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Cambio climático: el cóctel explosivo para una epidemia de dengue

La tropicalización de varias regiones antes frías, mayor presencia de elementos plásticos como reservorios y criaderos, colabora con el presente brote mundial de patologías transmitidas por vectores

Tal como ocurre con varias enfermedades endémicas en las últimas décadas, el dengue se ha expandido a varios países del mundo gracias a dos componentes en los que el ser humano tiene responsabilidad: el cambio climático y la abundante producción de plásticos.

El dengue es una infección vírica que se transmite al ser humano exclusivamente por ciertos tipos de mosquitos, que son el vector de la enfermedad. Décadas atrás, el dengue estaba circunscripto a climas tropicales e intertropicales.

Sin embargo, en las últimas décadas, se ha expandido hacia regiones subtropicales y templadas debido al mayor registro de temperatura que experimentan varias regiones del globo, producto del cambio climático, que es originado por el efecto invernadero a la que es sometida la Tierra, debido a la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI), producidos por el ser humano al utilizar combustibles fósiles para la industria y vida cotidiana.

Además, la rápida urbanización no planificada, incluso en zonas donde habita el mosquito, el aumento del movimiento humano a través del incremento de viajes y los cambios en el uso del suelo, también sirven como causa de la expansión del dengue. Incluso, el incremento masivo de la producción plástica impulsada por los humanos colabora para que el mosquito crie sus larvas en distintos recipientes, como macetas, neumáticos, baldes, entre otros.

Según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de la mitad de la población mundial corre riesgo de contraerlo y cada año se producen 400 millones de infecciones, de las cuales 96 millones se manifiestan clínicamente, mientras que el resto lo cursa en forma asintomática. En la actualidad, la enfermedad es endémica en más de 100 países de las regiones de la OMS de África, las Américas, Asia Sudoriental, el Mediterráneo Oriental y el Pacífico Occidental.

Las Regiones de las Américas, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental son las más gravemente afectadas y en Asia se concentra alrededor del 70% de la carga mundial de la enfermedad.

Como parte de la alarma que genera esta enfermedad, científicos ya reportan que el dengue se está extendiendo a nuevas zonas, incluida Europa, y se observan fuertes brotes. En 2010 se notificó por primera vez transmisión local en Francia y Croacia y se han detectado casos importados en otros tres países europeos, como Portugal, España e Italia.

El número de casos de dengue notificados en todo el mundo alcanzó su punto máximo en 2019. Todas las regiones se vieron afectadas y por primera vez se registró transmisión de dengue en el Afganistán. En las Américas se notificaron 3,1 millones de casos, más de 25 000 clasificados como graves. En Asia, se notificó un gran número de casos en Bangladesh (101.000), Filipinas (420.000), Malasia (131.000) y Vietnam (320.000). En 2020 se registró el récord de casos en Argentina, con casi 60 mil casos.

En la actualidad, el país tiene más de 10.000 afectados y se contabilizan 6 muertes. El dengue sigue afectando a más de 120 países. En las naciones donde se registran brotes masivos son: Brasil, Colombia, Filipinas, Fiji, India, Islas Cook, Kenia, Paraguay, Perú y Vietnam.

El dengue, el chikungunya y el zika son enfermedades transmitidas por los mosquitos vectores Aedes aegypti y Aedes albopictus. Ambas se consideran especies invasoras, ya que han colonizado exitosamente muchos sitios fuera de sus ámbitos nativos.

 “La OMS cataloga a los mosquitos como los insectos más nocivos que existen para el hombre dado que muchas de las enfermedades que han trasmitido a lo largo de la historia siguen vigentes. La evidencia más remota es el hallazgo de una especie preservada fosilizada en una roca de Montana por 46 millones de años con sangre en su interior exhibida en el museo de Historia Natural Smithsonian de Washington, EE.UU. No obstante los análisis genéticos de algunas especies elevan su antigüedad a 150 millones de años, con lo cual se puede inferir que, igual que nosotros, hasta los dinosaurios pudieron ser víctimas de estas temibles plagas”, explicó el doctor Osvaldo Teglia, médico especialista en Clínica Médica e Infectología, y profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

Y respecto al dengue, Teglia puntualizó que ya era conocido por los chinos desde los años 265-420 dC como “veneno del agua”. “La primera epidemia mundial tuvo lugar el año 1780, ocasionada por la navegación comercial a vela entre puertos tropicales de Asia, África y América del Norte. Poco después de su identificación (en 1779) se le dio el nombre de “Dengue” derivado de la frase swahili [lengua Africana, principalmente de Kenia y Tanzania] que significa: ‘Ka-dinga pepo’ o ‘ataque de calambre causado por un espíritu maligno’. El comercio de esclavos fue muy importante en la propagación del Dengue en América. El Aedes se reproducía en los navíos de transporte de esclavos, quienes, junto con sus captores, eran sus reservorios virales”, agregó el especialista.

Para Teglia, hoy día, esta enfermedad se ha propagado rápidamente más allá de áreas tropicales y las epidemias son cada vez más frecuentes. Actualmente tiene una distribución e impacto mundial solo comparables a los de la Malaria o el Paludismo. “Estas condiciones se dan en países tropicales y por cierto en gran parte del territorio argentino en donde se estima de que dos tercios de nuestra población vive en zonas de riesgo de dengue”, señlaó el experto.

“La enfermedad se está extendiendo a áreas menos tropicales y más templadas, en los que hasta ahora no estaba presente o lo estaba con menor número de casos. Hasta 1970, solo nueve países habían sufrido epidemias graves de esta enfermedad, actualmente se ha extendido a más de 120 países. Se estima que el 40% de la población mundial vive en zonas de riesgo de transmisión epidémica de dengue”, precisó el infectólogo.

“Los primeros casos reportados en el país datan desde 1916. En el norte argentino, la primera epidemia fue en el año 1926. En 1965, se certifica la erradicación de Aedes aegypti de la Argentina. Pero en 1986, se corrobora la re-infestación del territorio Argentino con presencia del vector y desde finales de los 80 la población de mosquitos se ha expandido hasta nuestros días. Hoy, si bien el Aedes aegypti está presente todo el año en las provincias del centro y norte de Argentina, tiene una dinámica marcadamente estacional, aumentando sus índices de infestación entre los meses de octubre a mayo, coincidiendo con el período de circulación viral del dengue”, afirmó Teglia.

 “En la década del 60 y 70 se fumigó en varios países. Pero se dejó de fumigar y el mosquito volvió a resurgir. Lo que hay que hacer es concientizar a la población respecto al dengue y otras enfermedades transmitidas por los mosquitos. Vemos ahora las campañas de prevención del dengue, pero éstas se deben iniciar en invierno, que es cuando el mosquito deposita los huevos que luego eclosionan con el calor. El huevo resiste el frío, el calor, los insecticidas, etc. Por eso en las campañas es sumamente importante recordar a la gente que debe quitar los objetos donde el mosquito puede criarse. Dar vuelta los recipientes como macetas o baldes, limpiar donde se pueda acumular agua de lluvia y tirar la basura donde pueda haber reservorios de agua”, explicó la doctora Mónica Foccoli, jefa de la Sección Infectología del Hospital de Clínicas General José de San Martín

La expansión del dengue afecta principalmente a las personas de menores ingresos y estos sectores suelen estar menos adaptados a los efectos del cambio climático ya que en general tienen una provisión de agua inadecuada, mal manejo de residuos sólidos y malas condiciones de urbanización, según datos publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que es el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) responsable de promover el desarrollo económico y social de la región.

Alrededor del mundo, el cambio climático está amenazando los esfuerzos para erradicar las enfermedades tropicales, afirmó la última publicación de la revista científica The Lancet, que monitorea las consecuencias en la salud provocadas por los cambios en el clima. “Junto con la movilidad global y la urbanización, el cambio climático es el mayor responsable del aumento de las infecciones de dengue”, señaló el reporte. Esto también está ocurriendo con enfermedades como la Malaria y el Cólera, agregó la publicación.

 “El cambio climático y el aumento de la temperatura global del planeta en las últimas décadas parecen estar asociados a una mayor incidencia del virus del dengue y su expansión a regiones de la Argentina donde antes no estaba presente”, asegura un equipo de expertos liderado por la bióloga María Soledad López, investigadora asistente del Conicet con sede de trabajo en el Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático (CEVARCAM) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), que en 2021 presentó un estudio del avance de la enfermedad en Argentina.

El artículo describe más de diez años de datos sobre la transmisión del dengue en la provincia de Santa Fe, y lo hace desde una perspectiva multidisciplinaria, gracias a que en esa provincia se ha conformado un grupo de investigación multidisciplinario integrado por científicas pertenecientes al CONICET, la Universidad Nacional del Litoral (UNL), profesionales del Ministerio de Salud de la Provincia y otros referentes nacionales e internacionales.

El equipo científico abocado al tema está encabezado López y Elizabet Estallo, del Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (IIBYT, CONICET-UNC). El grupo estudió las principales rutas de introducción del dengue desde otros países hacia el territorio santafesino, analizando ciudades y departamentos donde se registraron las mayores cantidades de casos durante los momentos de brotes. El trabajo fue publicado en la revista Scientific Data, del Nature Publishing Group.

Los expertos estudiaron los brotes ocurridos en 2009, 2016, 2019 y 2020, los que fueron aumentando en incidencia, a punto tal que el de 2020 cuadruplicó la cantidad de casos respecto al de 2016 y marcó el récord nacional. La aparición del dengue en Santa Fe y en otras partes del centro de Argentina coincide con el aumento de la transmisión del virus por mosquitos Aedes aegypti en otras regiones del mundo; y, como agravante, esta especie transmite también los virus del Zika y chikungunya.

“La rápida expansión de los virus transmitidos por mosquitos configura un problema de salud pública mundial de tal magnitud, que debe abordarse de manera coordinada entre los ámbitos académicos y gubernamentales y traducirse en acciones concretas hacia las comunidades”, explicó López, quien aclaró que los datos surgidos de este estudio son fundamentales para continuar las investigaciones y vincularlas con el papel del clima y el comportamiento humano.

“Debemos conocer cómo limpiar nuestros domicilios en primavera, verano y otoño y también en los períodos interbrotes, incluso en las estaciones de invierno o en los años con pocos casos. Son éstos justamente los mejores momentos para que los gobiernos realicen las campañas de concientización destinadas a que las personas hagan el descacharrado. Las hembras ponen los huevos en recipientes rugosos donde éstos se pueden adherir y una vez que llueve, los huevos son tapados por el agua, nacen las larvas que pasan a un estadio de pupa para llegar a adultos y comenzar el ciclo otra vez”, concluyó López.

El problema del plástico

Los expertos señalan que el mosquito del dengue tiene hábitos urbanos y se reproduce en reservorios de plástico ya que necesita paredes lisas para sus huevos. Por eso, para poner sus huevos y que crezcan las larvas, el Aedes busca macetas, baldes, bidones en los que se vacía el agua que dejan los aires acondicionados y gomas de auto.

Haciendo una rápida lectura, todos estos objetos son confeccionados a partir del plástico. La producción global de plásticos se ha disparado en los últimos 50 años, y en especial en las últimas décadas. De hecho, en los últimos diez años hemos producido más plástico que en toda la historia de la humanidad.

La producción total de plástico en 2015 alcanzó las 380 millones de toneladas. Hasta la actualidad se han fabricado unos 8,3 mil millones de toneladas de plástico desde que su producción empezase sobre 1950, lo que equivale al peso de unos mil millones de elefantes. Tan solo los fabricantes de bebidas producen más de 500 mil millones de botellas de plástico de un solo uso cada año. La mayor parte de los plásticos se emplean en la fabricación de envases, es decir, en productos de un solo uso.

Por eso es necesario que cada uno de nosotros tome conciencia de la importancia de descacharrar en la casa para evitar criaderos y que haya un nuevo brote de dengue.

“Cualquier recipiente capaz de acumular agua puede convertirse en un criadero como floreros, portamacetas y las cubiertas de automóviles. El mosquito no se cría en charcos, zanjas, lagos, lagunas o ríos. Cuando son adultos los pastos altos le brindan humedad y alimento para sobrevivir mayor tiempo. El problema es el mosquito y para solucionar un problema primero hay que reconocerlo y nuestros hábitos pueden estar a favor de la solución o del problema. Para cambiar hábitos la información sola no es suficiente, es necesario pensar positivo, aunque con una mirada realista”, precisó el doctor Enrique Casanueva, médico consultor del Servicio de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral.

Y agregó: “La medida urgente es controlar los criaderos de mosquitos. Para eso es necesario Vaciar piletas y recipientes con agua estancada, cacharros, macetas, marcos de ventana, canaletas, juguetes. Colocar boca abajo recipientes vacíos, baldes, tachos, frascos, etc. Descacharrizar mediante la eliminación de latas, envases y objetos que no sean de utilidad y puedan almacenar agua. Tapar recipientes que puedan acumular agua y que no se puedan poner boca abajo (tanques de agua, piletas, etc.) Mantener secas herramientas, posas macetas, marcos de ventana. Cambiar el agua cada dos días de floreros y bebederos. Limpiar y fregar bien fuerte los bordes de las piletas de lona”.

“Por mucho tiempo, las infecciones tropicales como el dengue estuvieron confinadas a zonas donde el humano no llegaba, pero con la globalización, la urbanización, el cambio climático y las consecuentes modificaciones en las características del desarrollo, se ha esparcido a casi todos los rincones del mundo. Es imprescindible planificar las acciones de prevención, reduciendo la carga ambiental de potenciales criaderos y de mosquitos adultos, así como establecer las pautas comunicacionales dirigidos a la población a fin de lograr que se desarrolle una cultura de prevención y promoción de la salud a nivel colectivo”, concluyó Teglia