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Día Internacional del Beso: por qué se celebra
La festividad del beso se celebra como un homenaje al beso más largo de la historia que tuvo lugar en Tailandia, en conmemoración por el Día de San Valentín.
Como cada 13 de abril, hoy se celebra el Día Internacional del Beso como un homenaje al beso más largo de la historia y que tuvo lugar en Tailandia, en conmemoración por el Día de San Valentín. Esta fecha es, además, un recordatorio de la importancia que tienen los besos, el cariño y la ternura en las relaciones humanas.
Así, la festividad del beso es el resultado de un concurso celebrado en el año 2011 donde una pareja logró el récord mundial con el beso más largo, que tuvo una duración de 46 horas, 24 minutos y 9 segundos. Dos años más tarde, los mismos amantes batieron su propio récord al estar sin despegar sus labios durante 58 horas, 35 minutos y 58 segundos.
Algunas personas han hablado de los beneficios neurológicos de los besos, otras resaltan su importancia al considerarlos una de las principales muestras de afecto a las personas de nuestro alrededor, mientras los más originales han puesto el foco en pensar cuáles han sido los besos más importantes de la historia. A continuación, daremos unas pinceladas sobre las anécdotas más llamativas de esta práctica.
Un poco de historia
Existen varias teorías relacionadas con el origen del beso. Algunos consideran que todo comenzó como resultado de la lactancia o quizás mucho más atrás, cuando los homínidos caminaban por el mundo y tenían que alimentar sus crías a través de la boca. Pero los vestigios más antiguos del beso, tal y como lo conocemos, provienen del oriente, específicamente de la región de La India, donde se encontraron dentro de algunos templos figuras de seres talladas en piedra realizando este gesto. Se piensa que las conquistas de Alejandro Magno pudieron ser las responsables de su llegada a Europa.
La tradición griega, representada por La Odisea, y la cristiana, pilotada por la Biblia, hacían alusión al beso como un hecho simbólico “cuando Judas besa a Jesús, con él sella su destino”. No fue hasta la época victoriana cuando los besos empezaron a ser vistos como un acto habitual entre personas que se relacionaban afectivamente, aunque, por descontado, el cariño carnal debía ser cosa de la más absoluta intimidad.
A partir del Romanticismo hubo un cambio de paradigma respecto al beso, el amor y el contacto físico. Las personas gozaban de mayor libertad para expresar sus sentimientos, generando una verdadera revolución sexual que de alguna manera ha durado hasta la fecha.
En este aspecto, es importante tener en mente que si los besos amistosos o entre familiares eran vistos con cierta rigidez y los dados entre parejas hombre-mujer eran tensos si ocurrían en público, aquellos entre parejas homosexuales, no monógamas, etcétera, eran impensables de cara a la sociedad. De hecho, hoy en día, muchas parejas LGTB no sienten seguridad suficiente como para ser cariñosos en público e incluso en algunos países todavía está penalizado con penas de cárcel que dos mujeres o dos hombres muestren su amor en las calles.
Los tres más míticos
Si nos sentamos en el sofá de nuestra casa y empezamos a pensar cuáles son los besos que más nos han impactado a lo largo de nuestra vida, seguramente se nos venga a la cabeza nuestro propio primer beso pues, según diferentes estudios psicológicos se cree que el primer beso es uno de los recuerdos que más tarda en borrarse. Pero si seguimos pensando un rato más, hay otros tres que, con toda probabilidad, aparecerán en nuestro imaginario.
El primero, el beso más famoso de España, el de Iker Casillas y Sara Carbonero en el Mundial de Sudáfrica de 2010. La periodista y el entonces capitán de la Roja sorprendieron a todo el país en uno de los momentos más importantes de la historia del deporte español. El equipo acababa de coronarse campeón del mundo.
El segundo, el beso más célebre de Berlín, representado por el artista ruso Dimitri Vrubel, entre el líder soviético Leonid Brézhnev y el presidente de la República Democrática Alemana Erich Honecker.
El tercero, uno de los besos más populares del mundo del cine millenial: el de Spiderman y Mary Jane. La escena ocurría justo después de que el héroe rescatara en un callejón a MJ de cuatro acosadores, mientras una persistente lluvia caía en la ciudad de Nueva York. Después de salvarla y esconderse de ella porque no tenía su máscara puesta, Peter Parker aparecía a sus espaldas colgando cabeza abajo desde una telaraña, esta vez con la máscara.