Anabelle 3: Conocé la historia real de la terrible muñeca furor en los cines

Hace algunos días se estrenó la tercera parte de Annabelle, un personaje que apareció por primer vez en las películas de “El Conjuro”, en donde muestran los casos paranormales de Ed y Lorraine Warren. Antes de pasar a la pantalla grande, el juguete existió en la vida real en 1970: Su dueña fue Donna, una […]

Hace algunos días se estrenó la tercera parte de Annabelle, un personaje que apareció por primer vez en las películas de “El Conjuro”, en donde muestran los casos paranormales de Ed y Lorraine Warren.

Antes de pasar a la pantalla grande, el juguete existió en la vida real en 1970: Su dueña fue Donna, una joven enfermera que vivía con su amiga Angie y que recibió a la muñeca como regalo.

Con el paso del tiempo, Donna y Angie descubrieron que Annabelle se movía, aparecía en diferentes habitaciones y que escribía mensajes como “Ayúdenme” o “Ayuden a Lou” (Lou era el novio de Angie, uno de los primeros en recibir rasguños profundos y agresiones de la muñeca).

Al principio, Donna pensó que había un intruso en la casa, alguien que ponía a la muñeca en distintas posiciones. Para sacarse todas las dudas, la joven llamó a una psíquica que logró conectarla con el espíritu de Annabelle Higgins, una niña que había fallecido a los 7 años y que vivía en el mismo lugar que ellas.

Lo que quería Annabelle era “habitar la muñeca” para convivir con las chicas y no sentirse sola. Donna y Angie accedieron a este pedido, algo que hizo que Annabelle se transformara en un ser maligno y peligroso.

Para terminar con los ataques de la muñeca, las chicas contactaron a los Warren, quienes determinaron que ese espíritu no era una niña, sino una presencia inhumana que necesitaba otras almas para sobrevivir.

Los Warren se llevaron a Annabelle, la escondieron en su casa y exorcizaron el departamento de las chicas para liberarlas de todo mal.

A diferencia de la muñeca de porcelana de la película, la verdadera Annabelle era un juguete de trapo que, hasta el día de hoy, sigue en el sótano de los Warren, guardada bajo llave y bendecida.