Música
Rocío Igarzábal: “Los estilos de música que escucho y me nutren como artista los logré en el disco”
El 2022 empezó con mucho trabajo para la artista: teatro, televisión y ahora el lanzamiento de su disco en el que se luce como cantautora.
La multifacética Rocío Igarzábal presentará el 8 de septiembre su segundo disco Que me hablen de amor, en el que recorre ritmos y sonidos latinos, sorprendiendo con su ductilidad y talento. Para saber más de la propuesta, que además se presentará en vivo el 8 de octubre a las 20 en La Tangente, con entradas en venta en passline.com.ar, hablamos en exclusiva con ella.
–¿Cómo estás viviendo este momento tan intenso de trabajo?
–Soy inquieta, me pasa eso, necesito estar en movimiento y trabajando, y a la vez creando. Surgieron estas posibilidades de trabajo que medio se relacionan, la música, el disco, la salida, la exposición y estoy muy contenta de que sucedan las cosas.
—¿Hacés malabarismos para poder cumplir con todo?
—Exactamente, en un ratito sale mi hija del colegio y la busca Milton, el papá, que está también conmigo en todo, porque es mi manager y compone conmigo. Es día a día, por ejemplo, mañana voy a un ensayo de La Voz y Lupe está en la escuela, así que salgo y la busco. Por suerte tenemos una super red de contención, que son mis viejos, mis suegros, mis cuñadas y mis hermanas, y así armamos el “tetris”. Pero sueño con tomarme en breve unas vacaciones, porque llego a casa detonada; pero también es algo de la profesión, ahora es intenso, en otros momentos hay menos trabajo.
—Ahora sos host de La Voz, ¿qué te pasa cuando llega un aspirante con el sueño de acceder al escenario?
—Empatizo mucho con los participantes, soy como una contención para ellos y me encanta, tenemos charlas muy humanas; los veo, me emociono con ellos, me pongo triste cuando alguien se va y me encariñé o también me gusta cuando tienen una buena presentación. Voy viviendo el día a día con ellos y me encanta el proceso desde la primera audición hasta cómo se van transformando en artistas increíbles, porque este año hay un nivel increíble.
—El sonido que elegiste para tu disco sorprende, porque uno imagina que ibas a ir por un camino más pop, ¿por qué lo elegiste?
—Porque creo que tiene que ver más conmigo, con mi propia esencia, de una madre venezolana que me conectaba con mis raíces latinas. Hay algo de sonido español muy rítmico y cantautoras de mi vida como Mercedes Sosa, Chabuca Granda, Chavela Vargas y más cercana Mon Laferte, Natalia Lafourcade, Carla Morrison; creo que los estilos de música que escucho y los que me nutren como artista los logré en el disco. Es mi propia apuesta y cuando decidí ir por este camino musical siempre supe que no quería parecerme a nadie o hacer algo que no me identifique, porque para ser cantautora en mi país quise apostar, arriesgarme e ir por ahí.
—¿Se complicó el que te respetaran esta decisión?
—Creo que sí, es un camino más difícil porque la sociedad quiere que vayas por un camino más predecible o lo más previsible es lo que más vende, por lo que te tenés que plantar para que no te golpeen. Pero me fui cruzando en el camino con las personas indicadas, como Milton, mi pareja, padre de Lupe, a quien conocí en México viajando. Empezamos a componer canciones e ir por un estilo de música en donde me sentí muy cómoda, y después me encontré con Mateo Rodo, productor del disco, gran amigo y un gran consejero para mí y es la persona que me mantiene fiel a mí misma; es un camino más largo pero más valioso. Siempre va a ver voces que te digan de ir por otro lado, pero sigo mi voz interna.
—¿Cómo elegiste los sonidos y las melodías? Porque hay más bailables y otras más intimistas...
—Fui a nivel composición buscando cuestiones rítmicas en algunos casos, dramáticas con cuerdas, que reflejaran más soledad, si se quiere. Pero fue un recorrido muy orgánico y cada canción tiene su lenguaje particular y su universo, en un lenguaje muy representativo pero conectando en su esencia que es el amor, (porque el disco justamente se llama Que me hablen de amor), en un proceso que resignifica el amor, yendo desde un vínculo que se termina a algo más interno. Es como un camino a la inversa y redescubriéndose, amándose a uno mismo; si pasas por ese proceso pasás por todos los ritmos y estados y eso se refleja en lo sonoro.
—¿Imaginás un gran show?
—Sí, por supuesto, es lo que estoy armando, pienso: “¿Por qué me metí en esta?”, y somos 13 en el escenario. Encima es todo muy independiente, es un gran esfuerzo el que estamos haciendo, a pulmón, ensayamos a morir, porque estos ritmos proponen que se pueda improvisar y que se arme la fiesta. Yo estaré plantada en el escenario bancándome el monstruo de banda que tendré e invitando a que se arme una gran fiesta con el público en la misma línea, sin diferenciación.
—Necesitamos eso…
—Yo quiero integrar a la gente con mi música, charlándolo con vos me doy cuenta. No quiero que haya gente que venga a admirarme o fanatizarse, sino que se vengan a unir a esto y que al salir digan: “Me olvidé que era un recital y estaba ahí bailando”; quiero que sea una fiesta y lo necesitamos, dejando de crear eso del artista inalcanzable y el público por otro lado.