Níger

Una guerra en África arrastraría a Europa

Los países occidentales y sus aliados regionales pretenden invadir Níger con el riesgo de desatar una conflagración que traspasaría el Mediterráneo, pero la sensatez africana quizás la evite

Tras cumplirse a la medianoche de este domingo 6 el plazo fijado por la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDEAO) para la restitución en el cargo del presidente prooccidental nigerino Mohamed Bazoum, las fuerzas combinadas de Nigeria, Benin, Ghana y Senegal aún no han invadido Níger y la oposición a la guerra crece en todos ellos. Estados Unidos, la Unión Europea y, especialmente, Francia instigan la invasión. Argelia, Malí, Burkina Faso, Guinea y Rusia, por su parte, apoyan al Consejo Nacional de Salvación de la Patria (CNSP), que gobierna en Niamey desde el 26 de julio pasado. Como un ataque a Níger desataría una guerra que involucraría a Europa e impulsaría el terrorismo islámico, se requiere una mediación que todavía no se avizora.

Pocas horas antes del plazo fijado por la CEDEAO para que los militares nigerinos devuelvan el poder al presidente Bazoum, se celebró este domingo en un estadio de Niamey un acto con más de 30.000 partidarios del golpe de estado del 26 de julio. Previamente la junta militar cerró el espacio aéreo nigerino en previsión de un ataque. Ya el jueves pasado los militares gobernantes anunciaron la ruptura de los acuerdos de cooperación militar con Francia. Al mismo tiempo el CNSP retiró a sus embajadores en Francia, EEUU, Nigeria y Togo y bloqueó las emisoras radiales francesas en el país.

Para ejercer efectivamente el poder en todo el territorio, los nuevos gobernantes están designando aceleradamente a autoridades centrales y regionales. Entre tanto, en Niamey se suceden las manifestaciones de apoyo al movimiento militar con consignas contra una eventual intervención militar francesa, vivando a Rusia y a Putín y pidiendo la intervención inmediata del grupo paramilitar ruso Wagner.

La fuerza más importante de estas movilizaciones es el M62, un movimiento que se formó en 2022, 62 años después de la independencia, de ahí su acrónimo. Desde su victoria electoral en 2021 el gobierno profrancés de Bazoum había bloqueado Internet y los medios de comunicación y reprimía a los movimientos populares. Ante el aumento de la represión, el 4 de julio de 2022 una coalición de una veintena de asociaciones, varios sindicatos de diversas categorías y comités populares formaron el M62 que organiza ahora las manifestaciones de apoyo al nuevo gobierno.

La presión de la comunidad internacional aumentó este sábado sobre la junta militar, cuando la ministra de Exteriores de Francia, Catherine Colonna, le advirtió que debe tomar “muy en serio” la posibilidad de que una fuerza regional invada el país. Colonna afirmó también que París apoya “plenamente” los esfuerzos de los países de la región para “restaurar la democracia” en Níger.

Varios países de África Occidental, entre ellos Senegal, Costa de Marfil, Nigeria y Benín se han declarado dispuestos a enviar soldados. En cambio, Malí y Burkina Faso, gobernados también por militares y suspendidos de la CEDEAO, han advertido que cualquier intervención en Níger sería considerada como una “declaración de guerra” contra ellos y Argelia, por su parte, declaró que daría libre paso a los pertrechos y refuerzos para enfrentar la invasión. Argel quiere desplazar a Francia del Sahel y evitar la expansión del terrorismo yihadista. Al mismo tiempo, sin embargo, quiere impedir una confrontación armada, porque teme la intromisión de Marruecos, el principal aliado de la OTAN en África. Por su parte, Chad, gran potencia militar y vecino de Níger, ya ha indicado que no participará en ninguna intervención.

El viernes los jefes de Estado Mayor de la CEDEAO “definieron los contornos de una “posible intervención militar” contra la junta de Níger, según declaró el comisario de Asuntos Políticos y de Seguridad de la Comunidad, Abdelfatau Musah, tras una reunión en Abuja, Nigeria. No obstante, según Musah, la solución diplomática sigue siendo la opción preferida.

Sin embargo, en los mismos países de África Occidental cuyos gobiernos promueven la invasión existe una fuerte repulsa contra la operación militar. Aunque el gobierno prooccidental de Nigeria ha cerrado la frontera con Níger, bloqueó el tráfico de mercancías transfronterizo, canceló el suministro transnacional de electricidad y desplegó tropas en la frontera, este sábado 5 el Senado rechazó el pedido del presidente Bola Tinubu para enviar tropas al vecino país. Por su parte, los gobernadores del opositor Partido Democrático Popular (PDP) advirtieron al presidente contra una guerra y el Foro de Ulemas (UFN) reclamó que se busque una solución pacífica al conflicto.

Tinubu, que asumió la presidencia en mayo pasado tras una cuestionada elección, está ansioso por imponer su autoridad en una región calificada de “cinturón golpista” y las fuerzas armadas nigerianas, las mayores de la región con 223.000 efectivos, bien pertrechadas y con una larga tradición golpista, ambicionan liderar una intervención en Níger. “La probabilidad de una gran intervención es muy, muy alta”, dijo por un lado el analista geopolítico Ovigwe Eguegu, “porque hay muchos factores que hablan en favor de ella”. Estados Unidos la apoyaría, según Eguegu, porque Níger es un socio fundamental en la lucha contra el yihadismo. Además, teme que la inestabilidad en Níger permita a Rusia ejercer aún más influencia en una región en la que una sucesión de golpes de Estado ha encumbrado a gobiernos aliados al Kremlin.

Sin embargo, otros Estados miembros de la CEDEAO no acompañarán el uso de la fuerza en Níger. “Aparte de nuestro vecino nigeriano, no creo que haya otra fuerza [miembro de la CEDEAO], porque Mauritania no está de acuerdo, Argelia tampoco, Mali y Burkina tampoco y Benín no va a atacar [a Níger]”, afirmó Abdoul Moumouni Abass, experto nigerino en prevención de la radicalización. Además, el analista Eguegu señaló que el ejército nigeriano está “empantanado en casa” luchando desde hace veinte años contra el movimiento islamista Boko Haram y los bandidos armados, ejecutando operaciones en 30 de los 36 estados del país.

Francia, por su parte, tampoco está en condiciones de intervenir. Aunque París insiste en que “sólo las autoridades legítimas” pueden romper los acuerdos de cooperación militar, al haber cancelado el trabajo conjunto, las fuerzas armadas nigerinas han dejado a los europeos sin posibilidad de despliegue territorial. Después de la derrota de su intervención de casi una década en Chad el año pasado, Francia mantiene sus bases en Costa de Marfil, Senegal y Gabón, pero ninguna sirve para organizar una invasión.

Aunque Níger es uno de los países más pobres del mundo, sus tropas tienen experiencia en la lucha contra los yihadistas y reciben entrenamiento de Estados Unidos, que tiene 1.100 soldados estacionados en el país, y de Francia, que cuenta allí con unos 1.500 efectivos.

Varias cancillerías occidentales han abogado por el diálogo, incluida Alemania, que ha pedido que continúen los “esfuerzos de mediación”. Mientras, el Alto Representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, dijo este sábado que comparte con el ministro argelino de Exteriores, Ahmed Ataf, la “inquietud y el deseo de evitar una escalada” en Níger.

La posición de Rusia es que los acontecimientos en Níger son asuntos internos del país y no justifican una intervención externa. No obstante, aviones rusos de carga aterrizaron el sábado en el aeropuerto de Niamey y la Compañía Militar Privada (CMP) Wagner anunció que está desplegando sus efectivos en y en torno a esa capital.

Quienes rápidamente aprovecharon la situación fueron los yihadistas del Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS), que el jueves asesinaron en la región maliense de Ménaka (noreste) a seis soldados malienses de un convoy que acompañaba una flota de camiones civiles que se dirigía a Níger. Según datos del ejército maliense, los terroristas han perdido al menos a 15 combatientes.

El golpe de Estado en Níger ha creado una gran preocupación por el futuro de las exportaciones de uranio a Francia y otros países de la Unión Europea. La empresa francesa Orano, que lleva años extrayendo el metal en el noroeste de la nación africana, ha asegurado que sigue con sus operaciones en territorio nigerino y no está claro si la nueva junta suspendió las exportaciones del metal y de oro.

La preocupación europea por la situación en África se explica por su alta dependencia del continente vecino. Ahora el golpe en Níger parece cancelar el proyecto para construir un gasoducto transahariano de Nigeria a Europa a través de Níger y Argelia por el que Europa recibiría 30.000 millones de metros cúbicos anuales de gas.

Si estallara una guerra en África Occidental de la que sin duda sería parte, Europa sufriría no sólo la pérdida de importaciones esenciales, sino que recibiría a cientos de miles de inmigrantes, la infiltración de terroristas y debería afrontar la reacción de la enorme cantidad de africanos que viven en el viejo continente. A EE.UU., por el contrario, no los afectaría una guerra en África Occidental, porque están lejos y no tienen grandes inversiones en la región. En realidad, los beneficiaría destruyendo la economía francesa y haciendo a Europa aún más dependiente de los suministros energéticos trasatlánticos. De todos modos, Washington no tiene interés en que Moscú aumente su influencia en esa porción del mundo y probablemente acuda a Marruecos para impedirlo.

Tanto Francia como los mayores miembros de la CEDEAO se han metido en un callejón sin salida: tras haber amenazado con una invasión, si reculan, se desprestigian interna e internacionalmente, convalidan a la junta militar de Níger, ponen en peligro su poder interno y, en el caso francés, arriesgan una catástrofe económica. Si, por el contrario, fuerzan la intervención militar, se empantanarán en una guerra sin fin que no pueden ganar, aumentando así la influencia rusa en la región y acrecentando el poder internacional de Argelia.

Sólo una solución negociada que permita a Francia seguir recibiendo uranio y oro de Níger, aunque ceda el control sobre los yacimientos y sus réditos, podría evitar una confrontación militar. Sin embargo, esta alternativa requiere de un mediador reconocido por ambas partes y de sentido de realidad en los liderazgos de Níger y Francia, una cualidad hasta ahora faltante en París. Si África Occidental cae al precipicio, arrastrará a Europa. ¿Quién puede evitarlo?

Por Eduardo J Vior