Bléfari presente

Hoy se cumplen tres años sin Rosario

Nacida en Mar del Plata, la cantante, escritora y actriz continúa siendo recordada.

Porque quedó por última vez la voz de Rosario Bléfari grabada, el último EP de Suárez no podría no haberse llamado como se llama, "Por última vez". A modo de coda, las tres canciones que integran el disco fueron y son el regreso de una de las bandas más importantes del underground argentino, que después de veinte años quedó trunco, solo como intento y anhelo, por un cancer que se llevó a Rosario el 6 de julio de 2020. Al igual que el EP, sus últimas notas en La Agenda, recientemente compiladas por la editorial Mansalva, si bien tienen sabor a despedida, son objetos donde cierta tranquilidad está presente. Entre guitarras distorsionadas, Rosario está segura de que su voz y sus frases continuarán volviendo. Su huella es demasiado poderosa. 

Nacida en Mar del Plata en la víspera de Navidad de 1965, Rosario buscó, consciente e inconscientemente, convertirse en una figura emblemática de lo independiente, pero también, de lo contemporáneo. No solo como la frontwoman de Suárez, aquella banda que sorprendía a todos en los noventa tocando de espaldas, con cinco álbumes y un EP editados por su propio sello, FAN (Feliz Año Nuevo), sino con su carrera solista, arrojándose a la pileta sola sin nadie en un momento donde quizás, no se confiaba mucho en la música de una única mujer. Como declaró ella varias veces, en los primeros años 2000 todos se preguntaban "¿qué va a hacer ella sola, sin Suárez?". Bueno, no poco: siete discos, cada uno con su propio sonido y voz indistinguible, demasiado aguda y apenas un poco desafinada, que cifró un sonido indie que muchos se esfuerzan en imitar. 

Dueña de una voz y una mirada única para la representación, también desafinada podemos verla en Silvia Prieto (1999), la película de Martín Rejtman que le regaló su protagónico más icónico. Si bien como actriz participó en más de 20 películas, fue el personaje de Silvia Prieto lo que marcó una generación entera, retratando a los jóvenes perdidos de la inestabilidad económica producto del neoliberalismo argentino. El afán por la dispersión de la actriz se traduce también en la mirada del personaje, una chica preocupada por poner en orden su vida mientras se distrae con cosas mundanas que solo podría notar una mirada heteróclita como la de alguien que se corre de su tiempo, que vive en él pero que puede dar un paso al costado, para generar algo nuevo. Por algo Martín Rejtman declaró al medio Los Andes,  “Creo que Rosario era la que mejor entendía lo que yo hacía”. 

Rosario Bléfari en Silvia Prieto (1999).

El entendimiento y la necesidad de Rosario por acompañar lo contemporáneo formó parte de toda su vida, dispersandose por la música y el cine, pero también por la literatura. Fue poeta, cuentista, columnista, pero puede que su obra más curiosa sea ese bicho raro que es Diario del dinero, publicado por la Editorial Mansalva de manera póstuma. Planeado para que ella misma lo presente y trastocado por los acontecimientos, su contratapa reza: “Escribir los números, narrar las cuentas, relatar el debe y el haber”, firmado por Rosario en vida. Mediante el diálogo con la plata y los gastos, la voz narrativa inmiscuye la complejidad de la vida del artista contemporáneo, que se presenta con su banda a tocar en vivo y le pagan con pizza, que pertenece a la obra social de actores y debe explicarle al médico cómo la paga si no conoce las películas en las que actuó. Mientras se narra, la poesía y el afecto aparecen como sin querer, de la mano de una mirada atenta de quien entiende por qué, aunque se trate de un registro de gastos, saldos y sueldos, la palabra diario casi siempre lleve consigo la palabra íntimo, aunque parezca estar ausente. 

“Siempre tengo la sensación de que cada momento que vivimos es histórico, de ahí la importancia de estar en el presente, ir a recitales, encontrarse con amigos, leer a los escritores que viven, ir al teatro, ver las películas que se estrenan, escuchar los discos, hablar con las personas, recorrer la ciudad caminando, ir a una marcha, presenciar una sesión del congreso, hacer un trámite, ir al mercado, tener un proyecto y llevarlo adelante como sea, aunque alguien lo considere un fracaso, participar en lo que sucede, como sea, estar, vivir lo contemporáneo, sin nostalgia, es lo mejor incluso para cuando nos pregunte alguien si tenemos algo que contar”, escribió en su cuenta de Facebook en 2014. 

Participar en lo que sucede, como sea, estar, todos verbos que funcionan como sinónimos para referirse a lo mismo: el valor por el ahora, por el ya, por el presente. Intervenir en aquello que se discute y en aquello que pasa, con las propias manos, con los textos, con la música, y con el otro. Ese es el verdadero legado de Rosario: recordarnos estar en el propio tiempo, estar situados, estar presentes, participar. 

Existe un poema de Mariano Blatt, harto contemporáneo, llamado "AHORA" que Rosario supo compartir en su cuenta de Twitter, que dice "hay que escuchar música de ahora porque la música está hecha para resolver problemas. Así, la música de ahora resuelve los problemas de ahora. De modo que quien no escuche música de ahora, quedará con muchos problemas sin resolver”.

Aunque el ahora del último EP de Suárez sea tramposo, porque no hay mayor pasado que el que cifra la muerte, "Coro desvelado", la última canción de Rosario, parece un diálogo con aquellos que sufren su ausencia. Entre comillas en la letra de la canción, como si fuese una cita que se retoma, la voz de otro, dice ""Tenés que volver"". Y ella responde a ese alguien, ya sin comillas, repitiendo una y otra vez, "Estoy pensando en volver... Estoy pensando en volver...", como si supiera que vuelve, vuelve y vuelve todo el tiempo, en la música de ahora, en lo contemporáneo, en nuestras reflexiones y nuestros pensamientos.