"vacunólogos" con "rusofobia"

Sputnik V: del desprecio sistemático a la evidencia confirmada científicamente

Cómo los datos publicados en The Lancet modificaron la percepción de la Sputnik V en el mundo. La aparición de la vacuna rusa en el horizonte sanitario global propició una inmediata campaña de descrédito y ataques infundados con evidentes tintes geopolíticos, que ahora se ve forzada a retractarse.

El mismo día en que las autoridades sanitarias rusas registraron la vacuna Sputnik V, la periodista española Pilar García de la Granja, empleada del grupo Mediaset y corresponsal del canal Telecinco en EE.UU., expresó de manera tan contundente como gráfica su rechazo al nuevo fármaco: "Yo no me pongo la vacuna de Putin ni atada", escribió en Twitter. 

Ahora, la vacuna rusa ya cuenta con el respaldo de la comunidad científica internacional, certificado con la publicación de sus resultados inmunológicos en la reconocida revista The Lancet, que confirma una eficacia de más del 91% y la ausencia de efectos adversos graves.

Ello ha contribuido decisivamente a rebajar el clamor crítico contra el fármaco desarrollado en Moscú, y ha puesto en evidencia, retrospectivamente, la innecesaria inflamación mediática y el alarmismo informativo que cundió como reacción primaria de Occidente ante una propuesta rusa para atajar una crisis sanitaria que nos afecta a todos.

Argentina y la vacuna rusa como campo de confrontación política

Uno de los más activos detractores de esta vacuna en argentina fue el presentador, periodista y neurólogo argentino Nelson Castro, que se convirtió en algo así como el vacunólogo de cabecera del canal Todo Noticias, gracias a sus frecuentes y extensos reportes sobre la Sputnik V, en los que aseguraba contar toda la verdad y se ufanaba de molestar "al oficialismo" con su insistencia en tan noble tarea.

Curiosamente, tras esta intensa campaña de cuestionamiento, en su más reciente video al respecto, el periodista y médico argentino se mostró "contento" de ver los resultados de la vacuna rusa en The Lancet. "Nada de lo que aquí dijimos se vio desmentido", dijo aparentemente satisfecho el periodista, autor tan solo un mes antes de un video en el que se refiere al desarrollo de la vacuna Sputnik V como "un cuento ruso". 

Por lo demás, en el canal Todo Noticias, y en especial en el programa en el que intervenía asiduamente Castro, la siembra de dudas sobre la vacuna rusa fue una actividad constante.

Doble vara de medir

Uno de los mantras más repetidos para socavar la credibilidad del proyecto ruso de vacunación cada vez que el gobierno de algún país mostraba interés en adquirir dosis de la Sputnik V era que no se habían completado debidamente sus ensayos clínicos, o que no contaba con la aprobación explícita de la autoridad sanitaria pertinente. 

Ninguna alarma similar saltó, por ejemplo, ante los acuerdos de pre-compra firmados entre la UE y los laboratorios AstraZeneca o Pfizer, en los que se contemplaba la adquisición de cientos de millones de dosis de estas vacunas, que por aquel entonces tampoco habían completado la fase III de sus respectivos ensayos clínicos, ni habían obtenido el visto bueno de la autoridad sanitaria del bloque europeo.

Muy al contrario, los grandes medios de comunicación de la región daban a entender sin problemas –en un tono cercano al optimismo y a la esperanza–, que una vez que culminaran con éxito los ensayos clínicos, y sólo entonces, la vacuna se produciría en masa y se distribuiría para su aplicación sanitaria. 

En las páginas de los principales medios y agencias de noticias europeas se hablaba entonces de "resultados prometedores" y los políticos comenzaban a evocar "el principio del fin" de la pandemia.

Mientras tanto, desde la oposición política y mediática de los gobiernos que confiaban en la Sputnik V se hablaba de temeridad y de irresponsabilidad, y en la mayoría de los países occidentales la vacuna rusa era más un mejunje opaco y exótico que propiciaba burlas basadas en rancios estereotipos culturales que un proyecto sanitario sólido a tener en cuenta.

Hoy, la contundencia de los datos científicos publicados en The Lancet ha introducido un importante cambio en la percepción global de la vacuna rusa. Mientras algunos de los otros proyectos vacunales (aquellos "verdaderos competidores") se han visto enredados en conflictos contractuales o han arrojado cifras de efectividad más modestas, la vacuna Sputnik cumple sobradamente con los estándares exigidos por las autoridades sanitarias internacionales, y con los contratos de suministro firmados con varios países del mundo. Queda ya, por tanto, muy poco margen para la discusión.

Sin embargo, en el camino de la Sputnik V hacia su éxito actual, ha podido encontrarse, una vez más, el notorio rastro de la desconfianza injustificada, la rusofobia y los prejuicios que habitan en una parte considerable de las sociedades occidentales y en algunos de sus dirigentes políticos y mediáticos. Y contra esas actitudes, no consta que exista por ahora una vacuna eficaz.