Entrevista

Enrique Piñeyro: “Si vos te ponés a juzgar, no estás entendiendo tu función esencial como actor”

Multifacético, combina varios roles arriba y debajo del escenario, mientras consolida su trabajo solidario con las ONG Innocence Project y Solidaire.

Limbo, serie que puede verse en Star+, tiene a Enrique Piñeyro como uno de los protagonistas. A la espera de la segunda temporada, hablamos con el director de cine para saber detalles de la propuesta, protagonizada por Clara Lago.

—¿Cuáles son las sensaciones antes del estreno de un programa?

—Yo siento que está buenísimo que salga, porque tenía dudas sobre si iba a salir o no.

—Si estaba en un “limbo”...

—Pero no, no, estoy contento. Estoy ansioso. Quiero ver qué pasa. Porque, digo, uno ve todo el trabajo que se hizo, pero después tiene que ir ahí o tiene que ver el público. Yo creo que les va a gustar mucho porque está muy bien. Y nosotros lo vimos, pero no podemos decir nada.

—¿Qué fue lo que más te atrajo de tu personaje?

—Mi personaje es un personaje plagado de contradicciones, que de alguna manera no las vive como tales. Es como que le ocurre. De repente tiene impulsos muy opuestos y los lleva como cosa de todos los días. Y tiene esta relación especial con la hija. De hecho, participa del acceso de ella al poder familiar; porque ya de chica tenía toda la atención de él en un punto y después a la vez tenía conductas muy contradictorias con ella, como de distancia. Estas cosas me parece que lo hacen interesante y le dan volumen al personaje. La relación con ella puntualmente, con todo lo que pasa después y todo su acceso a esa cuota de poder femenino en un ámbito bien masculino, donde los hijos heredan al padre, los hijos varones, y esta chica está ahí en medio de toda esta situación. Me parece que el primero en empujarla hacia que se tenga confianza en la conquista de su espacio es él y ya está.

—¿Cómo se prepara actualmente un personaje en este caso para una serie? ¿Es diferente? ¿Es más cercano al cine? ¿Más cercano a la televisión? ¿Es algo completamente diferente?

-—No, para mí es igual. Hay dos tipos de actuación: o en vivo, con público y no hay toma dos; o con cámaras, con toma dos, tres, 24, la que quieras. Son códigos actorales distintos, donde el personaje se construye más desde la forma, por lo menos a mí me pasa, al primero, que miro la forma de caminar. Y después las miradas. Y cuando hay cámaras todo es pequeñito, todo es sutil, todo es muchísimo de lo que pasa con el compañero, cuando te mirás, esas cosas más intangibles. En cambio con el público en vivo es otra cosa. Y ahí la construcción pasa por entender la lógica del personaje; porque los personajes hacen cosas, para mí las actuaciones funcionan cuando el actor entiende la lógica, y no todo lo que hace está entendiendo por qué lo hace, sino porque esa lógica del personaje se le metió adentro y ya lo hace así. No es que piensa: “Ahora voy a caminar así”. Está todo, no sé, se pone una especie de aura de ese personaje y empieza a reaccionar como ese personaje y a hacer las cosas que hace ese personaje. Y digo, si se cae el farol va a reaccionar como el personaje, ¿entendés? Me parece que es eso.

—¿Sos de juzgar a los personajes que te tocan interpretar?

-—Yo te la contesto muy cortita: yo hice de Aramburu, imaginate si lo juzgara. No, no, no sé. Bueno, lo que tengo que hacer es que sea creíble. Yo hice de torturador. Yo lo que tengo que lograr es que sea creíble, que la gente piense que yo puedo realmente picanear a una persona. Cosa que no puedo. Pero me acuerdo que en ese caso lo que yo hice fue poner la voz de mi padre cuando me retaba, cuando yo era chico. Todo el resto del contexto era tan tremendo que listo. Y siempre buscás eso, el contexto. O sea, mi hacer en un contexto hace que eso sea creíble. Entonces, yo lo que tengo que hacer creíble es que las cosas que hace mi personaje, por más raras que sean, y mirá que hace cosas raras, sean creíbles. Y sea creíble que yo estoy haciendo eso, yo, personaje. Entonces, si vos te ponés a juzgar, estás afuera, estás haciendo otra cosa, no estás cumpliendo con tu función esencial como actor de hacer que la gente se crea que vos podés hacer lo que está haciendo ese personaje. Y es todo tu trabajo. O sea, ignorar completamente todas estas cosas. Vos actuás como si no existiera nada y estuvieras en tu vida cotidiana, en tu casa solo o con otra persona. Pero no, juzgar sería interferir con tu trabajo de una manera irrecuperable.

La relación con el elenco

—¿Cómo fue la conexión con Clara Lago y las otras actrices que hacen de tu hija en la serie?

—Nos conocimos en la primera toma que hicimos, no nos habían ni presentado, si mal no recuerdo. Pero son impresiones muy intensas, padre-hija, o sea, padre-hija e hija con una discapacidad. Que a la vez, también, dos cosas interesantes del personaje de Clara es que, además de las dificultades naturales que tiene por ser mujer en un mundo que todavía no entendió bien que las cosas son igualitarias, su discapacidad también le hace adquirir destrezas que en el fondo empiezan a obrar como superpoderes, porque el que la tiene difícil, desarrolla mucho más habilidad que el que la tiene fácil. Supone que escuchar es algo que viene de fábrica y así es, y chau. Pero el que la tiene difícil empieza a desarrollar habilidades que, en un mundo que te relega por discapacidad o por sexo o por lo que fuere, empieza a generar una potencia en su personaje que, a mí personalmente como espectador, lo que más me impacta es la transformación de ella, de todo lo que son desventajas hasta la cosa del judo, la fuerza del oponente, dejarla pasar.