cultura
La autobiografía de Fito Páez: de niño hasta "El amor después del Amor"
La pandemia resultante del COVID – 19 y, por consiguiente, el encierro generalizado del mundo entero, más el aburrimiento, fueron el resultado de esta autobiografía llamada “Infancia y Juventud”.
Los 30 años cumplidos de la edición del disco más vendido de la historia de Argentina, “El Amor después del Amor”, fueron una antesala perfecta para, además de brindar sendos recitales y una gira caminando por los festejos, sacar un libro íntimo para conocer el otro lado de Páez.
El libro repasa una infancia cercana por dos mujeres cálidas y omnipresentes en Rosario, pero también marcada por la muerte abrupta de las mismas (el terrible asesinato de su tía, su abuela y la mujer que trabajaba en la casa). El modo en que la música cambio su existencia, los excesos de los años de éxito y creación, y la manera en la que construyó una tribu que lo sigue en la intimidad y la creación.
"El tiempo libre y la desesperación fueron el terreno donde se abonó este libro. Ahora no tenía argumentos para escaparme de mi insistente editor planetario. `Dale, ya no tenés excusas´, me decía Nacho detrás del teléfono, con su voz agitada plena de entusiasmo. `No voy a hacer eso, amigo. ¡No tengo capacidad física ni intelectual para meterme allí!". Nacho, es Nacho Iraola, entonces director de la Editorial Planeta, un gran artífice de este libro porque insistió mucho para que esto suceda. En el mismo prologo donde explica esto, también cuenta que empezó a trabajar una noche con el recuerdo de las visitas a la tumba de su madre junto a su papá cuando era niño.
"Un día lo di por finalizado. Pero no fue real. Surgían nuevos recuerdos que volvían a encender el fuego. Otra vez a la pesca de alguien que me diera otra versión de los hechos. Mientras, componía músicas y canciones nuevas. Había mucho tiempo libre. Después ya no quise moverme más de aquella biblioteca mágica de la calle Esmeralda. Por fin había logrado vivir en un mundo fantástico. La realidad es un espacio de locura y alienación que nunca me fue empático”, cuenta Fito.
En el libro hay un narrador omnisciente y las primeras líneas nos muestran el Macrocentro de Rosario y las calles por las que circuló durante su infancia, con una descripción para que el lector pueda conocer a los personajes, olores y escenas de aquel Rosario de los 70 y 80.
El piano rojo August Förster, de la familia Páez, estaba en la casa Balcarce. "Reinaba el piano en aquel espacio, con la solemnidad de un sepulcro imperial. Inviolable. Pasarían muchos años para que mi abuela Belia me diera la llave que abriría el cofre que contenía el santo grial familiar", explica Fito sobre cómo llegó “su” instrumento a sus manos.
Cuando su madre murió de cáncer a los 32 años, fueron su abuela Belia y su tía Pepa quienes lo cuidaron en el más tierno de los matriarcados. "Tanto Belia como Pepa eran mujeres de pechos grandes. Debo haberme dormido infinidad de veces sobre esas tetas del amor. Belia no perdía oportunidad para demostrar sus dotes de líder en la casa de calle Balcarce. Podríamos decir que crecí en un declarado matriarcado. Ellas fueron mis dos madres en el mundo real. Las que me cambiarían los pañales, me harían la comida, me lavarían la ropa, me bañarían, me bajarían las fiebres y oficiarían de cómplices para ocultar algunas de mis travesuras que hubieran ameritado el reto implacable de mi padre. Pepa mucho más que Belia. Todo lo que soy se lo debo a ellas". "Fui un chico feliz que tenía amor a raudales".
Quizás por esta crianza, en el libro también se sincera: "Las mujeres siempre me perdieron. A menos que pase algo extraordinario en los próximos años, esto será siempre así".
Juventud
Sobre su primera vez en su ciudad natal y como tecladista firme en la banda de Charly García: "Cuando Charly me presentó, se produjo una cerrada ovación. Había un rosarino en esa máquina del futuro. El chauvinismo rosarino es un sentimiento muy particular. Se hace notar de una forma muy impúdica. Y como todo comandante en jefe, conocedor de los protocolos emocionales de la vida pública, Charly me presentó último, para que yo sintiera ese aplauso como un signo consagratorio", rememora.
Sobre la composición de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”: "Siento que fue un dictado. Esas palabras no correspondían con la experiencia. Formaban parte de algo que estaba fuera de mi control. Supongo que las tribus tienen que volver a decir las mismas cosas a través del tiempo y en este caso me había tocado a mí. Hay cosas que se escapan del cartesianismo y los análisis. Sé que hay quien entenderá, pero también quien verá rasgos mesiánicos en estas palabras. Nada más lejos. Esto es sencillo porque literalmente no tiene explicación".
Para contar el asesinato y los detalles de cómo mataron a su abuela, su tía y a la mucama embarazada en la casa de la calle Balcarce, el mismo narra los acontecimientos. A los días que siguieron al triple femicidio, le llama “Sobrevida”.
Verano de 1992, una pequeña casa en José Ignacio que en ese momento era un pueblo pesquero, compuso “El Amor Después del Amor” con Cecilia Roth mirándolo, quien sería la futura madre de su hijo Martín. "Tener tiempo, dinero, conocimiento y audacia parece una combinación imbatible. Porque cuando falta alguno de estos elementos, la causa corre el riesgo de perder mística o rigor. O puede pecar de falsamente ambiciosa. Sin estos elementos en perfecta conjunción solar, hubiera sido imposible realizar `El amor después del amor´. Había una sensación en el aire de estar haciendo algo especialísimo".
El final del libro, con los míticos conciertos en Vélez Sarsfield del 93, el músico cierra: "Quiero agradecerle a mi país el haberme permitido el beneficio de la aventura. Las mieles de la odisea. El tiempo muerto que necesitan las palabras y la música para llegar al corazón de los otros. Aquí quiero agradecer a mi tribu el premio que me dieron esa noche”.