prohibido olvidar
Carta de un ex combatiente a la Selección
Edgardo Esteban es ex combatiente y director del Museo Malvinas e islas del Atlántico Sur.
El 13 de junio de 1982, en medio de las bombas en la batalla final de Puerto Argentino, mientras combatíamos, los soldados nos desesperamos por escuchar el partido inaugural del Mundial de Fútbol de España con Diego Armando Maradona jugando por primera vez en una copa del mundo. Con esa misma pasión, cuatro años después, celebramos el Mundial del ´86, la mano de D10s y el mejor gol de la historia convertido a los ingleses. Fue también una sutil venganza de aquellos días de la guerra en nuestras islas y un homenaje a nuestros compañeros caídos en combate.
Hoy, la historia se resignifica en un nuevo escenario. Esa misma pasión por la selección nacional de fútbol, ahora con la magia de Leo Messi, ilusiona a todas las generaciones presentes y el amor por los jugadores de la albiceleste y Malvinas nos une a ellos otra vez. Este fenómeno llamado fútbol se instala en la piel, en el corazón y en el alma nuevamente: “En Argentina nací, tierra de Diego y Lionel, de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré” o "El que no salta es un inglés", se escuchan en cada rincón del país. Pero aún conmueve más, hasta las lágrimas, cuando los jugadores de la selección pronuncian Malvinas, allá bien lejos, en Catar a 13.758 kilómetros de su Patria, semejante a la distancia que existe entre el Reino Unido y nuestras islas. Ese canto del pueblo que alienta a la selección menciona Malvinas, una palabra que muchos en el mundo tratan de entender qué significa, sin saber su efecto anticolonialista.
La pasión, la fe y el amor por el fútbol y la causa Malvinas generan un acto de soberanía popular, convirtiéndola en un gran rescate de lo colectivo, en un punto de encuentro, un lugar de pertenencia que se refleja en toda la Argentina, en cada joven, sin distinción de géneros, edad o clase social. Remeras, tatuajes, muros, banderas, hinchadas, sindicatos, monumentos, plazas, monolitos o murales con imágenes de la selección, de Maradona y de Malvinas brotan al unísono. Lo paradójico es que nuestras islas son el único lugar en el planeta donde está prohibido usar la camiseta celeste y blanca o desplegar la bandera nacional. Una absurda injusticia de los usurpadores de nuestro territorio. Por eso, Gracias Messi por fabricarnos tantas alegrías, por hacernos volar y de la mano del Diego subirte a un nuevo barrilete cósmico. Gracias a la Scaloneta, por tener los pies en la tierra, por la humildad, por ser hombres normales, motivados por la pasión pero con sentido común. Gracias por enseñarnos lo que es trabajar en equipo, pensando que hay un otro y que juntos es más fácil cumplir los sueños, en definitiva la unión hace la fuerza. Gracias por hacernos llorar de júbilo, por hacernos gritar gol hasta el infinito, por el placer de lograr el objetivo a veces sufriendo y con sacrificio. Gracias por darle alegría a un pueblo que lo necesita y mucho. Gracias de un excombatiente que estuvo en Malvinas, y siente como late en su corazón esta huella histórica como una caricia, como un regalo de la vida. Gracias por tanta magia, esfuerzo, humildad y amor. Serán momentos de la vida que jamás olvidaremos.