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Las cosas en su lugar: prueban que el aporte científico de Rosalind Franklin fue esencial para comprender la estructura del ADN

Investigadores de la historia de la ciencia publicaron en la revista Nature cómo se ocultó el aporte de la química británica y la forma en que se construyó una leyenda que tapó el resultado de su trabajo, tan sólo por ser mujer.

El ADN es la popular molécula que conforma las células de los organismos del planeta. Hace 70 años James Watson y Francis Crick publicaron en la revista Nature lo que marcó un hito en las ciencias: cómo era la estructura de doble hélice del ADN.

Pero en la “cocina” de esa hazaña científica, hubo una historia de espionaje, suspenso e invisibilización de una mujer. Watson y Crick no mencionaron explícitamente que, para hacer su trabajo de 1953, se habían basado en los datos de los trabajos de la científica Rosalind Franklin.

Hoy, y también en la revista Nature, se publicó un artículo con pruebas que demuestran que Rosalind Franklin fue una de las co-descubridoras de la estructura del ADN en pie de igualdad con los científicos James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins.

La científica había nacido en 1920 y murió a los 37 años por cáncer de ovario. En 1962, Watson, Crick y Wilkins ganaron el premio Nobel de Medicina “por sus descubrimientos sobre la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su importancia para la transferencia de información en la materia viva”.

En su discurso en la ceremonia del Nobel, Watson tampoco reconoció que Franklin (que había fallecido cuatro años antes) también había contribuido para ese gran logro.

Durante las últimas cinco décadas, y con el avance del movimiento feminista en el mundo, de a poco la historia de Franklin empezó a salir a la luz.

El nuevo artículo de hoy por Matthew Cobb, de la Universidad de Manchester, en el Reino Unido, y Nathaniel Comfort, de la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos, aportó pruebas que cambian la leyenda que se ha contruido sobre el descubrimiento de la estructura de ADN.

La leyenda cuenta que el momento clave del hallazgo fue cuando le mostraron a Watson una imagen de rayos X del ADN que era del laboratorio de Franklin. Ella no había dado el permiso para que le muestren la imagen ni sus datos a Watson, ni tampoco tuvo conocimiento del hecho.

La imagen es conocida como la “Fotografía 51″, y se considera “la piedra filosofal de la biología molecular”, escribieron Cobb y Comfort. “Se ha convertido en el emblema tanto del logro de Franklin como de su maltrato”, opinaron. La leyenda cuenta que la científica era quien tenía la foto. Pero se contó que la mujera había sido incapaz de interpretar la imagen y descifrar sus propios datos.

Los investigadores Cobb y Comfort visitaron el archivo de Franklin en el Churchill College de Cambridge, en el Reino Unido, y encontraron un borrador de un artículo para la prensa que hasta ahora no había sido estudiado. Lo escribió la periodista Joan Bruce quien había consultado a Franklin. Iba a estar destinado para la revista Time, pero no llegó a ser publicado.

También en el archivo dieron con una carta que uno de los colegas de Franklin escribió a Crick. En conjunto, esos documentos demuestran que Franklin sí había comprendido la estructura del ADN.

El doctor Cobb, quien es investigador en zoología y divulgador científico, afirmó: “Consideramos que Franklin fue integrante con pie de igualdad del cuarteto de científicos que resolvieron la doble hélice del ADN”.

Desde esa visión, Cobb mencionó: “Queremos decir que Franklin no era ni una tonta testaruda que no entendía sus propios datos, como la visión que se presenta en el libro La doble hélice, que fue escrito por Watson”.

“Tampoco consideramos que haya sido la heroína olvidada a la que le robaron sus datos. Por el contrario, los datos de la científica contribuyeron de forma esencial al descubrimiento”, dijo Cobb. Aclaró: “Este hallazgo no fue una carrera despiadada y emocionante por el secreto de la vida como ahora se lo percibe”.

Otro hecho que generalmente se pasa por alto es que en 1953, además de la publicación del paper de Watson y Crick, Franklin publicó un trabajo en la misma revista sobre el tema. También en junio de ese año, la Royal Society hizo una presentación del hallazgo y lo mostraba como el resultado de un esfuerzo conjunto, recordaron Cobb y Comfort.

En el nuevo artículo, Cobb y Comfort consideraron que es fundamental conocer bien la historia de Franklin. “No sólo se enfrentó al sexismo frecuente de la época, sino también a formas más sutiles arraigadas en la ciencia, algunas de las cuales siguen presentes hoy en día”, expresaron.

El doctor en física Diego Lamas, investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín, en la Argentina, y experto en cristalografía quien ha realizado diferentes actividades públicas para visibilizar las contribuciones de Franklin, afirmó: “Es interesante que se hayan publicado más pruebas que demuestran que la científica fue coautora del descubrimiento en igualdad de condiciones que los tres científicos. Hubo un artículo de 1974 que también fue en esa dirección”.

“En su artículo de 1953, Watson y Crick admiten al final que usaron información de Franklin. Pero por supuesto no dicen que tuvieron acceso a un borrador del artículo que ella estaba escribiendo sobre sus investigaciones con su estudiante Gosling”, subrayó.

Para el científico argentino, hay que resaltar que “hoy no sólo se cumplen los 70 años del artículo de Watson y Crick. También se cumplen 70 años de la publicación del artículo que Rosalind y Raymond Gosling. Precisamente fue el artículo que contiene la famosa Foto 51 y que se publicó el mismo día y en la misma edición. Fue el tercer trabajo de esa trilogía de Nature sobre el ADN en 1953. Pero luego las contribuciones de Franklin fueron opacadas”.

Franklin podría haber tenido méritos para ganar dos premios Nobel, según Lamas. “Porque además de trabajar en la estructura del ADN, aplicó la cristalografía de rayos X para determinar estructuras de virus de interés para la agricultura. Aaron Klug fue un químico y bioquímico británico, que continuó los trabajos de Rosalind y fue galardonado con el Premio Nobel de Química en 1982″.

También Franklin desarrolló trabajos sobre estructuras de carbono porosos que sirvió para hacer máscaras antigás. “Hizo trabajos brillantes —opinó el doctor Lamas—.Ya pasaron 70 años. Es tiempo ya de poner a Franklin en el lugar que le corresponde en la historia de la ciencia”.