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Nuevas recomendaciones de los CDC de Estados Unidos: cómo prevenir las infecciones en hospitales

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades explicaron como mejorar la detección y tratamiento de la sepsis, una afección alarmante que provoca alrededor de 1,7 millones de hospitalizaciones en ese país cada año

La sepsis es una respuesta del cuerpo a una infección que puede surgir de afecciones comunes como la influenza, neumonía, intoxicación alimentaria, entre otras. Esta complicación puede ser mortal si no se detecta y trata a tiempo.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han presentado recientemente nuevos estándares dirigidos a los hospitales con el objetivo de mejorar la detección y tratamiento de la sepsis, una afección alarmante que provoca alrededor de 1,7 millones de hospitalizaciones en EE. UU. cada año.

Con la publicación de estas nuevas directrices por parte de los CDC, ve una luz de esperanza para prevenir futuras tragedias similares a la de su hijo. Las pautas, detalladas en un documento de 35 páginas, buscan proporcionar a los hospitales una hoja de ruta clara para reunir a expertos de diversas áreas médicas y abordar la sepsis de manera más efectiva y temprana.

El doctor Raymund Dantes, asesor médico de los CDC, subrayó que estas directrices no solo buscan proporcionar recomendaciones clínicas, sino también fortalecer la infraestructura hospitalaria. El objetivo es equipar adecuadamente al personal médico para enfrentar esta afección con la seriedad y rapidez que requiere.

Por su parte, el doctor Chris DeRienzo utilizó una analogía interesante al comparar los equipos de sepsis con un “equipo de boxes de NASCAR”, haciendo hincapié en la necesidad de una respuesta rápida y coordinada ante los primeros signos de sepsis.

La sepsis es una respuesta inmune extrema a una infección que puede desencadenar una serie de reacciones en el cuerpo, llevando a daño tisular, insuficiencia orgánica y, en los peores casos, la muerte. Es una afección que, a pesar de su prevalencia, sigue siendo un desafío diagnóstico debido a síntomas que pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades.

La historia de Rory Staunton, un joven de 12 años, es un testimonio conmovedor de la urgencia de estas medidas. En 2012, Rory sufrió un raspón jugando baloncesto en su escuela. Aunque parecía una herida menor, al día siguiente presentó fiebre de 104 grados, vómitos y dolor intenso en las piernas.

Fue llevado a la sala de emergencias del NYU Langone Health, donde inicialmente se sospechó deshidratación. Sin embargo, su condición empeoró rápidamente y, lamentablemente, falleció a causa de un shock séptico severo.

Orlaith Staunton, madre de Rory, ha sido una defensora incansable de la necesidad de mejores protocolos médicos para la sepsis.

Una encuesta reciente ha arrojado datos preocupantes: aunque el 73% de los hospitales afirma tener equipos especializados en sepsis, solo el 55% cuenta con un líder específicamente asignado para administrar el programa. Esta falta de coordinación y especialización puede ser fatal para los pacientes.

Las directrices de los CDC buscan abordar estas deficiencias, recomendando la inclusión de expertos de diversas áreas, desde la administración de antimicrobianos hasta el departamento de enfermedades infecciosas. Además, se enfatiza la necesidad de protocolos específicos y bien ensayados para la sepsis, así como paneles en vivo para monitorear y mejorar la gestión de casos.

Staunton, quien tras la trágica pérdida de su hijo fundó una organización dedicada a combatir la sepsis, ve en estas directrices un paso significativo hacia un futuro donde historias como la de Rory sean excepciones y no norma.

Aunque reconoce que aún queda mucho por hacer, tiene la esperanza de que estas medidas marquen una diferencia. “Es demasiado tarde para Rory”, expresó con emoción, “pero no para los millones que podrían enfrentar la sepsis en el futuro”.

La sepsis, una complicación silenciosa y peligrosa

“La septicemia es una infección sistémica, grande, iniciada por una bacteria que inyecta lipopolisacáridos, y se resuelve cuando está confinado localmente; pero cuando pasa a la sangre es mucho más difícil de controlar y esto causa muchísimas muertes por fallas sistémicas multiorgánicas”, explicó en una nota con Infobae el doctor en inmunología, Gabriel Rabinovich.

El experto Indicó también que “la mayor causa de muerte que hay en los hospitales y en las terapias intensivas son por septicemia; muchas surgen por infecciones intrahospitalarias con bacterias resistentes a los antibióticos” y de ahí surge la necesidad de buscar terapias o tratamientos alternativos a los antibióticos.

Según explican en Mayo Clinic la sepsis ocurre cuando el cuerpo libera sustancias químicas al torrente sanguíneo para combatir una infección, pero estas desencadenan una inflamación generalizada. Esta respuesta puede llevar al fallo de múltiples órganos. Aunque es más común con infecciones bacterianas, la sepsis puede ser causada por diversos microbios.

Los síntomas de alerta incluyen fiebre alta, deshidratación, taquicardia, respiración acelerada, letargo y confusión. Ante la presencia de estos signos, es crucial buscar atención médica inmediata.

El tratamiento de la sepsis comienza con un diagnóstico preciso, que se realiza a través de cultivos de sangre y otras pruebas. Luego, se administran líquidos intravenosos y antibióticos. Mantener una hidratación adecuada es esencial en estos casos según los expertos.

Todas las personas están expuestas al riesgo de sepsis. Sin embargo, personas con tratamientos de inmunosupresión, adultos mayores y aquellos con heridas abiertas son más susceptibles.

Es por eso que para prevenir la sepsis, es vital monitorear la temperatura y mantener una buena hidratación. Además, es esencial estar atentos a los síntomas y buscar atención médica.

El tratamiento temprano y agresivo aumenta la probabilidad de recuperación. Las personas que tienen septicemia requieren un control minucioso y tratamiento en la unidad de cuidados intensivos de un hospital. Las medidas para salvar vidas pueden ser necesarias para estabilizar la respiración y la función cardíaca.

Son varios los medicamentos que se usan para combatir la septicemia.

Antibióticos. El tratamiento con antibióticos comienza lo antes posible. Los antibióticos de amplio espectro, que son eficaces contra una gran variedad de bacterias, suelen utilizarse en primer lugar. Después de conocer los resultados de los análisis de sangre, el médico puede cambiar a un antibiótico diferente para combatir la bacteria específica que causa la infección.

Vasopresores. Si la presión arterial sigue siendo demasiado baja incluso después de recibir líquidos por vía intravenosa, es posible que te administren un medicamento vasopresor. Este medicamento contrae los vasos sanguíneos y ayuda a aumentar la presión arterial.

Otros medicamentos según los expertos, incluyen dosis bajas de corticosteroides, insulina para ayudar a mantener estables los niveles de glucosa en la sangre, medicamentos que modifican las respuestas del sistema inmunitario y analgésicos o sedantes.

Las personas que padecen sepsis suelen recibir atención de respaldo que incluye oxígeno. Según la enfermedad, es posible que se necesite una máquina que ayude a respirar. Si los riñones se encuentran afectados, quizás se necesite realizar diálisis.

Cirugía. Es posible que se requiera cirugía para eliminar fuentes de infección, como acumulaciones de pus (abscesos), tejidos infectados o muertos (gangrena).