Aniversario

Se cumplen 40 años de la edición de "Clics Modernos"

El 5 de noviembre de 1983, Charly García editaba su segundo disco solista. Hecho en Nueva York, donde el músico se instaló por varios meses durante aquel año, se destaca por su pulso bailable y moderno y la presencia definitiva de las máquinas de ritmo.

Editado el 5 de noviembre de 1983, fue un cross a la mandíbula de un rock argentino que. hasta ese momento y salvando algunas excepciones, que se autopercibía de muchas formas, menos de las que proponía García con su disruptivo segundo disco solista.

Disuelto Serú Girán a partir de la salida de Pedro Aznar, en enero de 1982, y cerrada esa irrepetible etapa con los shows del 6 y 7 de marzo de ese año en Obras y su consecuente disco en vivo “No llores por mi, Argentina”, Charly García estaba listo -¿o debiéramos decir liberado?- para ponerle su propio nombre a su música. O, lo que es lo mismo, dar comienzo a su carrera solista.

El primer trabajo fue el doble “Yendo de la cama al living/Pubis Angelical”, editado el 28 de octubre de 1982. “Pubis Angelícal”, incluía la banda sonora del filme de Raúl de la Torre; mientras que “Yendo de la cama al living”, que incluía ocho canciones, entre ellas la que da nombre al disco, “No bombardeen Buenos Aires” e “Inconsciente colectivo”.

Podría decirse que el germen sonoro de Clics Modernos ya estaba en “Yendo de la cama al living”, con la utilización del Roland TR-808, una batería electrónica programable que Charly bautizó “la Rucci” y que marca el ritmo en “Yendo de la cama al living”, la canción, en el “Inconsciente colectivo”. Pero fue un uso muy diferente a lo que pronto haría en “Clics modernos”.

La otra pista que anticiparía lo que vendría es el estreno de “Los dinosaurios” en el impresionante shows de presentación de “Yendo de la cama al living”, en Ferro, el 26 de diciembre del ‘82. La noche que cerró con la épica versión de “No bombardeen Buenos Aires” y la destrucción literal de una ciudad de cartón diseñada por Renata Schussheim, ubicada justo detrás de los músicos.

Por alguna razón, que seguramente tiene que ver con la capacidad de orientar sus antenas sintonizar su música con lo que sucede en el país, García sintió la necesidad de presentar ese tema recién compuesto y que aún no había grabado. Un tema que, por mucho que su autor se esfuerce en contar que nada tuvo que ver con los militares y su inhumana represión, de inmediato tuvo esa lectura. Incluso el propio Charly aceptó rápidamente esa lectura.

El Charly de “Yendo de la cama al living” era un Charly que aún seguía ligado al “viejo” Charly, un Charly que seguía componiendo y versando como a que el cronista ficticio, al igual que muchos, esperaba que hiciera. Pero, como ese cronista ficticio al igual que casi todos, no lograron ver ni escuchar, que Charly comenzaba a estar en otra. Quería y deseaba estar en otra. Agobiado por el encierro de vivir yendo de la cama al living, oprimido por un ambiente que tiraba demasiado para abajo y que esperaba de él una (re)acción política más explícita y menos metafórica, Charly se fue.

Mientras el país iba camino a la recuperación democrática, no sin sufrir los últimos, pero no por eso menos brutales, golpes de una dictadura en retirada tras Malvinas, Charly García se instalaba en Nueva York. Quería hacer otra cosa, sonar diferente, refrescar ideas. Primero fue a comprar equipos, lo hizo y volvió, pero ya tenía resuelto regresar a la Gran Manzana e instalarse allí y ver qué pasa. Y lo que pasó fue un disco.