Generación de cristal
Fragilidades y frustraciones laborales de los nuevos adultos
Es una generación nacida a partir de 1995 que trabaja y prioriza las emociones personales. Contrasta con sus padres que le demandan mayor fortaleza y compromiso.
Alguien dijo que esta es una generación a la que se le muere el gato y deja de trabajar. Es el ejemplo que muestra a la generación de cristal y su inmersión en el mundo adulto, en el mercado laboral.
Es una frase que concibe algunas preguntas y obliga a adentrarse en las capas de complejidad de un nuevo arquetipo joven y social, desmenuzarlo, estudiarlo y razonar sus modos, sus porqués.
La frase lleva al cuestionamiento que atañe al sentido de responsabilidad y compromiso, al respeto por el trabajo y las oportunidades. También analiza las fragilidades de una población que no es capaz de atravesar frustraciones y es permeable al componente emocional.
También hay que saber que estos jóvenes adultos gozan de impunidad dado que representan la porción más grande de la torta de votantes y consumidores.
El nuevo paradigma social, de un nuevo orden laboral, esgrime que los motivos por los que la gente se ausenta al trabajo se han ampliado a razones que han existido siempre y que hoy están más expuestas como los ataques de pánico, estrés y días femeninos.
También ha subido el índice de incumplimientos de horario y que las razones de renuncias se diversificaron desde viajes hasta cambios en los modos de vida.
También, han cambiado las justificaciones en las faltas laborales que ahora evocan problemas personales y ya no se circunscriben a enfermedades, muertes de familiares o situaciones económicas. Ha trucado de hechos de fuerza mayor a la búsqueda de la felicidad.
Hoy la gente disfruta más su tiempo libre y distingue cierto desánimo en el espíritu de vocación. La pasión se ha perdido un poco o ha cambiado sin encontrarse aun su destino provocando un desmoronamiento de la cultura del trabajo atravesado ahora por un sinfín de situaciones que lo alteran, lo debilitan, lo relativizan.