Milei y Adorni

Convocaron a "ponerle el último clavo al cajón del kirchnerismo"

El presidente respaldó a su vocero y candidato porteño en un acto de diez minutos en el sur de la Ciudad de Buenos Aires.

Pasadas las 18.30, Javier Milei bajó del auto oficial sobre la calle Delfín Gallo al 5700, en Villa Lugano. Como en cada puesta en escena libertaria, lo esperaba una escenografía hecha a medida: bombos, bengalas, banderas violetas y un león disfrazado que flameaba banderines amarillos. Esta vez, el objetivo era apuntalar la candidatura de su vocero, Manuel Adorni, primer candidato a legislador porteño por La Libertad Avanza en las elecciones del 18 de mayo.

La convocatoria fue modesta. Apenas unas mil personas, en su mayoría varones jóvenes, se acercaron al local partidario de Villa Lugano. El cotillón violeta intentaba disfrazar la poca concurrencia, mientras desde la transmisión oficial cuidaban los planos cerrados para que en cámara pareciera un acto multitudinario.

En ese escenario armado a medida, Javier Milei dijo lo de siempre. Micrófono en mano, lanzó su frase de cabecera: “A los vecinos les digo que estamos haciendo una Argentina mejor, sin ladrones y sin corruptos”. Y enseguida disparó contra su blanco favorito: “¿Qué se puede esperar de los que hicieron promesas y nunca cumplieron? La única salida es terminar con la casta y enterrar al kirchnerismo para siempre”.

Adorni es Milei

Todo giraba en torno a su vocero y candidato, Manuel Adorni. Los pasacalles no dejaban dudas: “Adorni es Milei”. Y el presidente lo reafirmó desde el escenario: “Si quieren una Argentina grande nuevamente, voten a Adorni. Es la voz de Milei en la Ciudad”.

El acto duró lo que dura una canción: apenas diez minutos. Hubo Himno Nacional tocado con bandoneones, bengalas encendidas y los militantes repitiendo el slogan libertario. Milei cerró con otro de sus textuales de rutina: “Vamos a terminar con los parásitos que arruinaron este país”, y convocó a “ponerle el último clavo al cajón del kirchnerismo”.

Nada nuevo. Sin anuncios, sin propuestas concretas para Lugano y con la inflación asfixiando los bolsillos en los barrios populares, el acto exprés dejó a la vista, una vez más, la distancia entre el discurso libertario y la vida real. A las siete en punto, Milei y su comitiva se subieron a las camionetas oficiales. El escenario se desarmó, las banderas se guardaron y en las calles de Lugano quedaron las urgencias de siempre.