SÁHARA OCCIDENTAL

Un nuevo conflicto armado en el Sahara Occidental es improbable

EE UU apoya firmemente a Marruecos considerado como un bastión frente al integrismo musulmán. Ni uno ni otro país tienen interés en facilitar la salida de Argelia al Océano Atlántico a través de un Estado satélite, que podría ser aprovechada por países como Rusia.

Un comunicado belicista del Frente Polisario anuncia la ruptura de la tregua de las armas, mantenida durante tres décadas y el retorno a la guerra, asumiendo bombardeos y ataques de sus miembros contra bases militares marroquíes.

El Gobierno de Marruecos guarda silencio evitando favorecer la escalada retórica. La desproporción entre una fuerza irregular con escaso armamento y bajo número de efectivos, frente a unas Fuerzas Armadas profesionales de 300.000 efectivos, dotadas de todo tipo de armamento moderno y de aviación, hace irreal hablar de conflicto armado.


La situación parece cuestionar el trabajo de MINURSO, la Misión de Naciones Unidas para la preparación de un referéndum en aquel territorio. Fue creada en 1991, cuenta con 450 efectivos sobre el terreno, mitad civiles y mitad militares y un presupuesto anual de 60 millones de dólares. Aunque el censo para un posible referéndum fue fijado en 84.000 electores en 1999, hasta la fecha no se han dado pasos efectivos para celebrarlo.

El Reino de Marruecos, apoyado por Estados Unidos, no parece tener prisa. Las razones de geopolítica priman sobre un conflicto que es percibido de muy desigual forma entre las dos facciones en liza.

Tras el problema de la población saharaui, se encuentra el sempiterno enfrentamiento entre Marruecos y Argelia desde la independencia de ambos países, compitiendo por el liderazgo en la región y alineándose en bloques opuestos. Argelia es un país controlado por su Ejército desde la independencia, con una aparente fachada institucional fuertemente cuestionada por la población. Tiene las mayores Fuerzas Armadas de África.

Tradicionalmente encuadrado en los países no alineados, está respaldado por Rusia. Marruecos, una democracia donde el Rey tiene grandes poderes, está respaldada por Estados Unidos y por Francia, esta última la potencia colonizadora del Magreb con el Estado español como subordinado durante el Protectorado marroquí.

Además, la ubicación de unos 30.000 saharauis en territorio argelino, sostenidos por ese país y por la ayuda internacional, ha favorecido la acusación permanente de que Argelia arma al Frente Polisario y lo utiliza para su propia agenda.


Si el Frente Polisario pretende llamar la atención sobre el estancamiento del proceso del referéndum, ha elegido el peor momento. Hace pocos meses, con la participación del Presidente del Gobierno español, los dirigentes de varios países se reunieron en Mauritania para tratar de coordinar una estrategia para el Sahel, extensa área africana donde el yihadismo se ha hecho fuerte frente a Estados muy débiles como Mali, Chad o la propia Mauritania.

Francia mantiene un fuerte contingente que participa en operaciones militares mientras otros países, entre otros España, prestan apoyo logístico. El temor de los países occidentales a la infiltración del yihadismo en Europa a través de la inmigración irregular está detrás de dicha presencia.

Por otra parte Estados Unidos apoya firmemente a Marruecos considerado como un bastión frente al integrismo musulmán. Ni uno ni otro país tienen interés en facilitar la salida de Argelia al Océano Atlántico a través de un Estado satélite, al considerar que terceros países, como Rusia, podrían aprovecharse de esa oportunidad. Marruecos, además, no quiere verse totalmente rodeado por territorio argelino o afín a ese país.


Sin el apoyo de las potencias citadas, es imposible que el problema saharaui sea prioritario. Mientras Marruecos, que defiende una autonomía interior para dicho colectivo, lleva años ejecutando una política de ocupación del territorio, similar a la de Israel en territorio palestino. Situaciones de hecho que será muy difícil revertir en el futuro.

España tiene títulos de ocupación del territorio desde 1912, pero hasta 1934 no mantuvo una intervención clara. Tanto con el Protectorado del Norte de Marruecos como en Ifni y luego en el Sahara Occidental, sucesivos Gobiernos españoles han preferido ceder territorio al vecino marroquí antes que entrar en conflicto.

De hecho, el reconocimiento de la ciudadanía a sus ciudadanos, se produce tardíamente, cuando ya en la ONU se había iniciado el proceso de descolonización.

Por otra parte las relaciones con Marruecos, además de importantes comercialmente, son muy delicadas por cuestiones como Ceuta y Melilla o el control de la inmigración subsahariana, con repercusiones en Canarias como estamos viviendo estos días. Por ello el Gobierno español no hará nada contra los intereses de Marruecos.

Es un conflicto estancado, como otros en el mundo, que no puede resolverse por las armas aunque la diplomacia sea exasperante y, a la postre, inoperante.