Vida en Marte
El rover Perseverance reúne evidencia de que un cráter fue habitable
Una serie de estudios con varios instrumentos del vehículo en el cráter Jezero, en el planeta rojo, respaldan con pruebas la existencia de un lago, ríos y delta en la superficie.
Después de su llegada al cráter Jezero de Marte, en febrero de 2021, el rover Perseverance de la NASA ha estado colectando evidencia que servirá para probar que ese lugar, sospechado por la ciencia de albergar un gran ecosistema lacustre hace millones de años, pudo haber sido habitable. Tras casi dos años de trabajo, más de 30.000 imágenes tomadas y decenas de muestras del suelo marciano, todo parece indicar que el vehículo espacial está lidiando con algo grande.
La semana pasada se publicaron tres artículos en las revistas científicas en Science y Science Advances, en los que un equipo investigador ofrece nuevos datos recogidos por el Perseverance en este cráter, y todo parece indicar que en realidad hace miles de millones de años hubo un gran lago en el mismo lugar, según las muestras obtenidas por los instrumentos a bordo del vehículo del sistema de cámaras Mastcam-Z y los espectrómetros PIXL y SHERLOC.
Esos datos confirmarían, de momento, que hace unos 3.500 millones de años Jezero albergó un gran lago con un sistema completo, con ríos y un delta, que pudo haber reunido las condiciones necesarias para la aparición de la vida, en un pasado remoto cuando Marte no era el frío y árido planeta rojo de nuestra actualidad. De hecho, es información que profundiza las observaciones de los orbitadores de la NASA y de la Agencia Espacial Europea (ESA), que sugerían la existencia de este lago aún fuera de la atmósfera marciana.
Por un lado, los investigadores han explicado que el delta de Jezero es de tipo Gilbert, común en nuestro planeta, que significa que se compone de tres partes: una parte superior con forma de cuña y sedimentos delgados, una etapa intermedia con una inclinación pronunciada y finalmente un segmento inferior con sedimentos más planos y delgados. Se trata de un tipo de delta terrestre habitual, donde el agua del río y el lago tienen más o menos la misma densidad.
OLIVINO, EL COMPUESTO PRINCIPAL DEL MANTO SUPERIOR DE LA TIERRA
Pero en la parte superior del delta los investigadores han encontrado algo muy interesante. Se trata de cantos rodados con un tamaño de hasta metro y medio, menos como guijarros y más como grandes rocas que, debido a su peso y a la escasa inclinación de uno o dos grados del delta su traslado debió haber sido originado por una “gran fuerza de energía”.
Según Alberto G. Fairén, investigador del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) en Torrejón de Ardoz y de la Universidad de Cornell, esos traslados debieron haberse originado por avalanchas de agua o glaciares que ocurrieron después de que el delta se formara. Además, en el fondo del cráter han hallado rocas ígneas, de esas que se originan cuando el magma se enfría y solidifica, que se habrían formado antes del nacimiento del lago.
Mezclando los datos que aporta cada instrumento, puede decirse que se han hallado dos tipos de materiales en este sistema: por un lado, depósitos sedimentarios en el delta, mientras que se habrían encontrado rocas ígneas al fondo de Jezero. Estas últimas, según las lecturas del Mastcam-Z, se habrían originado de dos maneras distintas; la primera sería la actividad volcánica en la superficie, pero el otro proceso se originaría del subsuelo a partir del magma enfriado, gracias al cual se crearon los característicos (y principal componente del manto superior de la Tierra) cristales de olivino, que habrían estado sometidas en dos ocasiones distintas a la interacción con el agua.
“En un primer momento, la interacción fue con el agua carbonatada que circulaba llenando el lago, que disolvió el olivino y precipitó en forma de carbonatos. Mucho después, distintos periodos de interacción (al menos dos) con pequeñas salmueras dejaron parches de sales concentradas al evaporarse los fluidos, y esta alteración acuosa condujo a la producción de silicatos amorfos, sulfatos y sales de cloro”, ha añadido González Fairén.
UN “ENCLAVE HABITABLE”
Además, los análisis llevados a cabo por el instrumento SHERLOC, un espectrómetro ultravioleta que determina la estructura química de los minerales que estudia, han permitido identificar la presencia de compuestos orgánicos aromáticos en las rocas del cráter de Jezero.
“Por lo tanto, los análisis de Perseverance que se publican ahora corroboran la imagen de que Jezero configuró un enclave habitable hace más de 3000 millones de años, en el que había agua líquida y precipitación de carbonatos en un entorno geológico sedimentario rico en compuestos orgánicos”, concluye González Fairén.