Entrevista

Guillermo Francella: “Estuve viviendo cinco meses y medio como Eliseo”

Como personaje clave de El encargado, el actor demuestra una vez más por qué es uno de los grandes intérpretes de la escena nacional.

Llega a Star+ El encargado, nueva serie creada por la dupla Mariano Cohn y Gastón Duprat. Cuenta con Guillermo Francella en el rol central, en lo que marca su vuelta a la “televisión”, aunque, en este caso, en una plataforma. La propuesta habla de la lucha de un hombre que ve cómo su fuente laboral y vivienda están a punto de perderse por la llegada de una nueva administración que quiere prescindir de él. Cuenta, además, sobre la vida en comunidad en un país dividido. Para saber más del programa, del que participa un gran elenco de figuras como Gabriel Goity, Mirta Busnelli y Gastón Cochiaralle, entre otros, hablamos con Francella.

—¿Cómo construiste a Eliseo? ¿Recordás a algun encargado o portero parecido a él?

—Estamos muy felices porque la respuesta positiva que tenemos de los que la vieron es unánime, así que tenemos una expectativa e ilusión feroz. Obviamente que conocí de estos tipos, también encargados divinos, no tan metidos ni tan manipuladores; pero siempre el encargado suele tener mucho poder, en muchos casos más que hasta los mismos propietarios. En el caso de Eliseo, tiene un arco narrativo hermoso, que desde lo interpretativo fue maravilloso transitar: es una mezcla de géneros, hay comedia, humor, empatía, oscuridad, intriga, suspenso, terror, humor, emoción, un conjunto de cosas que para un actor es una panacea. Cuando leí los libros y de qué iba y cómo podía llevarlo a cabo fue redondo, fue lo que quería, no me basé tanto en alguien, sino en la historia que me dieron Duprat y Cohn para contar, que me llevó, me hizo viajar, meterme mucho, porque todo es desde el punto de vista de Eliseo. No dejé de estar en una sola toma y eso fue una carga especial de tiempo y dedicación, porque estuve viviendo cinco meses y medio como él. Más allá de que yo me despojo, no me lo llevo a casa, fue vivir por y para él, durante tres películas juntas que filmé. Fue duro, pero cuando lo vi plasmado fue un “objetivo cumplido”, porque era lo que queríamos contar, mostrar y ver; orgulloso de lo que está pasando, además de que hoy se verá en todo el mundo, así que con ilusión.

—El edificio de El encargado, si uno quisiera, puede leerse como una metáfora de la sociedad y Eliseo maneja los hilos. ¿Qué sentís al contar un poco nuestra identidad?

—Es eso, contar nuestra identidad, ver lo heterogéneo de los personajes, porque hay de todo, todas las profesiones y se ve la soberbia, la desigualdad. Yo estoy con el hábito del encargado, pero el que lo vea, porque en el mundo no hay encargados de edificios generalmente, lo puede llevar a cualquier actividad. Tiene un universo muy interesante, con un fiel reflejo de nuestra sociedad, con un personaje tan inteligente, manipulador, que cuando ve peligrar su lugar de trabajo, muestra los dientes, y hay que vérselas con él. Porque no se intimida ante nadie, aun cuando le dicen que él es distinto, porque él tiene una actividad que la vive como si fuera ministro del interior y no puede soportar lo que le pasa.

—Porque él cuida a los demás, de hecho con algunos de los propietarios tiene una relación muy ­hermosa…

—Sí, él solo no es bueno con los que no son buenos con él. Tiene una entrega incondicional, no es una pose, no se va a dormir hasta que llegue el último propietario. Eso lo deja tranquilo, capaz lo hace de demagogia, pero quiere que todos lo vean como es él y, si no lo ven, ahí empieza la oscuridad de él.

—Está la oscuridad, pero él empatiza con los demás…

—Y nosotros con él, y querés que las cosas le salgan bien, porque uno ve que es empático. No es un asesino, acá le perdonás las cosas. Te enojás, pero lo perdonás.

—¿Y es más difícil trabajar este tipo de personajes donde no hay tanto trazo grueso como con los villanos? ¿Cómo construís un personaje para que uno sienta amor/odio al verlo?

—Claro, es una austeridad absoluta, es económico en todo él, nada lo desborda. Es un trabajo que hicimos, se intentó fundamentalmente eso.

—¿Cómo fue reencontrarse en el set con Mariano y Gastón?

—Muy lindo. Mi obra maestra fue hermosa, también en un momento crispado una película amable, tan al corazón. A mí me llenó el alma, la gente decía “qué linda película”; también tenía una crítica social detrás, del mundo de la pintura, las bellas artes. Acá en otro universo, pero siempre con esa crítica en el medio que los representa a ellos y que es lo que quieren contar. Me gusta trabajar con ellos, porque esto es para un actor y actrices de mucho rigor: no es solo venir con letra sabida, se tiene que leer el pensamiento también, y en todo se lo ve en 30 minutos, esa es la idea y la premisa.

—¿Por qué demoraste tanto en volver a trabajar con Gabriel? Al hablar con él también se preguntaba por qué demoraron tanto...

—Se dio, somos amigos, creo que tiene que ver que él no paró más de trabajar. En los últimos 20 años siempre hizo teatro de noche, recién este año paró y le encontró el gusto al ocio. A veces pensaba en obras de teatro para hacer con él y él ya tenía todo el año cerrado, no se daba, y eso que trabajó muchas cosas conmigo (claro que lo más impactante fueron esos dos años de Poné a Francella). Pero bueno, ahora volvimos a estar y me encanta el duelo. Hay una esgrima verbal entre ambos que es extraordinaria, son tan antagónicos entre sí, se detestan, pero lo hacen desde una educación, con una altura, generando incomodidad en el otro, que es lo que más lo regocija a él.