Coronavirus en Perú: En las últimas semanas los casos se dispararon y el número de muertos sigue aumentando
La situación en Perú es cada vez más preocupante, a pesar de haber sido el primer país en decretar la cuarentena por la pandemia de coronavirus. Desde que comenzó la crisis global registró más de 100 mil infectados y ya superó los 3 mil muertos, que en las últimas semanas se acumulan de a cientos en diferentes barrios de la capital, Lima. […]
La situación en Perú es cada vez más preocupante, a pesar de haber sido el primer país en decretar la cuarentena por la pandemia de coronavirus. Desde que comenzó la crisis global registró más de 100 mil infectados y ya superó los 3 mil muertos, que en las últimas semanas se acumulan de a cientos en diferentes barrios de la capital, Lima. Son tantos que el Gobierno contrató a varias funerarias en la que trabajan inmigrantes venezolanos para que se dediquen a buscar los cuerpos.
Este miércoles, Perú ocupó el lugar 12 en el mundo en número de confirmados, por encima de China continental y debajo de la India. El problema puede crecer aún más en los próximos días ya que estiman que hay muchos más casos sin contar: de acuerdo a la agencia AP, varios expertos calificaron a esta pandemia como la más devastadora que azotó a la región desde que en 1492 los europeos trajeron a América varias enfermedades que contagiaron a los integrantes de los pueblos originarios.
Un recorrido de esa agencia comprobó la forma en la que están trabajando desde las funerarias junto al estado. Por ejemplo, en la empresa de sepelios Piedrangel, de Lima, dos ciudadanos venezolanos que se fueron de su país y llegaron a Perú hace dos meses, son los encargados de ir a buscar a las personas que murieron de COVID-19. Como nadie los puede tocar por protocolo, el operativo tiene que tener cuidados extremos.
“Todos los días me encomiendo a Dios para no contaminarme”, comentó Jhoan Faneite, uno de los empleados. El operario de la funeraria es uno de los que fue a buscar el cuerpo de Faustino López, un hombre de 68 que tenía coronavirus y que murió solo en su casa.
Faneite legó a Perú hace muy poco, junto a 865.000 migrantes venezolanos. De lunes a domingo, incluso de noche y de madrugada, junta los cuerpos de los barrios ricos pegados al Pacífico, pero también, de acuerdo a la descripción de la agencia, se internan entre las zonas más vulnerables donde el virus golpea con una fuerza cada vez más violenta. Lo hace junto a su hijo adoptivo, Luis, que está empleado en la misma funeraria, con trajes de protección especiales y máscaras profesionales. A pesar de enfundarse en esa ropa, el riesgo es gigantesco.
Debido al aumento de la mortalidad, las autoridades instalaron más de 20 contenedores marítimos en los hospitales de Lima y también lejos de los centros urbanos, que mantienen los cuerpos a una temperatura de cero grados. La funeraria peruana Piedrangel asumió un papel clave en Lima cuando nadie se animaba a hacer la tarea de ir a buscar a las víctimas del coronavirus. En marzo iniciaron con esta actividad y ahora, además, crema los cuerpos en dos hornos instalados en uno de los cementerios de la ciudad.
Luego de haber trabajado durante todo el día, Faneite vuelve a su casa y repite una de las rutinas clave para eliminar cualquier rastro del virus: se cambia, se ducha y lava su ropa con desinfectante. A veces hace gárgaras con agua salada y cuando está desesperado, con agua oxigenada. “Tengo que estar sano para mi familia. Mis padres son ancianos y están esperándome en Venezuela. Antes de que partan, antes de que llegue lo inevitable, quiero ir a verlos, quiero estar con ellos”, cerró.