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Día del Maestro en la Argentina: por qué se celebra el 11 de septiembre
Conocé la historia detrás de esta fecha y el legado de Domingo Faustino Sarmiento, el gran impulsor de la educación pública en el país.
Cada 11 de septiembre, en la Argentina se celebra el Día del Maestro, una jornada dedicada a honrar la tarea de quienes forman a las nuevas generaciones y son pilares fundamentales en el desarrollo de la sociedad.
La conmemoración no fue elegida al azar: se estableció en homenaje a Domingo Faustino Sarmiento, considerado el “padre del aula” y una de las figuras más influyentes en la historia de la educación argentina.
Sarmiento nació en 1811 en San Juan y dedicó su vida a la enseñanza, la política y la difusión del conocimiento. Fue gobernador, periodista, escritor y, entre 1868 y 1874, presidente de la Nación, período en el que impulsó la creación de más de 800 escuelas, promovió la educación pública y gratuita y fundó instituciones clave como la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) y la Biblioteca Nacional de Maestros. También fomentó intercambios con educadores extranjeros, convencido de que la educación era la base del progreso social.
El 11 de septiembre de 1888, Sarmiento falleció en Asunción, Paraguay. En su honor, en 1943 la Conferencia Interamericana de Educación, realizada en Panamá, propuso esa fecha para homenajear a los docentes de la región. Poco después, en 1945, el gobierno argentino oficializó la jornada mediante decreto nacional.
¿Es feriado el Día del Maestro?
Si bien el 11 de septiembre no es feriado nacional, en la Argentina se lo considera asueto escolar para el nivel primario. Esto significa que alumnos y maestros no asisten a clases, como una manera de dar espacio a la conmemoración de la fecha.
Sarmiento dejó una huella profunda en la historia argentina. Creía que la educación debía ser universal, gratuita, obligatoria y laica, principios que más tarde se materializaron en la Ley 1.420, sancionada durante la presidencia de Julio Argentino Roca.
Gracias a sus políticas, la matrícula escolar se multiplicó: pasó de 30.000 a más de 110.000 estudiantes. Su visión trascendió las fronteras nacionales e inspiró a otros países de América Latina a fortalecer sus sistemas educativos.