CAOS
Tras el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, Ecuador se hunde en el narcotráfico y la violencia
El crimen político marca un antes y un después en la historia contemporánea del país. En 9 días hay elecciones presidenciales.
Como en la convulsionada Colombia de los años 80, el crimen político del candidato presidencial Fernando Villavicencio hundió a Ecuador en un abismo del que le será muy difícil salir sin un gran acuerdo nacional.
El país, en especial el puerto de Guayaquil y las provincias costeras del norte, está dominado por el narcotráfico. El propio Villavicencio había denunciado en los últimos días que había recibido amenazas del narco. Tres disparos en la cabeza acabaron con su vida este miércoles en Quito.
“Esto es un antes y después, una divisoria de aguas en la historia de Ecuador”, dijo el exdirector del diario El Comercio, Fernando Larenas.
El domingo 20 de agosto están previstas elecciones presidenciales. Villavicencio, un reconocido periodista que cimentó su carrera política con denuncias de corrupción contra el expresidente Rafael Correa, era el candidato presidencial del movimiento derechista Construye. Las encuestas lo ubicaban en la lucha por llegar a un balotaje con la favorita postulante correísta, Luisa González.
Qué está pasando hoy en el Ecuador a 9 días de las elecciones presidenciales
El país está sumido en la violencia. Las noticias de matanzas y asesinatos al mejor estilo del sicariato mexicano ya no sorprenden. La tasa de homicidios se duplicó entre 2021 y 2022, cuando se registraron 25 homicidios por cada 100.000 habitantes. Guayaquil se ha convertido en tierra de nadie.
El narco ya está instalado en el territorio y vive una guerra por el control de la droga hacia Estados Unidos. La violencia política es una extensión de la lucha de estas mafias. La campaña es fiel reflejo de un creciente estado de indefensión que vive la democracia ecuatoriana.
El 23 de julio un primer aviso conmovió a la sociedad. Agustín Intriago, el popular alcalde vecinalista de Manta, la tercera ciudad del país, murió acribillado. Enseguida, más de 30 personas murieron en 72 horas en medio de violentos motines en varias cárceles. Desde allí, los grupos mafiosos ejercen el control del narcotráfico y deciden sobre la vida cotidiana de millones de ecuatorianos.
En Guayaquil varias bandas como Los Lobos, Los Pipos, Los Chone Killers y Los Tiguerones se unieron para formar La Nueva Generación, que responde al peligroso Cartel Jalisco Nueva Generación, uno de los más poderosos de México. Sus rivales son Los Choneros. La guerra tiene como botín el lucrativo control del envío de cocaína a los Estados Unidos.
Villavicencio había sido amenazado por el líder de Los Choneros, conocido como Fito. Desde entonces tenía una custodia policial, pero él mismo se ufanaba de no llevar chaleco antibalas. El periodista solía afirmar que se protegía solo con su camisa sudada. “Ustedes son mis protectores”, afirmó ante sus simpatizantes, en una de sus últimas apariciones públicas.
“Nuestro país se ha ido de las manos”, afirmó el candidato a la presidencia, Otto Sonnenholzner, ex vicepresidente de Lenin Moreno. Desde Bruselas, Rafael Correa fue más allá: “Ecuador se ha convertido en un Estado fallido”.
Desconcierto, violencia y un llamado a la pacificación
El país entró en un espiral de violencia jamás visto. “Esta es la campaña más violenta que registre la historia del país”, resumió Larenas.
El veterano periodista, que viene cubriendo campañas electorales en su país desde 1978, dijo que en Ecuador hay una guerra protagonizada “por la narco guerrilla urbana” que domina el terreno y las cárceles.
“Los ecuatorianos están desconcertados. La crisis política derivó en el llamado del presidente Guillermo Lasso a elecciones anticipadas” tras disolver el Parlamento. Aquí no hay seguridad”, afirmó Larenas.
Orlando Pérez, escritor y exdirector del estatal diario El Telégrafo, dijo que este crimen “prueba que las mafias criminales son las que dominan quién participa y quién no en las elecciones. Esto es muy doloroso. Es terrible”, apuntó.
Además, señaló que el magnicidio “al único que beneficia es al crimen organizado y a las mafias que están atadas a sus negocios oscuros y que han proliferado al amparo de un gobierno ineficiente”.
“Ya se tocó fondo y la sensación es que más al fondo no se puede llegar. Esto obliga a los líderes políticos a buscar un acuerdo por la paz y la conciliación y que esa pacificación no sea solo desde el lado de la violencia política, sino de la seguridad general de todos los días, en las calles y en las casas de todo el país”, concluyó.