Naturaleza

Tiene orejas de conejo y vive en el mar: Uruguay recibe una intrigante visita

Científicos y habitantes de la costa atlántica de Uruguay se vieron sorprendidos por la aparición de grandes cantidades de liebres de mar, un llamativo molusco conocido por sus "orejas de conejo".

A pesar del maltrato con el que suele responder el ser humano, la fauna marina no deja de sorprender a las personas que gustan de tomarse un tiempo para intentar descifrar quién vive debajo del mar. Es lo que le sucedió a los habitantes de la costa este de Uruguay, sobre el Océano Atlántico, que en abril se vieron sorprendidos por la llegada de un visitante inesperado: las liebres de mar.


El nombre científico de este particular espécimen es Aplysia fasciata. Se trata de un molusco que puede tener más de 30 centímetros de largo y hasta 1 kilo de peso, que debe su apodo de "liebre de mar" a los rinóforos (extremidades que sirven para detectar olores y sabores) de su cabeza por su parecidos con las orejas de un conejo o una liebre.

Las liebres de mar suelen tener un color oscuro, sobre todo marrón con , y se alimenta de algas que encuentran junto a las rocas. Uno de los aspectos que permite identificar a estos moluscos es que, cuando se sienten amenazados, expiden un líquido de color violeta que, si bien busca espantar al depredador, no es tóxico. También son llamativos los huevos que coloca, que por su color y forma pueden asemejarse a spaghetti debajo del mar.

Si bien las liebres de mar son comunes en el Oceano Atlántico, suelen concentrarse en la costa este. Sus apariciones en la costa atlántica uruguaya son poco usuales. Según explicó al diario uruguayo El País Fabrizio Scarabino, docente del Centro Universitario Regional Este (CURE), este tipo de moluscos no aparecían en las costas del departamento de Rocha (este) desde hace una década, cuando llegaron y se reprodujeron en gran cantidad.


La excepcionalidad del hallazgo llevó a Scarabino a interesarse por hacerse de algunos ejemplares para poder estudiarlos en profundidad. Por eso, pidió a los habitantes de la costa uruguaya que, de encontrar ejemplares sin vida, los reporte para congelarlos y poder analizarlos con fines científicos.