“Esta obra surge bajo la necesidad de testimoniar la lucha de aquellos que son diferentes”

Si existieron dos personalidades avasallantes, repletas de talento, cultura, amor y entusiasmo por el arte, el teatro y las pasiones creativas, fueron las de Ana María Campoy y José Cibrián, quienes fueron los responsables de darles entidad a múltiples personajes, como también de llevar a escena obras célebres. Además de sus intensas trayectorias, estos tortolitos, que ya no pertenecen a este lado del mundo, fundaron una familia con herederos de oro que saben continuar este legado con nobleza y perseverancia. Uno de ellos es Pepe Cibrián. El director de teatro, actor, dramaturgo, interprete y escritor llegó a esta vida allá por 1948, en un paisaje precioso como lo es la ciudad de La Habana, en Cuba.

Desde su más temprana infancia, mantuvo un vínculo estrecho con sus familiares y comenzó a sentirse atraído por las artes en general. Es por ello que se formó en esta área y ­desplegó sus saberes en pequeñas obras que le abrieron las puertas al universo profesional. Luego de cursar sus estudios, de aprender otros saberes de forma autodidacta, más lo adquirido en su hogar, Pepe logró consagrarse como un ­profesional de primera línea y supo innovar con apuestas ­osadas que marcaron una diferencia en las ­producciones vigentes. Es decir, apostó a volver a instalar el musical teatral en los escenarios inherentes a la ciudad de la furia, y así lo hizo con clásicos que requirieron un presupuesto fuerte. De esta manera, junto a Ángel Mahler, fueron los socios artísticos y los responsables de Calígula, Drácula, El jorobado de París, entre otros. Estas ­realizaciones les valieron premios y la posibilidad de cruzar las fronteras hacia los países ­limítrofes o viajes al Viejo ­Continente.

Además de su amor por las tablas, Cibrián Campoy también trabajó con excelso talento en cine, la pantalla chica o el universo de la radiofonía ­argentina.

Durante una entrevista con este multimedio, el actor presentó la obra Habla marica, una pieza donde encarna a Federico García Lorca en las vísperas de su muerte, donde dialoga con sus padres, su asesino, el amor imposible con Salvador Dalí, entre otros. La cita obligada será el viernes 1 de octubre, a las 21, en 10 entre 46 y 47.

—En este contexto de aperturas paulatinas, los artistas vuelven al teatro y, en este caso, lo hacés con un unipersonal sobre el poeta español Federico García Lorca, ¿cómo surge el proyecto?

—Sucede bajo la necesidad de testimoniar la lucha de aquellos que son diferentes. De esta manera lo llevamos hacia el escenario.

—¿Qué detalles podés mencionar entonces sobre Habla marica?

—Considero que esta obra tiene una dramaturgia que es de primer nivel, así como también las interpretaciones de sus actores y actrices.

—Sos una persona muy creativa y talentosa, ¿qué sensaciones te genera este estreno?

—Siento una profunda emoción y un orgullo por esta obra ­unipersonal.

—Continuando el hilo del contenido, ¿qué te llevó a pensar este formato que te deja solo sobre las tablas?

—Sucede que hice bastante, entonces me decidí a llevarlo a cabo, pues me parecía diferente a todo lo que había hecho. Además, es una obra que está cargada de emociones, de ternura y de compromiso.

—¿Qué energías te rodean antes de salir a escena?

—Suelo pedirles a mis padres que salga todo bien.