Entrevista
Israel Caetano: “Me vi creando algo desde un lugar muy sincero que es mi parte más uruguaya”
Es uno de los realizadores rioplatenses más talentosos, creador de propuestas audiovisuales icónicas que persisten en el imaginario popular.
El director Israel Adrián Caetano presenta en la plataforma Netflix Togo, su nueva producción. Está protagonizada por Diego Alonso (un viejo conocido de él) y Catalina Arrillaga, entre otros. La primera película uruguaya de la plataforma es un western urbano en donde la soledad y los vínculos son el disparador de una entrañable historia de amor paternal entre Mercedes y Togo, el nombre del personaje central. Para saber más detalles de esta propuesta, dialogamos en exclusiva con Caetano, quien continúa en Uruguay tras la pandemia.
—¿Cómo surgió el proyecto y la idea de rodar en Uruguay?
—En pandemia. Yo amo hacer películas y cuando pasa mucho tiempo sin hacer cine la paso mal. Yo venía de hacer series, mi última película fue El otro hermano, y vino la pandemia con todas sus incertidumbres. Y me vine a Uruguay, donde no era el mismo claustro que en Buenos Aires, donde la pasamos muy mal encerrados, en casa, como seis meses con mis hijos. Acá me puse a caminar y me agarró la angustia de no poder filmar. Y caminando se me ocurrió la película, porque generalmente se me ocurren las películas de una manera más introspectiva, caminando, leyendo un libro o noticia, deambulando por Montevideo empecé a ver el fenómeno de los cuidacoches que no tienen nada que ver con cómo los conocemos en Argentina.
—No tienen nada que ver con los trapitos que conocemos acá, ¿no?
—No, son más parecidos a los homeless yanquis, gente que vive en la calle, muchos con problemas psiquiátricos, de alcoholismo o drogadicción, gente sola. No son delincuentes, sí aparece el narcotráfico de menudeo o de poca monta, que los recluta y muchas veces ellos terminan destrozados, consumen o les quitan la calle, y hay gente que dice que no, como en el caso de Togo. En Uruguay hay mucha gente viviendo en la calle, pero no por las mismas razones que las hay en Argentina. Ahora tal vez sí, porque la economía ha cambiado un poco y se han puesto las cosas difíciles pospandemia y con la guerra; hay mucha gente viviendo en la calle, pero integrada a la sociedad, uno convive con ellos a diario.
—Y no te cruzás de calle al verlos…
—No, yo tenía unos “locos” cuando hice la película, vivía en un departamento en Pocitos y abajo había una plaza. Había un grupo que vivía ahí, saludaban, a veces me convidaban cigarros ellos a mí; cuidan autos, muy parecidos a Togo. Claro que en Uruguay no hay una estructura policial poderosa como la de Argentina, corrupta a la vez, y tan poderosa. Uruguay es un país pequeño, Montevideo tiene un millón y medio de personas, es imposible que no te cruces caminando con un pariente o amigo. Es una estructura un poco más de barrio, es como un barrio grande, y esos vínculos aparecen entre la gente.
—No vamos a dar más detalles, pero al final hay una escena de contienda increíble. ¿Cómo fuiste sumándole capas a esa secuencia?
—Viene del cine que vi, que me entretiene y a mí me gusta que mis películas me entretengan también. La acción me gusta, me gusta filmar, me gustan los diálogos, los personajes, pero también la acción. Y creo que es de las películas menos violentas que hice, aunque en el arranque hay una escena violenta. Pero después Togo va a impartir justicia sin necesidad de matar a nadie, es un poco como Kung Fu, medio zen, con su bastón, medio Zatoichi. Lo imaginé así, sumando como uruguayo esa cosa fuerte de lo afrodescendiente en nuestra cultura, que hasta ahora no lo había visto en ninguna película uruguaya que se hubiera abordado; y desde un lugar bastante antropológico, porque realmente los afrodescendientes de Montevideo están cada día más relegados a los márgenes de la sociedad. Con respecto a la música, yo me crie con esa música, cuando era chico mis viejos iban a ver las llamadas o al carnaval; fue un reencuentro y me vi creando algo desde un lugar muy sincero que es mi parte más uruguaya.