Ciencia
Qué es la autofagia y que tiene que ver el ayuno intermitente
Se trata del mecanismo de degradación y reciclaje celular, cuya descripción le valió el Nobel de Medicina el japonés Yoshinori Ohsumi. En qué consiste este proceso esencial para la vida y de qué manera se lo puede favorecer
La palabra autofagia proviene del griego y significa “comerse a sí mismo”. Se trata de un proceso esencial para la renovación celular, y por lo tanto, beneficioso para el organismo.
Se sabe también que un mecanismo de autofagia deficiente puede ser causante de distintas enfermedades. Por sus descubrimientos sobre el tema, el japonés Yoshinori Ohsumi obtuvo en 2016 el premio Nobel de Medicina.
Pero ¿de qué se trata este proceso de degradación y reciclaje de las células esencial para la vida? Se trata de un proceso natural mediante el cual una célula descompone los elementos viejos, dañados, innecesarios o disfuncionales dentro de la misma célula y luego reutiliza esos componentes como combustible para construir o mantener células.
La autofagia es importante ya que estos componentes “basura” ocupan mucho espacio en una célula y pueden impedir que funcione correctamente. La autofagia también destruye los patógenos que causan enfermedades, como las bacterias y los virus, que pueden dañar las células.
El mecanismo tiene lugar dentro del líquido gelatinoso dentro de una célula llamada citoplasma. Es un proceso en el que una célula recicla partes innecesarias o dañadas de sí misma para crear nuevas partes y proporcionar energía para la supervivencia celular. La autofagia ocurre cuando las células se dañan o se les priva de los nutrientes que necesitan para sobrevivir. Cuando esto sucede, se desencadenan reacciones químicas complejas dentro del citoplasma para convertir la “basura” en combustible y componentes celulares funcionales.
En los años 60, los científicos observaron por primera vez que las células podían autodestruirse: éstas encierran a sus propios componentes en unas vesículas con doble membrana; luego los trasladan a un “compartimiento de reciclaje” llamado lisosoma, que contiene enzimas, donde los desechos y las bacterias son digeridos y destruidos.
Si bien el concepto surgió varias décadas atrás, su “importancia fundamental en la fisiología y la medicina sólo se reconoció tras la investigación de Yoshinori Ohsumi”, indicaron en un comunicado desde el comité del Nobel del Instituto de Karolinska para justificar el premio.
Cuáles son los beneficios de la autofagia
La autofagia tiene efectos importantes que ocurren tanto dentro como fuera de una célula.
Dentro de la célula, la autofagia puede ayudar a:
- Disminuir el estrés oxidativo (daño a las células causado por moléculas inestables conocidas como radicales libres)
- Mantener el ADN y los genes estables
- Evitar el deterioro y envejecimiento prematuro de las células
- Mejorar la conversión de nutrientes en energía.
- Mejorar la eliminación de residuos
- Eliminar patógenos y otros materiales extraños dentro de las células.
Mientras que fuera de la célula, la autofagia puede ayudar a:
- Disminuir la inflamación
- Mejorar la transmisión de señales nerviosas en el cerebro
- Mantener el sistema inmunológico funcionando normalmente.
- Apoyar la detección de cáncer y otros agentes extraños por parte del sistema inmunitario
Poner al cuerpo en “modo supervivencia” puede favorecer la autofagia
La autofagia generalmente se activa cuando una célula carece de nutrición. Y esto generalmente sucede cuando se practica el ayuno intermitente.
“Lo que ocurre es que a partir de las 14/16 horas de ayuno se ponen en manifiesto ciertos procesos de lo que se llama autofagia, que es como un ‘reciclado’ celular donde la célula se limpia y puede volver a funcionar más correctamente; es un proceso que se da en nuestro cuerpo todo el tiempo, pero darle un reposo digestivo, o sea darle al organismo ese espacio para desintoxicarse y repararse, es necesario para que funcione correctamente”, explicó la licenciada en Nutrición María Cecilia Ponce (MN 3362).
Y tras destacar que “cuando una persona está sin consumir ningún alimento (ni proteínas, ni glucosa, ni hidratos de carbono, ni grasas) empiezan a disminuir los niveles de insulina, lo cual favorece de alguna manera procesos orgánicos y metabólicos de detoxificación y reparación celular”, la especialista ahondó: Al disminuir los niveles de azúcar (porque no se está consumiendo ningún alimento) “se genera a largo plazo mejor sensibilidad a la insulina, la autofagia y regeneración celular, lo cual previene el envejecimiento prematuro”.
También, agregó la experta, “después de esas horas empieza a ponerse de manifiesto la oxidación de los ácidos grasos, empieza a quemarse más grasa y podría ser un factor para disminuir el tejido adiposo corporal, además, al facilitar ese reposo digestivo se produce menos inflamación intestinal y se promueve, después de las 16 horas, la expresión de algunos genes relacionados con la longevidad los cuales empiezan a expresarse más correctamente”.
Además del ayuno intermitente, la práctica de ejercicio y la restricción de calorías también desencadenan la autofagia para promover el normal funcionamiento del organismo.
El “modo escasez” es uno de los aspectos cruciales del tratamiento contra el envejecimiento que plantea el genetista de la Universidad de Harvard David Sinclair. “La vida moderna nos ofrece un ‘modo abundancia’ que enferma al cuerpo —aseguró el experto en longevidad—. A través del ayuno, la eliminación de los ultraprocesados de la dieta y el ejercicio físico como nuestros principales aliados, observaremos cómo ciertas privaciones activan las defensas contra el envejecimiento”.
El concepto “supervivencia” (survival) fue planteado en su libro Alarga tu esperanza de vida. Cómo la ciencia nos ayuda a controlar y revertir el proceso de envejecimiento, en el que además de poner al grueso de la población al día acerca de los asombrosos progresos en el desciframiento de los mecanismos químicos y orgánicos sobre los que actuar para prevenir el deterioro fisiológico prematuro, postuló la idea de incluir en la rutina diaria una serie de hábitos sencillos, como una alimentación saludable, ejercicio, exposición al frío para alcanzar y garantizarse una vejez extendida y óptima.