Colores
Los colores emocionan y las emociones se colorean
Todo funciona bajo la pauta de un algoritmo universal que proyecta la compensación como elemento equilibrante. Los colores no podían ser la excepción.
El psiquiatra y neurocientífico premio Nobel en Medicina del año 2000, Eric Kandel, nos comenta en su libro “La Era de lo Inconsciente” que la percepción visual posee unas características complejas que definen los entornos y los contrastes más que la intensidad de la luz. También nos marca un espectro de colores que somos capaces de percibir, los cuales, en relación con su longitud de onda, van desde el violeta hasta el rojo.
Esta información nos acerca a la percepción emocional de dichos colores, la cual siempre ha sido explicada desde la psicología y a través de la experimentación basada en la observación de las reacciones y comentarios realizados por las personas que voluntariamente se prestan a este tipo de pruebas. Las conclusiones emitidas suelen corresponder a la traducción de la “Moda estadística” o mejor dicho, “la muestra del valor que aparece con mayor frecuencia en el conjunto de respuestas”.
Cuando Andrea Mañas, experta en digitalización y emprendimiento, me preguntó si la tecnología ADNe® podría traducir los colores a emociones, mi respuesta fue “Sí”.
Le advertí que esta relación sería genérica ya que cada persona posee una capacidad receptiva similar pero no absolutamente idéntica. También le dije que los colores poseen su propia personalidad en relación a los parámetros descritos por Eric Kandel y nunca se muestran como una unidad. Algo así como que sus perfiles, combinaciones y contrastes, además de su tonalidad, matizan las emociones.
Le advertí que una cosa son las fusiones de colores, las cuales generan una nueva paleta cromática diferenciada espectralmente, y otra muy diferente, las combinaciones de colores sin dicha fusión, lo cual ayuda a resaltar su identificación en base a lo que conocemos como contraste. Tengamos en cuenta que cuanto más cerca se encuentren los colores del epicentro cromático, más se aproximan al blanco y cuanto más se alejan del mismo, más diferentes se muestran para oscurecerse hasta tornarse en negro.
Por lo tanto, los colores proyectan emociones y las emociones demandan colores.
PUBLICIDAD O IDENTIDAD CORPORATIVA
¿Estamos ante una nueva forma de entender la aplicación de los colores a la publicidad o la identidad corporativa?
Parece ser que sí, ya que cada color posee una frecuencia electromagnética que las neuronas retinianas son capaces de acoger en dos vertientes focales. Por un lado, el núcleo y por otro, la periferia. Ambos focos no trabajan a la vez, ya que el núcleo es más sensible a la luz y la periferia a los contrastes.
Así mismo, sabemos que al igual que el ADN biológico, las sinapsis, etc… todo funciona bajo la pauta de un algoritmo universal que proyecta la compensación como elemento equilibrante. Los colores no podían ser la excepción. Por ello, muchos colores que creemos “puros” son realmente mezclas. Por ejemplo, el color verde se consigue mezclando azul y amarillo, tal y como lo aprendemos desde muy temprana edad.
Con esta información, en la empresa Jacobson pusimos a trabajar a nuestro algoritmo ADNe®, el cual decodificó los colores bajo criterios emocionales, marcando el rojo, el azul y el Amarillo como fuentes de la percepción del resto. Así mismo, se destacaron combinaciones dominantes como verde, naranja o violeta.
Así, el algoritmo fragmentó colores con matices según dominancia cromática, tales como el amarillo verdoso, el cual se compone de azul y amarillo con dominancia de amarillo, o bien el azul verdoso como mezcla de azul dominante con marcas de amarillo.
Para generar una paridad teníamos que seleccionar una “propuesta” emocional plenamente aceptada. Así que revisando las emociones básicas enunciadas por Paul Ekman y su relación algorítmica vimos que, a pesar de ser considerado psicológicamente como un color frío, el color más “demandado” emocionalmente es el violeta.
Curiosamente dicho color es el que mayor frecuencia posee en relación a los que puede apreciar el ojo humano. Lo curioso es que la mezcla del rojo (el color de menor frecuencia y electromagnéticamente opuesto al violeta) y del azul ofrecen la percepción del violeta.
Emociones como la alegría, la ira, el asco y el miedo poseen y comparten dicha dominancia cromática del violeta, mientras que la sorpresa se pinta de azul y verde con el violeta como elemento secundario. Así mismo, la tristeza reclama el amarillo verdoso con esas mismas tonalidades violetas secundarias.
En el caso de la alegría, el violeta se encuentra matizado con verde y naranja mientras que en las emociones “negativas” saturadas o de gran intensidad, dicho Violeta se oscurece con tonalidades opacas que eliminan la sensación de contraste.