Síndrome de Diógenes
Gatos y perros acumuladores
El hábito de recolectar y conservar objetos puede ser natural o tener rasgos patológicos según el grado de importancia que le dé el animal
El hábito de recolectar cualquier cosa puede tener una función adaptativa muy rescatable o tratarse de una expresión compulsiva y sin duda patológica.
Los cuervos tienen el hábito de acumular en diferentes escondites cantidades importantes de frutos pensando en el invierno en el que acudirán a buscarlos, encontrándolos gracias a su memoria privilegiada.
Este abastecimiento es muy común y conocido en otras especies como las ardillas o en las hormigas y responde a una función adaptativa siendo un comportamiento necesario para su supervivencia. Pero en otras especies, muchas veces, este comportamiento resulta desordenado y compulsivo, sin un motivo natural aparente que lo explique.
El más claro ejemplo de esta patología es el caso del síndrome de Diógenes entre los seres humanos, un trastorno de acumulación compulsiva, que en ciertas ocasiones, también lo presentan especies domésticas como los gatos y los perros.
Tanto los perros como los gatos tienden a esconder parte de su comida, a veces juguetes o cualquier otro objeto como medias, zapatos, ropa, controles remotos, etc. en algún rincón de la vivienda.
A veces, si se trata de un trastorno de acumulación viene acompañado de un comportamiento protector hacia ellos, que va escalando y los lleva a tener una reacción agresiva si un ser humano u otro animal se acercan a su escondite.
Tal como hacen los cuervos, las ardillas o las hormigas, los perros y los gatos pueden tener el impulso innato de esconder y guardar cosas por herencia genética.
Aunque hoy no les falte de comer, mantendrán esa conducta que les viene marcada desde la época en que la cacería no era regular. De esa forma, cuando la caza era exitosa, ocultaban los restos lo que les permitía acudir a ellos más adelante, en momentos de escasez.
Este comportamiento esporádico, en momentos puntuales, no debe ser preocupante ni requiere ningún tipo de intervención profesional que sí será necesaria cuando se convierta en una compulsión constante.
El trastorno de acumulación puede desarrollarse, ante momentos de estrés, ansiedad, frustración, energía contenida y aburrimiento. En esta situación, la conducta, casi como un estereotipo, actúa como una vía de escape y alivio.
Es una actividad que entretiene y les da un objetivo, pero que no resuelve el problema de base y requiere de nuestra ayuda. También puede ser para querer llamar la atención.
El estos casos, la tendencia será “robar” cosas de uso humano más que algo propio de su especie, y que por ello los persigamos o interactuemos con ellos para recuperar el objeto sustraído. De esta forma, lograrán dirigir nuestra atención hacia ellos.
Cuando ocurra esto, debemos llevar a cabo un trueque, con actitud tranquila y calmada, ofreciéndole algo a modo de intercambio. Cuando suelte lo que queremos recuperar y ya esté en nuestra mano, le daremos la recompensa, acompañando con un lenguaje verbal y físico de elogio.