MARAVILLOSA Y ETERNA
Marilyn Monroe cumpliría 95 años: la estrella que quería ser maravillosa y se convirtió en el símbolo eterno de Hollywood
Su vida sigue generando admiración e interés a pesar del paso del tiempo. Sus películas y sus amores.
Cuando una figura traspasa la pantalla o el escenario, se hace popular. Pero hay quienes transmiten algo más que hace que sean inolvidables. “No estoy interesada en la plata. Solo quiero ser maravillosa”, aseguró Marilyn Monroe en un reportaje volcado en el libro La última entrevista, editado por Sady Doyle. Esa sentencia definió su vida y su paso a la inmortalidad. Este martes se cumplen 95 años del nacimiento de la estrella que se convirtió en el símbolo eterno de Hollywood.
La sufrida infancia y adolescencia delineó su paso por la adultez. Marilyn Monroe nació el 1° de junio de 1926 bajo la identidad de Norma Jeane Mortenson en Los Ángeles. Era hija de Gladys Pearl Baker, una montajista de la productora Consolidated Film Industries y de un hombre cuya identidad siempre quedó en el misterio. Algunas biografías arriesgan que habría sido un importante jefe de RKO Pictures, uno de los principales estudios en ese momento, aunque nunca se pudo comprobar.
La salud mental de su madre era frágil. Cuando Marilyn tenía 7 años, la mujer fue diagnosticada con esquizofrenia paranoica e internada en un centro neuropsiquiátrico. Es así como la actriz fue alternando entre familias adoptivas, un orfanato y el hogar de Grace Goddard, la mejor amiga de Gladys Pearl Baker. En 1937 sufrió abuso sexual por parte del hombre que la cuidaba y, con solo 16 se casó con su mejor amigo, James Dougherty.
A partir de 1948 empezó a tener los primeros trabajos en Hollywood, primero como modelo y después en cine. Vinieron Ladies of the Chorus y Mientras la ciudad duerme, que la pusieron en el radar de algunos productores. Fue Joseph L. Mankiewicz el que la vio en esta última y la hizo trabajar en 1950 en La malvada, lo que le permitió tener un contrato con la 20th Century de siete años.
Al poco tiempo, en 1953, llegó al climax de la fama. Con Torrente pasional y Los caballeros las prefieren rubias, sobre todo, la figura de Marilyn Monroe fascinó al mundo del espectáculo. Dueña de una melena rubia brillosa y de una belleza avasallante, sus contornos fueron un imán para ese universo. Tanto para lo bueno de la alfombra roja como para lo malo de las bambalinas.
En 1955 llegó la película que la transformó en un símbolo. En La comezón del séptimo año, de Billy Wilder, se produjo la escena con el que aún hoy se la identifica, en la que su personaje se pone arriba de la boca de aire del subte de Nueva York que hace flamear la falda de su vestido blanco con una gracia única. Luego vinieron Nunca fui santa, El príncipe y la corista, Una Eva y dos Adanes, La adorable pecadora y su última producción estrenada en cine, Los inadaptados, en la que comparte elenco con Clark Gable y Montgomery Clift.
La década del ’50 fue la de su máxima proyección laboral y sus amores, pero también, la de su adicción a las drogas. Además de haberse casado con Dougherty, Marilyn Monroe tuvo otros dos matrimonios: uno con el beisbolista Joe DiMaggio y otro con el escritor Arthur Miller. Pero también mantuvo relaciones con el director Robert Slatzer, Elia Kazan, Marlon Brando, Tony Curtis y Frank Sinatra. Además, los hermanos Robert y John Fitzgerald Kennedy fueron parte de sus tormentosos últimos años de vida.
El 5 de agosto de 1962, la encontraron muerta en su casa de Brentwood, en Los Ángeles. Tenía 36 años. Los médicos forenses que estudiaron el caso declararon que sufrió una intoxicación aguda con barbitúricos, lo que consideraron que era un “probable suicidio”. En ese momento, empezó el mito de su eternidad majestuosa.