CALIFORNIA

Subastan una Ferrari que manejó Schumacher en la Fórmula 1 por un precio base pocas veces visto

Es una F300 de 1998, temporada en la que perdió el campeonato mundial en la última carrera.

El próximo sábado 20 de agosto, en California, se subastará la Ferrari F300 que participó de la temporada 1998 de la Fórmula 1 y condujo nada menos que Michael Schumacher, siete veces campeón mundial de la categoría máxima del automovilismo.

Como fue pilotada por una de las leyendas máximas de las pistas y fue desarrollada por una de las escuderías más importantes (sino la más), su precio de partida es muy elevado: 6.000.000 millones de dólares.

Esta F300 chasis 187 (es una de las varias que Ferari utilizó durante esa temporada) sirvió para ganar cuatro grandes premios: el de Canadá (largó tercero), el de Francia, el de Inglaterra (largó segundo en ambos) y el de Italia (tuvo la Pole).

Ferrari venía de varios años de sequía en la Fórmula 1 (su último Campeonto de Pilotos lo había conseguido en 1982) y en 1996 decidió contratar a Michael Schumacher, que venía de ser campeón con Benetton. También sumó a Rory Byrne, que volvió del retiro para desarrollar el auto de los años siguientes.

La F300 de 1998 fue un vehículo totalmente nuevo, presentado el 7 de enero de aquel año en un evento de Maranello con más de 800 periodistas presentes.

Su motor es un 3.0 litros de 800 caballos de potencia con diez cilindros en posición V (V10) y capacidad para girar hasta a 17.500 revoluciones por minuto. Contaba con partes completamente rediseñadas y un novedoso conjunto de escape tipo “periscopio”, diseñado por Willem Toet, que bajó la temperatura y lo alejó de la caja secuencial de siete velocidades.

Al diseñar la F300, Byrne tuvo que lidiar con importantes cambios en las reglas que afectaron en gran medida las soluciones aerodinámicas predominantes para el diseño de autos de Fórmula Uno. El principal fue la reducción del ancho máximo del monoplaza en casi siete pulgadas, la exclusión de los slicks de carreras para darle paso a los neumáticos ranurados y una serie de nuevas reglas que regulabn la construcción y el tamaño de los sistemas de frenos.

El diseño resultante presentaba varios cambios aerodinámicos frente al F310B anterior, incluidos paneles de entrada de aire más esculpidos que comenzaban varios centímetros más cerca de la parte delantera del auto.

Los amortiguadores delanteros montados verticalmente hicieron un notable regreso a la entrada de la escudería, y se instalaron configuraciones de barra de torsión independientes con acompañamiento de varilla de empuje en cada esquina del F300, junto con discos de freno compuestos con alto contenido de carbono y llantas de aleación Bridgestone de 13 pulgadas.

La F300 atravesó un desarrollo continuo y ajustes durante el transcurso de la temporada 1998. Sin embargo, no hay dudas de que el diseño aerodinámico y el motor V10 bien equilibrado fueron la verdadera base del dominio histórico que Ferrari tuvo años después en la F1.

La desilusión de 1998

En la temporada 1998, Schumacher llegó con chances de consagrarse campeón a la última carrera, que se disputó en Suzuka, Japón. El fin de semana arrancó bien, con la primera posición en la clasificación, pero luego se complicó: en la vuelta de formación se detuvo y tuvo que largar en el último lugar de la parrilla.

Con el correr de las vueltas, el piloto alemán se abrió paso entre el pelotón y alcanzó el tercer lugar. Hasta que pasó por encima de los escombros de un choque ajeno y pinchó los neumáticos, lo que le permitió a Mika Hakkinen continuar la carrera tranquilo y consagrase campeón mundial. Antes de Suzuka, el finlandés le llevaba cuatro puntos de ventaja a Michael, por lo que la diferencia final fue más abultada.

En declaraciones posteriores, Schumacher dijo: “Antes que nada quiero felicitar a Mika Hakkinen y su equipo. Se desempeñaron mejor a lo largo de la temporada y por eso se merecen el título. Creo que no perdimos este campeonato en Suzuka, sino en las primeras etapas de la temporada, cuando estábamos demasiado atrás”.

“No me siento muy decepcionado, porque creo que el equipo puede estar orgulloso de lo que logramos esta temporada. Me siento triste por los muchachos, ya que todo su arduo trabajo no valió la pena al final. El motor se paró porque el embrague no se soltó y no sé por qué. Todo el trabajo de este fin de semana se desperdició porque tuve que empezar desde atrás”, agregó el alemán.

“Las primeras vueltas fueron muy divertidas. Todos los demás pilotos fueron muy justos y no trataron de hacerme la vida difícil. No esperaba que explotara un neumático trasero, ya que tenía problemas con un neumático delantero pinchado, lo que provocaba muchas vibraciones”, explicó luego.