Descubrieron la verdad detrás de la irresistible mirada de tristeza de los perros
Una investigación publicada esta semana en el Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) reveló por qué nos derretimos cuando vemos los ojitos tristes de un perro que nos mendiga lo que sea que estamos comiendo: es la evolución de la especie. Los científicos suponen ahora que los perros desarrollaron un músculo ocular que les ayuda a poner […]
Una investigación publicada esta semana en el Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) reveló por qué nos derretimos cuando vemos los ojitos tristes de un perro que nos mendiga lo que sea que estamos comiendo: es la evolución de la especie.
Los científicos suponen ahora que los perros desarrollaron un músculo ocular que les ayuda a poner cara de “pena”, entre otras cosas, para comunicarse con los humanos y lograr que los alimenten. Sus ancestros más cercanos, los lobos, no tienen esta capacidad expresiva.
Todavía no está claro si esa evolución se produjo después de 33 mil años de domesticaciónde los perros por parte de los humanos, o si justamente estos animales fueron elegidos por nuestros antepasados porque son capaces de hacer ese gesto.
De hecho, el estudio plantea que los lobos sí pueden hacer gestos similares a los perros pero con otros músculos faciales.
Así lo comprobó el equipo de científicos estadounidenses y británicos que grabó las reacciones de un perro y un lobo al ver a un humano. Quedó establecido que sólo uno de ellos tenía interés en comunicarse con la persona.
Los científicos también diseccionaron las cabezas de seis perros y cuatro lobos para descubrir cómo son las composiciones musculares de cada especie.
El detalle interesante es que una de las cabezas de perro diseccionadas era de la raza Siberian Husky, una de las más cercanas a los lobos.
Ese ejemplar no tenía los músculos de la “cara de pena”, pero eso no era un obstáculo para los hombres que los domesticaron para sus trineos porque era más imporante su resistencia para correr que su mirada enternecedora.
“El próximo paso es investigar a más razas”, aseguró Juliane Kaminski, una de las autoras del estudio.