Ciencia

La NASA quiere fotografiar mundos habitables con el telescopio HWO

Un nuevo proyecto de la agencia espacial tiene como objetivo conocer mejor estos planetas y caracterizar los que puedan albergar vida.

De los más 5.000 exoplanetas conocidos, casi 300 cumplen las condiciones para soportar alguna forma de vida: ser cuerpos rocosos, no gigantes de gas, que su estrella no sea salvajemente activa y que la orbiten a una distancia adecuada para que su temperatura permita la existencia de agua líquida. Hasta ahora, toda esa pléyade planetaria se ha detectado analizando pequeñas variaciones en el brillo de la estrella. En algunos casos se han podido fotografiar como simples puntitos luminosos en las imágenes obtenidas desde observatorios en tierra. HWO, el nuevo telescopio de la NASA, se propone fotografiar la superficie de esos mundos posibles.

Con el telescopio Hubble todavía activo y el James Webb enviando extraordinarias vistas estelares, los creadores del HWO (en inglés, Observatorio de Mundos Habitables) se plantearon como objetivo tanto la investigación astrofísica avanzada como desentrañar la habitabilidad de esos planetas extrasolares. El HWO está todavía en fase de diseño preliminar, aunque algunos investigadores llevan más de dos años ensayando componentes que algún día volarán al espacio. Hoy por hoy se concibe como un telescopio de cuatro metros de diámetro dedicado a estudiar las bandas de luz ultravioleta, visible e infrarroja próxima.

Su tamaño permitirá acomodarlo en la cofia de un cohete convencional, sin necesidad de plegarlo como fue el caso del Webb. El espejo, de una sola pieza, deberá fabricarse con tolerancias mil veces más estrictas, ya que va a detectar radiación visible y ultravioleta, de longitudes de onda más cortas que el infrarrojo.

El futuro HWO también dispondrá de un bloqueador de brillo en gran escala: será un parasol (o, mejor, paraestrella) de cincuenta metros de diámetro que volará en formación con el telescopio... a casi 100.000 kilómetros de distancia. Se lanzará plegado, claro, pero una vez abierto adoptará la forma de una enorme flor con un núcleo circular de 25 metros rodeado por una veintena de “pétalos” que recuerdan a los de un girasol.

El telescopio y su parasol se anclarán en una órbita alrededor del punto de Lagrange L1, a un millón y medio de kilómetros de la Tierra. Es la misma zona donde orbitan el Webb y otros satélites. Pero no hay peligro de colisión; el espacio es muy grande. A esa distancia, la reparación de cualquier avería es hoy por hoy imposible. Pero en el diseño del HWO se contempla la posibilidad de recibir la visita de robots de mantenimiento y reabastecimiento de combustible, que permitirían alargar su vida útil.