabajan aliados a las milicias, operan en territorios donde la mayoría de las personas no pueden operar, ¿cómo logran entrar a esos territorios ocupados por las milicias?”.

Bolsonaro “no tiene idea de cómo es la gente de Río porque su vida está ligada a los milicianos que mataron a Marielle”, dijo el mismo Lula días atrás y también subió la apuesta: “Soy el único candidato que tiene el coraje de entrar a una favela sin chaleco de seguridad”.

Los evangelios

“Votar a Lula no es pecado” fue una de las frases que se escuchó desde ese escenario de la favela Complexo do Alemão en el que Lula estuvo acompañado, entre otros, por Wesley Teixeira, quien encabeza un sector del evangelismo que lo apoya. “Percibo en mis bases una presencia muy fuerte de evangélicos, con mucha dificultad de discutir sin que aparezca la religión como regla, como parámetro. Lula no es evangélico, y el hecho de que no lo sea lo transforma en impío, mundano, hablando en términos cristianos, es una dificultad para que parte de ese sector que se alinea y se conecta con esa cosmovisión del mundo lo vote”, explica De Paula. “Es un voto muy difícil de dar vuelta porque parte de la subjetividad de la fe, no de una materialidad de una teoría, la fe es el centro de la vida y visión del mundo. Es muy importante modular un discurso para intentar dar vuelta algunos votos, pero hay que enfocarse principalmente en quienes están desencantados de la política, se abstuvieron, existe una presencia muy grande de la abstención en todas las ciudades y las encuestas muestran que aquí puede llegar a 20%, hay que enfocarse en esas personas, están desencantadas, pero es posible sensibilizarlas con lo que estamos viviendo, con el hambre, la miseria”.

Quedan menos de dos semanas de campaña. Lula encabeza en las encuestas, y según Atlas, la encuestadora que se acercó a predecir el resultado en primera vuelta, el líder del PT tiene 52.4% de votos válidos contra 47.6% de Bolsonaro. “Tengo la impresión grande de que ganaremos, pero no tendremos ganado Brasil, Brasil estará dividido. Cuál va a ser el tamaño de nuestra sabiduría en aproximarnos a los diferentes, en construir puentes, solo el tiempo dirá” finaliza De Paula.