Entrevista

Diego Peretti: “Los guiones bien escritos son los que me atraen”

El actor vive un momento glorioso, llenando las funciones de Inmaduro, junto a Adrián Suar, y los cines, en una propuesta diferente que revisa las leyes del thriller.

Ecos de un crimen, se convirtió, desde su estreno, en la película de género más exitosa del cine argentino. Con un elenco encabezado por Diego Peretti y Julieta Cardinali, con actuaciones de Carla Quevedo, Carola Reyna y Diego Cremonesi, el director Christian Bernard construye un intenso relato que tiene a Julián Lemar (Peretti), un escritor de best sellers, en medio de una meseta producida por ciertas cuestiones psiquiátricas, exigido a continuar con su producción literaria. En el arribo a una soñada casa para descansar e inspirarse junto a su familia, una tragedia golpeará a su puerta. Este multmedio dialogó con Peretti, en su vuelta a las salas, para saber más de la película.

—¿Cómo fue volver al cine con esta propuesta, que además del estreno en salas, en breve se verá online?

—Es una propuesta muy buena de trabajo, con un buen guion, con un género que no se hace mucho en la Argentina, con un director que tenía ganas de trabajar, con un elenco muy rico y bueno, todo era más que alentador y allí nos mandamos.

—El rodaje fue durante la pandemia, con protocolos, ¿cómo fue?

—El rodaje fue en pandemia, en una casa, la mayor parte de los días. Creo que es, si no me equivoco, una de las primeras películas que se hizo en pandemia, en abril del año pasado, con una cantidad de protocolos muy incómodos pero útiles para que podamos terminar en tiempo y forma la filmación. Muy contento con el resultado, realmente, muy contento.

—¿Vos ya habías vuelto a filmar la serie El reino, verdad?

—Sí, en octubre de 2020.

—¿Qué te atrajo del guion y la propuesta, y de Julián y sus “ecos”?

—Los guiones bien escritos son los que me atraen, más allá del género, y me sedujo mucho el componer la mente de un personaje que está disociada, partida, que tiene, por lo menos, tres personalidades en un mismo cuerpo y que hace que la estructura de la película sea casi circular. Este escritor, obsesionado por el éxito de La saga del escorpión, que él escribe y está presionado para continuar, porque incluso quieren hacer la serie televisiva, va a una casa con su familia a descansar y la presión hace que se identifique con algunos personajes que en la época de lucidez escribió. Me sedujo fundamentalmente el hecho de poder expresar las diferentes facetas que tiene una mente enferma.

—¿Apelaste a algo de tu otra profesión?

—No, lo que me ayudó, porque como psiquiatra ya pasaron muchos años, pacientes realmente disociados, y generando más de una personalidad o de una expresión que está completamente desunida en una persona, y eso me ayudó, saber que existe semejante padecimiento.

—¿Sos de consumir este tipo de género?

—Sí, no de forma unívoca o única, pero sí cuando tengo ganas de entretenerme, cuando tengo ganas de ser movilizados por las imágenes y la sensorialidad, y no tengo ganas de pensar complejamente en otros temas, pongo una película de estas características.

—¿Buscás el contraste entre los personajes? Componés acá a un ser atormentado, pero en la obra de teatro, es otra cosa completamente diferente…

—No, no se busca, no sale buscándose, sino trabajando lo mejor posible. A veces uno trabaja mucho y no llegan. En el caso de Inmaduros, estábamos para estrenarla en abril de 2020, tenemos el material desde 2019, y la pandemia no hizo que nos sentáramos a esperar cuándo íbamos a estrenar. Con Adrián seguimos trabajando mucho, la obra tiene mucha diversión, siempre sin salirnos del foco de la incomunicación de estas personas mayores que están viviendo con la nueva época y su inmadurez a cuesta, es un tema muy actual, tuvimos en foco el hacer reír, pero el eje argumental tenía que ir por otro lado. No busco roles distintos, yo podría estar haciendo comedia o thrillers seguido, tuve la suerte siempre de tener un guion de cine o una obra de teatro cuya estructura me pareciera buena. Tuve épocas incluso con dos o tres propuestas buenas, de cine, teatro y televisión, y debo elegir uno, pero no sería lo común.

—¿Qué te gustaría que pase con la película?

—Que gane el Oscar, pero de ahí para abajo todo el éxito que la película creo que puede llegar a tener, es muy difícil, porque el cine está complicado, el año pasado estrené, cuando se abrieron los cines, La noche mágica, con Natalia Oreiro, la ópera prima de Gastón Portal, que me parece hermosa, aunque mucho más críptica y rebuscada simbólicamente, que esta, no fue mucha gente a verla, creo que ahora estamos en otro momento. La gente se despierta más a los hechos culturales y espero que con la película se pueda convocar a mucha gente. La gente al teatro está volviendo, y el cine en pandemia fue sustituido por las plataformas. Eso tiene al público adormecido en sus casas, creyendo que es lo mismo que el cine, se olvidó el tema que entrar y ver en una sala de cine una película es una experiencia diferente a verla en tu casa, desde la concentración, desde el hecho que te movilizás y pagás una entrada y entras en una sala con un montón de gente, de privación sensorial, y estás focalizado en ver la película. En la casa esas cosas no suelen suceder, ni hablar del sonido, de la imagen. Yo sigo yendo al cine, al menos una vez por mes, a ver algo.

Teatro, éxito y ser dirigido por otro actor

Inmaduros, con funciones de jueves a domingos en el teatro El Nacional, de la Ciudad de Buenos Aires, se convirtió en el suceso de la temporada, con funciones agotadas. Diego Peretti y Adrián Suar, acompañados por Patricia Etchegoyen, Fernanda Metilli, Jessica Abouchain y Carla Pandolfi, despiertan las risas desde el primer momento en el que ingresa a escena Alfi (Suar), un maduro soltero, empecinado en vivir de apariencias, hasta que Fideo (Peretti), un viejo amigo, ingresa sorpresivamente en su vida y todo comienza a cambiar.

Con un sólido guión, escrito por Juan Vera y Daniel Cúparo, Suar y Peretti se sacan chispas, acompañados por el elenco femenino que les propone un juego en el que quedarán expuestos ante sus propias miserias.

—En Inmaduros te dirige Mauricio Dayub, ¿cuando dirige un colega hay algo distinto en la tarea?

—Yo con Mauricio, sin ser amigo, lo conozco dentro de la profesión desde hace mucho tiempo, desde el ’91 o ’92, desde que era un aspirante yo a actor dentro del Teatro de la Campana, dirigidos por figuras increíbles. Ahí ya él hizo Compañeros del alma, dirigido por Villanueva Cose, y me parecía buenísimo. Yo después hice Poliladron, él me llamó para hacer El amateur, no pude hacerla, la vi con Vando Villamil, y después le seguí sus pasos como actor y director. Cuando me dijeron que él iba a dirigir esta comedia, que tiene mucho de físico me pareció muy acertado, y después con el trabajo, extraordinario, porque es alguien que entiende el trabajo del actor como yo, sin vanidades, sin egoísmos, buscando lo mejor, con sentido común, libertad expresiva, y con el equipo que nos tocó entendieron todos la misma línea así que fue placentero.