Cómo se vivió el primer día en una fábrica de La Tablada que reabrió después de la cuarentena

Las máquinas de una fábrica textil de La Tablada, en el Gran Buenos Aires, se encendieron después de 53 días de estar paradas como consecuencia de la cuarentena por la pandemia de coronavirus. Es una de las 640 empresas industriales que regresaron a la actividad este lunes. La compañía de Marcelo Fernández se dedica a la elaboración de cierres y reabrió con 10 […]

Las máquinas de una fábrica textil de La Tablada, en el Gran Buenos Aires, se encendieron después de 53 días de estar paradas como consecuencia de la cuarentena por la pandemia de coronavirus. Es una de las 640 empresas industriales que regresaron a la actividad este lunes.

La compañía de Marcelo Fernández se dedica a la elaboración de cierres y reabrió con 10 de sus 85 empleados. Los trabajadores respetan las normas de distanciamiento social, usan barbijos y les toman la fiebre a todos antes de ingresar al edificio.

“Hay dos protocolos: el que pide el Estado y el que el sector textil pidió para los trabajadores”, explicó el dueño de la fábrica, y aseguró: “Si uno de ellos tuviera coronavirus deberíamos cerrar la planta y volveríamos todos a cuarentena”.

El viernes pasado, durante el anuncio de la extensión de la cuarentena hasta el 24 de mayo, el presidente Alberto Fernández había adelantado que iban a abrir algunas fábricas pero que debían encargarse del traslado de sus trabajadores.

Sin embargo, el dueño de esta planta reconoció que no está claro el protocolo a seguir pero que en La Matanza “es imposible pensar en micros porque si todos hacemos lo mismo sería un caos”. Por eso, solo habilitó a trabajar a todos los que podían llegar al lugar en un vehículo propio o quienes viven cerca.

“Hay poco trabajo porque estamos reabriendo y, además, porque el cierre va a la industria del calzado, la marroquinería e indumentaria”, explicó Fernández en relación a estos rubros que todavía no fueron habilitados a abrir sus locales al público, aunque sí para la venta de sus productos por Internet.

La incertidumbre por la reactivación de la actividad industrial no solo preocupó a los empresarios, los trabajadores de las fábricas también tenían miedo de perder sus trabajos. “Pasé por angustia, miedo, pero lo último que se pierde es la esperanza”, aseguró Miriam, una de las empleadas de esta textil de La Matanza.

“Me siento rara por la forma en que nos cambió la vida con la distancia social. Ahora pasa un compañero y te tenés que alejar”, agregó la mujer, encargada de colocar los deslizadores.

Esteban, otro empleado que lleva 30 años brindando servicio en esta planta, reconoció: “Me siento activo, ya no podía más estar en mi casa. Todos sabemos qué hacer, cómo cuidarnos, cómo prevenirnos, después queda en cada uno la responsabilidad de lo que va a hacer”.

Este hombre vive con su hermana que no puede trabajar. Además, tiene dos hijos y su expareja está desempleada, por lo que para él volver al trabajo fue tranquilizador.