Ciencia
Según un estudio, el Tiranosaurio rex tenía labios y no se le veían los dientes
Según los expertos, la anatomía del más famoso depredador se parecía más a la de un lagarto que a la de un cocodrilo.
El depredador terrestre más grande conocido por la ciencia, protagonista de películas exitosas y uno de los animales con más fanáticos en el mundo, tanto por parte de chicos como así también en adultos.
Cada noticia que aparece sobre el Tiranosaurio rex no pasa desapercibida. En este caso, un artículo publicado el jueves en la revista científica Science, cambia las percepciones sobre la apariencia y la anatomía oral de estos famosos depredadores.
Un estudio asegura que una especie de fino labio cubría sus enormes dientes, que llegaban a los 15 centímetros. Además, al menos en edades tempranas, tendrían plumas.
Los expertos examinaron la estructura dental, los patrones de desgaste y la morfología de la mandíbula de los grupos de reptiles con labios y sin labios, y descubrieron que la anatomía y la funcionalidad de la boca de los terópodos se asemeja más a la de los lagartos que a la de los cocodrilos
“Es bastante notable lo similares que son los dientes de los terópodos a los lagartos monitores. Desde el monitor enano más pequeño hasta el dragón de Komodo, los dientes funcionan de la misma manera. Por lo tanto, los monitores se pueden comparar bastante favorablemente con animales extintos como los dinosaurios terópodos en función de esta similitud de funciones, aunque no estén estrechamente relacionados”, explicó Derek Larson, administrador de colecciones e investigador en paleontología del Royal BC Museum en Canadá.
Para Mark Witton, de la Universidad de Portsmouth, “los artistas de dinosaurios han puesto y quitado los labios desde que comenzamos a restaurar dinosaurios durante el siglo XIX, pero los dinosaurios sin labios se hicieron más prominentes en los años 80 y 90. Luego se arraigaron profundamente en la cultura popular a través de películas y documentales: Jurassic Park y sus secuelas”.
En tanto, Thomas Cullen, profesor de Paleobiología en la Universidad de Auburn y autor principal del estudio sostuvo: “En nuestra muestra de tiranosaurio, vemos un grosor uniforme del esmalte tanto en el interior como en el exterior del diente, lo que es más similar a lo que vemos en los animales que tienen labios”.